Publicado: 27-12-2009
 
Las deudas de 2009 : El Gobierno tenía los fondos pero no los usó por mala gestión o burocracia. El plan de construcción de escuelas lleva años demorado. También, la modernización de trenes y el incentivo a las pymes.

No empezó la prometida electrificación del tren Roca, ni el soterramiento del Sarmiento. Tampoco se construyeron 171 escuelas para las que estaba la plata, ni se arregló el famoso rompehielos Irízar, ni se gastaron más de 330 millones de pesos previstos para fortalecer a las pymes.

Ni hablar del Riachuelo, ese viejo fantasma nacional, para el que no se usaron el 62 por ciento de los fondos que se disponían para empezar a quitarle oscuridad y veneno a su cuenca.

El 2009 se termina y con él mueren muchos de los anuncios oficiales. Y no eran sólo promesas, de esas que, se sabe, encumbran un acto o un gesto de campaña. Eran programas concretos para los que había plata. Un año antes, el Congreso les había asignado cientos o miles de millones de pesos que sin embargo no se usaron. Las razones: ineficacia en la gestión, burocracia o falta de decisión política.

La administración K de 2009 tiene algunas marcas registradas de toda la era. Muchos fondos para subsidiar a empresas privadas, pago a tiempo o anticipado de deuda externa, y la construcción de caminos, además del financiamiento de las empresas públicas que antes eran privatizadas. Todo eso se repitió o afianzó durante 2009, según se desprende de la información oficial sobre la ejecución del presupuesto del año. Un presupuesto que no deja lugar a engaños: allí están las cuentas públicas, el certificado de lo que se gastó y cómo.

El balance, según los especialistas en la economía macro, indica que este año habrá un pequeño superávit (sobrarán unos 15 mil millones de pesos), aunque reducido en relación a los últimos años. "Es sencillo: cada vez se gasta más rápido de lo que crecen los ingresos", sintetiza Rogelio Frigerio, desde la consultora Economía y Regiones. "El 2009 cerrará con un aumento del gasto del 30 por ciento", sostiene la Asociación Argentina de Presupuesto, un dato que preocupa si se lo compara con el crecimiento de los ingresos, de apenas el 12 por ciento.

El superávit, sin embargo, es todavía cierto. Y los que analistas lo explican con dos razones: los ingresos que tuvo el Gobierno por haber recuperado los fondos de la ANSeS (se ganaron 7.500 millones de pesos) y fondos del FMI por un monto similar. Detrás de esos grandes números están los programas, es decir, la gestión pura de gobierno.

Aunque la obra pública es, desde 2003, el reflejo que con más orgullo exhibe el kirchnerismo, tampoco en eso pueden sacar pecho este último año. La construcción del nuevo Ministerio de Ciencia y Tecnología (estaban previstos 36 millones), la remodelación del edificio del Correo que será sede de los festejos del Bicentenario (había 115 millones), o el avance de la autopista Rosario-Córdoba (faltan 70 kilómetros), son algunas de las obras que no llegaron a plasmarse a pesar de que se contaba con los fondos.
 
¿Burocracia? ¿Dificultades de gestión? Hay de todo. Desde el Ministerio de Planificación argumentaron a Clarín que cada programa tiene su complejidad. Por caso: dicen que los plazos de la autopista Rosario son adecuados, pero que los fondos para electrificar y soterrar trenes se paralizaron por trabas burocráticas. ¿De quién? "Problemas con el financiamiento", explicaron. Pero esa pata también es oficial: los fondos iban a salir de la ANSeS.

"El problema es que el presupuesto es cada vez menos importante, porque tiene muchas modificaciones en el año", sostiene Frigerio. El economista y ex diputado Jorge Sarghini, del peronismo disidente, coincide pero acota que hay programas que se anuncian aunque todos saben que no se van a cumplir, sobre todo cuando hay problemas de caja. Y señala uno: "La asistencia a las pymes no le interesó nunca al kirchnerismo".

Es fácil comprobar que las pymes han quedado lejos de las preferencias oficiales, a pesar de que es el sector económico que más trabajo genera. Este año, el programa Fomento a las Pymes, del Ministerio de la Producción, arrancó con un presupuesto de 356 millones, que se fue achicando por decreto hasta llegar a los 48 millones, de los cuales, hasta el 13 de diciembre, sólo se usaron 24 millones. En total, las pymes no recibieron 332 millones que estaban pensados para ellas.

Mientras los líderes mundiales debaten sobre la calidad del planeta y escuchan las quejas de los países del tercer mundo por el calentamiento global, nuestro país hace poco para paliar la contaminación.

El caso paradigmático es la cuenca del Riachuelo. Hay una orden de la Corte Suprema, de mediados de 2008, para que se hagan obras para frenar o mejorar el flujo de contaminantes. También hay fondos asignados desde el Congreso y desde el Banco Mundial, que presta plata desde hace años para auxiliar la salud en peligro del casi un millón y medio de vecinos del Riachuelo. A pesar de todo eso, poco se ha hecho. El ministerio de Planificación admite las demoras y recién hace una semana abrió el proceso para licitar la construcción de cloacas en el margen izquierdo del lecho.
 
Un informe de la Auditoría General de la Nación de octubre pasado, confirma las "demoras en los procesos de licitación en las obras clave", como "el sistema de redes colectoras primarias en el Partido de La Matanza". El sitio elauditor.info, de los organismos de control, cita a Gervasio Pernasetti, uno de los auditores del último informe: "Realmente lo que preocupa es la falta de reacción ante un tema que es tan candente y está en la mira de la Corte".

El organismo encargado de llevar adelante las políticas por el Riachuelo es el ACUMAR, Autoridad de la cuenca Matanza-Riachuelo.

Para 2009 contaba con 285 millones de pesos, pero al 13 de diciembre sólo había usado 109 millones, el 38 por ciento. Peor le fue a la Secretaría de Medio Ambiente. Este año perdió a su Secretaria, Romina Picolotti, pero eso no explica que haya gastado apenas 3 millones de los 90,7 millones que tenía su programa de Coordinación de Políticas Ambientales.

Otra deuda oficial, ya clásica, es la construcción de escuelas. Un Gobierno que ha impulsado obras de rutas y planes de vivienda, no puede, sin embargo, cumplir con una promesa de la génesis del kirchnerismo: la construcción de 727 escuelas antes de 2007. Ya entramos en 2010 y ese programa sigue incompleto. Según la información oficial, están terminadas 664 escuelas. Significa que durante 2009 no se construyeron 63 escuelas que faltan para terminar el viejo plan ni las 108 que prometían de una segunda etapa (171 en total). En el último año apenas se ejecutaron 383 millones de los 654 millones que estaban previstos para esto. En su defensa, en Planificación argumentan que las demoras eran mayores cuando se inició el programa, y juran que hay muchas escuelas en obra que se terminarán para marzo.

Cuando Cristina Kirchner asumió su Presidencia, creó con espectacularidad el Ministerio de Ciencia y Tecnología. Pareció así darle un impulso histórico a la inteligencia aplicada. El Ministerio, sin embargo, o no sabe cómo gastar la plata o no puede hacerlo por inoperancia. De los 238 millones que le asignó el Congreso, al 13 de diciembre había usado 106 millones, menos de la mitad. A eso hay que sumarle la asignación para el nuevo edificio del Ministerio.

Estaban previstos otros 36 millones que tampoco se usaron, salvo por la colocación de un cartel que anuncia el futuro prometido.

El Ministerio de Salud, se sabe, tuvo un año difícil. Dengue, Gripe A, mafia de los medicamentos.

Quizá eso explique las bajas notables en la gestión de sus recursos. Este año dejó varios programas muy sensibles a medio recorrer.

Se ejecutaron 570 de los 970 millones previstos para "Programas de salud". Y 603 de los 1.220 millones destinados a atender "enfermedades específicas", como el dengue o el Chagas. Otro punto: se repartieron 20 de los 35 millones de preservativos previstos.

En Educación hubo más de lo mismo. Se gastaron apenas 68 millones de los 154 que tenía para el "mejoramiento de la calidad educativa". De las PC para escolares ya se ha escrito: las promesas estaban, la plata también, pero siguen siendo una amarga ausencia.