Guillermo Moreno activó un mecanismo impensado para intentar contrarrestar el desembarco del Fondo Monetario, que llegó al país para asesorar en la creación de un nuevo índice de precios al consumidor nacional: le pidió a la Auditoría General de la Nación (AGN) que realice una auditoría integral sobre el INDEC, prometiendo que abrirá el edificio hasta ahora custodiado más que cualquier otra dependencia oficial.

El ritual de ese pedido causa sorpresa: lo hizo a través de una comunicación telefónica con Leandro Despouy, presidente de la Auditoría en representación del radicalismo. Primó en esa decisión la pasión de Moreno por contrarrestar la avanzada del Fondo, que ya aterrizó en el país con seis funcionarios para realizar esa tarea que terminó aceptando el Gobierno para aflojar las tensiones en medio de la negociación de la deuda con el Club de París.

Para cumplir con el cometido, deberá develar uno de los máximos secretos que mantuvieron los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner que es, nada menos, la fórmula final con la que se calcula la inflación en el país. Si Moreno le permitirá o no a Ana María Edwin entregar toda la información requerida por la AGN ya será otro tema. De hecho, la auditoría está habituada a cerrar informes consignando no contar con el material solicitado a distintos organismos.

Resulta curioso, además, que Moreno pide que le revise las cuentas un organismo que, se supone, está controlado por la oposición, aunque el colegio de auditores tenga representantes suficientes del oficialismo como para evitar cualquier incendio. Pero obviamente ante la posibilidad de intromisión del FMI cualquier otra opción le resultó aceptable.

Las alternativas del pedido dejaron sin reacción a los auditores. «Me llamó Guillermo para decirme que sería bueno que hiciéramos una auditoría del INDEC», comentó el jefe de la AGN durante una reunión del Colegio de Auditores.

La sorpresa de los presentes no tuvo límites: «¿Qué Guillermo?», le preguntaron, sin poder creer la familiaridad con que el jefe de la AGN se refería a Moreno.

Tras la confirmación por Despouy (quien llegó a bromear sobre la amistad que lo une al funcionario), los auditores del cuerpo entendieron que el secretario de Comercio Interior estaba buscando legitimar el desacreditado organismo casi al mismo tiempo que el Gobierno negociaba el pago al Club de París y la posibilidad de un desembarco del FMI en el país para asesorar sobre un índice a nivel nacional.

La sorpresa estaba justificada: la última auditoría que registra el INDEC, conocida en agosto de este año, tuvo conclusiones lapidarias. En esa oportunidad se evaluó la gestión en «Tecnología de la Información» en el instituto. Allí se encontró, de acuerdo con el informe de la AGN, con equipamiento desactualizado al punto de que las computadoras utilizadas para procesamiento de datos registraban una antigüedad promedio de 13 años.

En ese informe se describe una «política arbitraria en la distribución de nuevos equipos» y se resalta que «no hay una norma única ni buen mantenimiento de hardware y software».

El panorama se complica con la sentencia final que hizo la auditoría sobre el sistema informático: el nivel de riesgo general se ubica en el 74% y el 96,9% de los objetivos de control se encuentran en el nivel más bajo de seguridad.