Publicado: 29-04-2013 
   
Editorial II: Mediante la participación y el compromiso, alumnos secundarios elaboran iniciativas en el programa Escuela de Vecinos 

En un teatro San Martín colmado se realizó hace pocas semanas una nueva edición de Escuela de Vecinos. Se trata de un valioso programa educativo para la formación de los estudiantes secundarios, que pretende acercarlos a su realidad más próxima, el municipio, a través de un esquema que rescata la importancia de la participación y del compromiso social, cívico y político.

La experiencia surgió hace nueve años entre la Vicaría de Educación del Arzobispado de Buenos Aires, la Fundación Éforo y el Instituto del Dialogo Interreligioso, presidido en forma conjunta por el rabino Daniel Goldman; el profesor Omar Aboud, del Centro Islámico, y el sacerdote católico Guillermo Marcó.

El profesor José María del Corral; la diputada macrista Victoria Morales Gorleri, que preside la Comisión de Educación de la Legislatura porteña, y Federico Recagno, de la auspiciante Asociación de Personal de los Organismos de Control (APOC), terminaron de darle forma a esta virtuosa experiencia de convivencia cívica, que busca aproximarse a los problemas de la ciudad que detectan los alumnos y sacarlos así de su lugar de espectadores para convertirlos en actores capaces de presentar propuestas y soluciones a los legisladores del distrito.

Como dijimos, hace nueve años comenzó la tarea. Por aquel entonces eran apenas siete escuelas. Hoy son 90, de las cuales el 70 por ciento son públicas; el porcentaje restante lo integran establecimientos católicos, evangélicos, musulmanes y de la comunidad judía.

La iniciativa también es auspiciada por el Ministerio de Educación de la Ciudad, que encabeza Esteban Bullrich.

Los alumnos debaten sobre los temas que los preocupan. Este año, en un interesante video realizado por los mismos chicos, se propuso discutir la corrupción, tanto en el ámbito público como privado. En las imágenes se veía a un alumno pedir prestado a otro un trabajo, al que hacía pasar como suyo. Al leerlo, reflexionaba sobre aquello que nos pertenece a todos y aquello que no. Eso promovió que se abrieran interrogantes sobre la ética de su conducta: ¿no es corrupto él también, por hacer pasar por propio lo que es de otro?, fue uno de los disparadores del ese encuentro.

Esa experiencia deberá ser trabajada ahora por los chicos y concluirá cuando sean recibidos en el recinto de la Legislatura para exponer sus resultados ante las autoridades, de modo de que puedan transformarlos en proyectos con posibilidades de ser sancionados.

En años anteriores, los estudiantes que participaron de esta experiencia presentaron a los diputados iniciativas vinculadas, entre otros temas, con la nutrición, la seguridad, la necesidad de trabajo digno para los jóvenes y la prevención y tratamiento de problemas como la drogadicción. Para llegar a esos informes, antes tuvieron que entrevistarse con especialistas de las más diversas áreas, hacer sondeos y entrevistas personales, además de interesar con los temas a los funcionarios a quienes también les pidieron su opinión.

Este saludable ejercicio de participación resulta sumamente valioso para que los chicos se inserten en el debate de problemáticas que los atañen y para que comiencen a ejercitar su derecho a peticionar ante las autoridades. Luego, les tocará a los legisladores dar muestra de su sensibilidad adoptando como propias esas iniciativas, debatiéndolas y, si corresponde, convirtiéndolas en ley.