Ellas les facturan a las empresas que sus maridos controlan
Publicado: 09-08-09
Una sociedad anónima integrada por las esposas de Julio De Vido y Guillermo Moreno produce un programa de cocina auspiciado por las mismas empresas con las que el secretario de Comercio negocia los precios.
Los matrimonios kirchneristas son incorregibles. Bajo el eslogan del impulso a la "responsabilidad social empresaria", la consultora Fonres, integrada por Alessandra Minnicelli, esposa del ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, Marta Cascales, pareja del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, y Susy Bello Knoll, una abogada ligada a compañías asentadas en Santa Cruz, produjo el micro de cocina Lo nuestro a la olla emitido martes y jueves en el noticiero de Telefe. Lo curioso es que el programa que colocó como cocinera en jefe a Choly Berreteaga salió al aire esponsoreado por un importantísimo banco nacional, hipermercadistas y grandes marcas de la industria alimentaria con las que, en teoría, discute precios a la baja el secretario de Comercio. Como se ve, entre otras reivindicaciones de género, las mujeres "K" se han librado de aquello que, según refería Plutarco, encorsetaba a la mujer del César, obligada no sólo a ser (pura) sino a parecer.
CENTRO A LA OLLA. Un fondo de charango y quena anticipa el inicio del primer envío de Lo nuestro a la olla. En el set, donde predominan los colores fuertes, chillones como los de los espacios infantiles, hace su aparición la mujer que dirá, con la premura del caso: "¡Hola!¿Cómo les va? Soy Choly Berreteaga. Igual, creo que en estos 45 años que tengo de televisión algún día me habrán visto. Quiero contarles que quiero volver a las fuentes, a lo que cocinaban nuestras abuelas, por supuesto en forma moderna; quiero enseñarles a cocinar con lo que está económico en plaza".
Ésa es la marca del secretario Moreno, el duelo con los precios. Se puede comer bien, sabroso y barato, asegura la chef que, ese día, prepara pudding de pencas de acelga y milanesitas de seso. A la mención de cada uno de esos productos, el videograph hace saber que el seso se cotiza a 3,30 pesos y el valor total de la receta es una bicoca: 13 pesos.
En otras oportunidades, el menú consistirá en viandada a la "ville à roi", no extraña que el elemento básico, la viandada, sea un producto del frigorífico Swift, anunciante del micro; o albondiguitas para servir con salsas diversas. Las albondiguitas "las probé ¿eh?, con toda mi familia y con mis nietos", dirá Choly para insuflar coraje al consumidor del congelado, segunda marca de Quickfood con el nombre comercial de Barfy.
La mayoría de los espectadores no lo sabrá y quizá tampoco lo sepan Choly, su familia y sus nietos, pero una desgraciada casualidad quiere que "barfi" sea un exquisito dulce indio, pero "barfy", en inglés (en slang, en realidad), signifique "vomitivo". Barfy también es anunciante de Lo nuestro..., igual que Swift, Banco Galicia, Marolio, Coto, Día, Jumbo, Maxiconsumo, Wal-Mart y Carrefour. Nadie lo oculta. Por el contrario, se cuenta a los cuatro vientos y en el canal de aire que Lo nuestro a la olla es "un programa de RSE (Responsabilidad Social Empresaria) desarrollado por Fonres", la consultora de las tres amigas K.
NEGOCIOS DE FAMILIA. Fonres es una sociedad anónima que formalizó su contrato social en diciembre de 2007, fijó domicilio en Alicia Moreau de Justo 1180, departamento 203, Puerto Madero, con un capital de 12 mil pesos y el objetivo de dedicarse, dentro y fuera del país, a servicios de consultoría vinculados con la responsabilidad social empresaria (ver aparte), actuar como "fiduciario financiero" y el ejercicio de toda clase de mandatos, representaciones y administración. En fin, un amplio registro de posibilidades que no se limita a la relación con la industria alimentaria sino que contacta con los gigantes de la producción nacional. La integran Minnicelli, abogada, esposa de De Vido; Cascales, escribana, compañera de Moreno, y la abogada y contadora Susy Inés Bello Knoll, especializada en derecho societario y de la empresa, sobre todo de compañías ligadas a la actividad inmobiliaria y petrolera de Santa Cruz.
Con la llegada a la presidencia de Néstor Kirchner, Minnicelli fue nombrada titular de la Sindicatura General de la Nación, un cargo desde el que debía controlar, entre otras cuestiones, las adjudicaciones, subsidios, licitaciones de obras y servicios públicos llevados adelante por el ministro de Planificación Julio De Vido, a la sazón su marido.
El escándalo que levantó la designación no impidió que Alessandra Minnicelli caminara con Kirchner hasta el final del mandato. La sustitución del santacruceño por su esposa, Cristina Fernández, y la promesa de mayor institucionalidad y mayor transparencia se la llevó, disimuladamente, de la función pública en el 2007. Sin embargo, las incompatibilidades y los matrimonios son un clásico en el oficialismo y Minnicelli fundó Fonres para asistir y asesorar en su deseo de invertir en la esfera social a buena parte de las corporaciones con las que tiene trato su esposo, el superministro. La escribana Cascales, por su parte, ganó fama cuando a mediados de 2008 aplicó una trompada a una mujer que había criticado a viva voz a Guillermo Moreno en un restaurante céntrico. A esa altura, sin embargo, hacía tiempo que compartía con Moreno la militancia en la administración pingüina.
En abril de 2004, por ejemplo, viajó a Caracas como "asesora jurídica del gobierno argentino" y miembro de una mínima delegación que integraron Moreno (entonces secretario de Comunicaciones) y Carlos Cheppi por el INTA. Además de la inconveniencia de hacer coexistir su condición de pareja del secretario de Comercio con la de accionista de una sociedad destinada a mejorar la imagen de los mismos sectores con que éste está obligado a batallar, la escribana Cascales desarrollaba incompatibilidades propias. La integración de una SA (Fonres) con fines de lucro y, en simultáneo, la participación en el directorio de Enarsa y de ARSAT (Empresa Argentina de Soluciones Satelitales), ambas radicadas en la órbita del Ministerio de Planificación, difícilmente resista la Ley de Ética Pública.
Pese a ello, Fonres dice actuar "bajo los valores de la ética, transparencia, confianza, coherencia, innovación y flexibilidad reflejándolos en todas sus acciones y actividades y en las relaciones que mantiene con sus pares empresarios". La flexibilidad de Fonres y sus integrantes no es materia de discusión.