Publicado:12-07-09

El acuerdo significó una erogación de más de 100 millones de pesos para una firma aerocomercial que terminó quebrada.

Ricardo Jaime renunció a la Secretaría de Transporte de la Nación dos días después de la debacle kirchnerista en los comicios del 28 de junio, pero se fue cargando un tendal de denuncias en su contra por presuntos hechos de corrupción.

De origen cordobés y "pingüino" de la primera hora, Jaime manejaba una abultada caja que, sólo en subsidios al transporte público de pasajeros, aportaba 250 millones de pesos por mes. El último escándalo, que terminó por desbarrancarlo, tiene que ver con una revelación periodística por el avión Lear Jet con matrícula norteamericana que Jaime usaba semanalmente para movilizarse dentro del país, y hasta en viajes de placer al exterior, como a Brasil.

Por esta y otras ostentaciones, Jaime había sido denunciado en febrero pasado por el entonces fiscal nacional de Investigaciones Administrativas, Manuel Garrido, que lo puso a tiro de un procesamiento por haber recibido dádivas de empresas que debía controlar.

El caso Lafsa-SW. Dentro del paquete de acusaciones que pesan sobre el ex funcionario hay una emblemática, que comenzó a tomar cuerpo en 2006, cuando la Auditoría General de la Nación (AGN) metió manos en un polémico salvataje que fogoneó Jaime en favor de empresas aerocomerciales fundidas sin remedio.

Aquel expediente que inició la AGN –y que fuera anticipado por La Voz del Interior– hoy tiene estado judicial, a partir de una investigación penal que lleva adelante el juez federal porteño Sergio Torres. De hecho, el principal involucrado por la pesquisa es el polémico Jaime.

El referido salvataje, con pérdidas millonarias para el Estado, permitió seguir operando a la empresa Southern Winds (SW), pese a que presentaba una situación patrimonial que la ponía al borde de la "disolución".

En sintonía con el dictamen de la AGN (cuyo titular es el radical Leandro Despouy), el juez Torres investiga los millonarios desembolsos que hizo la Secretaría que conducía Jaime en favor de Líneas Aéreas Federales Sociedad Anónima (Lafsa), que llegó a volar sólo dos meses en el mercado de cabotaje.

En realidad, los más de 100 millones de pesos del erario público sirvieron sólo para cubrir los sueldos del personal que optó por quedarse en la estatal Lafsa, la que nació en 2003 de la fusión (también a modo de "salvataje") de las desaparecidas Lapa y Dinar.

Lafsa celebró un Acuerdo de Cooperación Empresaria (ACE) con SW, en virtud del cual el Estado pasó a subsidiar, además de salarios, el combustible para las aeronaves.

"La transferencia de recursos a SW alcanzó decenas de millones de pesos y se hizo sin ningún tipo de control por parte de la Secretaría de Transporte", había señalado una fuente de la AGN. Es decir, el salvataje significó sólo "un buen negocio para SW", que era propiedad de los hermanos Juan y Christian Maggio.

El escándalo de las valijas. La firma de los Maggio quedaría salpicada por un resonante caso de narcotráfico, en marzo de 2005, cuando se descubrieron varias valijas con droga que llegaron a España en un vuelo de SW. Recién entonces el gobierno de Néstor Kirchner dio por caída la controvertida normativa que vinculó a SW con Lafsa.

Según había advertido la AGN, el acuerdo fue negativo para el Estado, que erogó más de 100 millones de pesos para financiar a una firma (SW) deficitaria. Tras la rescisión del contrato por el caso de narcotráfico, los hermanos Maggio pidieron el concurso de acreedores.

Cuando la AGN le daba la puntada final a su informe, el juez Torres pidió los detalles de la auditoría y abrió una causa penal contra Jaime, que hoy se encuentra en pleno trámite.

Otra anomalía destacada por la Auditoría consistió en la "falta de intervención" del Organo de Coordinación del ACE, que estaba integrado por representantes Lafsa, SW y un miembro que debía nombrar el Ministerio de Planificación Federal, a cargo de Julio De Vido, para ejercer "funciones de control".

Lo curioso del caso fue que la cartera a cargo de De Vido jamás designó a su representante y el sistema de "control" lo terminó ejerciendo el propio Jaime.