Publicado: 04-12-2011
  
Mendoza.- Un libro rescata una vieja causa que Echegaray inició contra un ex amigo valiéndose de un documento falsificado.

El titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, es quien decide -entre muchas otras cosas- quién puede comprar dólares.

En mayo de 2003, a días de que el kirchnerismo desembarcara en el poder y lo catapultara a cargos claves en los organismos de control, Echegaray recibió una sentencia fulminante en su contra: un juez determinó que el alto funcionario utilizó un pagaré con firmas falsas para intentar cobrar 8.100 dólares a un vecino de su ciudad natal.

Esta revelación sobre el pasado oculto de Echegaray forma parte del libro "Fuera de control", escrito por el periodista del diario Clarín Matías Longoni y publicado por Editorial Planeta. La investigación periodística reconstruye la vida política del poderoso funcionario kirchnerista.

Indaga sobre su paso por la Marina; sobre su militancia activa en la Ucedé de Alvaro Asogaray durante los noventa y la época de oro del neoliberalismo; sobre su acercamiento a Rudy Ulloa Igor, el ex secretario de Néstor Kirchner. Y finalmente sobre su rápida escalada en el Estado nacional: la Aduana, la ex Oncca (disuelta por las sospechas de corrupción durante su gestión) y finalmente la AFIP.

El libro recuperó del secreto la sentencia de la causa "Echegaray Ricardo Daniel c/Ripoll Daniel y otra sobre cobro ejecutivo - Expediente 11.679/96", tramitada en el único juzgado que existe en Punta Alta, localidad natal del funcionario.

En ella, el juez de Paz Norberto Aquiles Arévalo condenó al jefe de la AFIP a pagar las costas de un juicio que demandó largos siete años y que concluyó que Echegaray había intentado cobrar a Ripoll una supuesta deuda utilizando un pagaré que resultó ser trucho.

El expediente había sido iniciado el 12 de setiembre de 1996, cuando el abogado se desempeñaba como aduanero en Río Gallegos e iniciaba su enrolamiento dentro del kirchnerismo.

Echegaray se presentó a la Justicia de su ciudad reclamando la ejecución de un pagaré por 8.100 dólares supuestamente firmado por Ripoll y por su esposa Elsa Tobares. Pero estos "interpusieron la excepción de falsedad de título". En criollo, alegaron que el pagaré era falsificado.

Tiempo antes, Ripoll había sido amigo de Echegaray y le pidió que se ocupara de un juicio de sucesión de un campo de 300 hectáreas. Echegaray hizo el trabajo. Pero al parecer las cuentas entre ellos no quedaron claras.


Un final anunciado

Las dos fojas que conforman el expediente judicial están repletas de documentos y pericias que intentan determinar quién decía la verdad. Repletas de firmas reales y otras no tantas. El litigio estaba claro: o bien Echegaray había presentado un pagaré con firmas falsificadas o bien era Ripoll quien mentía y por lo tanto debía cancelar aquel documento de crédito por 8.100 dólares, pues sería verídico.

Ante la demanda, Ripoll y Tobares se pusieron a disposición del juez para "una pericia caligráfica". En los folios 121 a 126 del expediente, un perito calígrafo de Bahía Blanca llamado Juan Akmens presentó sus conclusiones luego de estudiar el pagaré y comparar las firmas con otras aportadas por el matrimonio acusado.

Su dictamen señaló: "La firma que se le atribuye a Elsa Tobares es ajena a su autoría". Pero no llegó a pronunciarse, por carecer de "los elementos indubitados suficientes", sobre la supuesta firma de Ripoll.

Echegaray no se dio por vencido e impugnó ese peritaje. Al magistrado no le quedó más remedio que ordenar una nueva pericia, aunque asignó el trabajo a la Asesoría Judicial de Azul.
Frente al segundo análisis de las firmas, las conclusiones de la perito Marta Pedernera fueron concluyentes. La experta determinó que tanto la firma atribuida a Tobares como la que se suponía correspondía a su marido eran falsas.

Abogado taimado, Echegaray presentó otra impugnación, que acompañó con una supuesta pericia propia. Pero el juez se cansó y puso fin al pleito luego de comprobar que las pruebas aportadas por el aduanero eran tan truchas como las firmas del pagaré. En su presentación Echegaray había abusado del "copie y pegue" desde otra causa semejante y olvidó suplantar los nombres que figuraban allí por los de Ripoll y Tobares.

Pedernera, la perito de Azul, se enojó tanto que calificó la actitud de Echegaray como "un exceso atentatorio de las normas de ética" de la profesión judicial y pidió enviar el caso al Colegio de Abogados, para que evaluara si no correspondía quitarle la matrícula al denunciante. Pero al juez le pareció una reacción algo exagerada.

El 7 de mayo de 2003 se conoció la sentencia y Echegaray se quedó con las ganas de cobrar el dinero de su ex amigo. Pero pocos días después comenzaría su revancha. Kirchner llegó al Gobierno y lo convocó a diversos cargos donde pudo estar muy cerca de cientos de miles de millones.