Publicado: 18-11-2011

Buenos Aires.- Ahora que el descongelamiento tarifario y el fin de los subsidios vaticinan un 2012 con servicios públicos sensiblemente más caros, las empresas y los hogares empiezan a pensar cómo ahorrar en sus consumos para compensar el alza de los costos, que puede llegar a superar el 300% en los casos en que las subvenciones dejen de percibirse totalmente. Aunque el Ente Regulador de la Electricidad (ENRE) también tiene sus propias recomendaciones, BAE consultó a especialistas del rubro y a fundaciones conservacionistas del medio ambiente. Todos aseguran que sin los subsidios, se harán más atractivas las inversiones para economizar energía en domicilios particulares, comercios y Pymes.

Lo primero a monitorear es la eficiencia energética de las maquinarias y electrodomésticos que se usan. En el sitio web del ENRE (www.enre.gov.ar) están disponibles los consumos relativos de cada artefacto (ver infografía), con el detalle de la potencia que insume cada uno y los kilovatios por hora que se facturarán. Son valores promedio, que deben cotejarse con la etiqueta que figura obligatoriamente en cada aparato que se vende.

Según esa tabla, una lámpara incandescente de 60 watts consume 5,5 veces más que una fluorescente compacta con poder lumínico equivalente. A su vez, una plancha consume como 55 lamparitas de bajo consumo mientras está encendida, una freidora equivale a 90 y un horno de microondas, a 58. Un horno eléctrico, en cambio, consume como 95 de ellas.

La Asociación de Distribuidores de Energía Eléctrica (ADEERA) también brinda sus propios consejos para ahorrar electricidad. Están dirigidos sobre todo al uso hogareño. Los consejos van desde la ubicación de la heladera (que debe estar a 15 centímetros de las paredes y lejos de las fuentes de calor) hasta el uso de la plancha, uno de los artefactos que más electricidad consume. Sobre ella, las distribuidoras recomiendan "no usarla para secar la ropa" y "desenchufarla antes de terminar de usarla, para aprovechar plenamente el calor".

La Fundación Vida Silvestre, por su parte, incluyó en sus últimas campañas de concientización el consejo de "elegir el equipo adecuado al clima de la región", algo que hasta poco tiempo atrás no era tenido en cuenta. "La ‘clase de clima’ para la cual fue fabricada la heladera figura en la etiqueta de eficiencia energética, e indica el rango de temperatura ambiente dentro del cual el funcionamiento es óptimo", detalla uno de sus informes.

Los equipos de aire acondicionado merecen un capítulo aparte. Con cinco millones de aparatos vendidos desde la llegada de Néstor Kirchner al poder, se convirtieron en una de los principales factores de riesgo de la red eléctrica. La ADEERA recomienda "instalarlos en circuitos eléctricos independientes, con conductores (cables) y dispositivos de protección adecuados".

Para las empresas no es tan fácil ahorrar. El ex presidente del ENRE Marcos Rebasa, hoy retirado pero con trayectoria en distintas ramas del mercado energético, destacó que "hay empresas especializadas a las que hay que recurrir para hacer más eficiente el uso de energía". Agregó que "en un comercio o una industria esto puede hacer ahorrar mucho dinero, por lo que es probable que la demanda de esos servicios crezca mucho".

Según su punto de vista, "un cableado viejo puede ser un área de pérdida de energía muy significativa", por lo que invertir en su renovación "es un gasto que se amortiza muy rápidamente". ADEERA estima que si los cables son viejos, puede derrocharse hasta un 25% de la energía que se conduce a través suyo.

"A los hogares, que no van a contratar a una consultora, lo que les conviene es modernizar el cableado y también los tomacorrientes, porque ahí también se pierde energía", dijo Rebasa. "Desde hace años que está prohibido instalar los tomas de dos patas (tradicionales) y eso no es sólo por una cuestión de seguridad sino también de eficiencia", añadió.

Las leyes también prohíben la venta de lámparas incandescentes, aunque las ferreterías siguen comercializando los remanentes fabricados años atrás. Otra ayuda de la legislación es el etiquetado: los rótulos (tanto de lámparas como de artefactos) van de la letra A a la G, en orden descendente de eficiencia y ahorro.