Publicado: 24-07-2011  

Capital Federal.- Mauricio Macri inauguró la obra que debe durar 100 años pero, desde febrero, existe un trabajo que detalla que en el túnel hay "disminuciones importantes de acero en los anillos", "fisuras, rajaduras y desprendimientos".

Hace 20 días, en plena campaña electoral, Mauricio Macri inauguró la primera parte de la obra hidráulica más ambiciosa de la Ciudad de Buenos Aires. Rodeado de los jefes de gobierno que lo antecedieron, el heredero de Franco posó para las fotos como un estadista, y luego abrió las compuertas del canal corto del túnel aliviador del arroyo Maldonado. Fue el 30 de junio, y con ese gesto, puso en funcionamiento el trabajo de ingeniería subterránea más profundo de la superficie porteña, único en su tipo, que fue proyectado hace más de diez años para escurrir el agua de lluvia que inunda a las latitudes más habitadas de la Ciudad desde tiempos inmemoriales. Para revertir esa herencia fundacional de la capital, los túneles aliviadores fueron creados, licitados y construidos para canalizar el agua que desborda las calles porteñas por un siglo. Sin embargo, hay un documento que siembra dudas sobre esa garantía de 100 años que exigió la ciudad cuando licitó la construcción y se la entregó a la italiana Ghella SA. Se trata de una investigación de la Auditoría General de la Ciudad de Buenos Aires, que ya cuenta con dos informes sujetos a aprobación por las autoridades de ese organismo, pero que difícilmente vean la luz antes de que las elecciones porteñas arrojen un ganador.
 
En uno de ellos, al que tuvo acceso Tiempo Argentino, un equipo de dos auditores y seis ayudantes de la AGCBA, advirtieron el 22 de febrero de este año que el canal aliviador del Maldonado tiene menos acero del que estaba previsto en la licitación. El estudio, que fue dirigido por los auditores Lorena Clienti y Carlos Castro, descubrieron "disminuciones importantes de acero en los anillos de refuerzo de las dovelas", es decir, en la estructura de metal que sostiene cada una de las piezas semicirculares de cemento que recubren el interior de los canales y que fueron instaladas mediante dos megatuneladoras que el gobierno PRO decidió bautizar "Valkyria". Las máquinas cavaron dos túneles de diez y cinco kilómetros de largo, con un ancho de 6,90 metros. La realización de los túneles fue uno de los principales ejes de comunicación del gobierno porteño, especialmente por la espectacularidad de las excavaciones que entuban el arroyo Maldonado por debajo de la Avenida Juan B. Justo, desde su cruce con Niceto Vega hasta desembocar al lado del Complejo Costa Salguero. El informe realizado por el panel de expertos de la auditoría sostiene que hay "fisuras, rajaduras y desprendimientos" en el interior del túnel corto, que ahora, pasa por debajo de la ruta del nuevo Metrobus. En ese punto, los auditores no ahorraron palabras para explicar por qué la megaobra podría durar menos de 100 años. En uno de los análisis de la obra, los ingenieros y arquitectos que intervinieron en la auditoría concluyeron que los túneles están sometidos a una presión exterior importante, debido a la profundidad de la construcción y por la gran presión de agua que adquiere el túnel cuando se introduce en el acuífero Puelche, el curso de agua subterránea más grande de la
Capital.

En ese contexto, la debilidad por la falta de acero, no pasó inadvertida, porque "su estabilidad resulta relevante", ya que los túneles pasan por debajo de la Autopista Illia, las líneas de subterráneos B y D, el río subterráneo de AySA, los viaductos ferroviarios y un tramo de la calle Godoy Cruz con edificios en altura".

Además de los interrogantes sobre la firmeza de la obra y la cohesión de las paredes internas, el informe también genera dudas sobre los estudios de impacto ambiental. Ninguna obra puede ser construida en la Ciudad sin un certificado de aptitud ambiental. Los túneles tienen el suyo, pero los auditores verificaron una serie de irregularidades en la emisión de ese documento y una "llamativa celeridad" en la elaboración de los dictámenes e informes técnicos. Eso no es todo: los auditores también denunciaron una participación acotada de los organismos especializados en los estudios sobre estabilidad de los suelos y sobre el comportamiento de "los cuerpos subterráneos de agua", es decir, sobre los arroyos Vega, Medrano, y especialmente el Maldonado, que tiene 4591 hectáreas de agua bajo la Ciudad, y otras 3731 hectáreas en el sudeste del Conurbano Bonaerense.

En ese aspecto, el informe señala que las audiencias públicas fueron realizadas "bajo el concepto de conveniencia y no por apego a lo que exige la ley", ya que la construcción de los túneles, fueron clasificados como una obra de "Infraestructura Hidráulico Sanitaria", que fue diseñada para "mitigar los impactos de las inundaciones producidas en la cuenca del arroyo Maldonado, para recolectar, conducir y descargar las aguas pluviales que no pueden ser escurridas o absorbidas por el terreno en condiciones naturales". La Ley 123 señala, sin excusas, que esas obras sólo pueden ser erigidas con el Certificado de Aptitud Ambiental, pero cuando los investigadores obtuvieron el expediente del trámite, descubrieron que el documento no tenía fecha, ni las firmas de los titulares ni los propietarios del proyecto. Esa ausencia, junto con la escasísima participación de los vecinos en las audiencias públicas, multiplicó las preocupaciones de los expertos. La falta del acero, no es un elemento aislado. Según el documento, que todavía duerme en algún cajón de la auditoría porteña, "el tema del acero podría estar vinculado con los problemas de rajaduras, fisuras y desprendimientos de las dovelas". Esa combinación, según los auditores, podría ser letal, especialmente porque la inyección de agua, "podría producir asentamientos de suelos no deseados por falta de consolidación". El acero de refuerzo para las paredes del túnel es clave para la firmeza de la obra. Y según el informe de la AGCBA, faltan 7410 toneladas de acero. Un saldo demasiado insuficiente para que la obra más ambiciosa de la ciudad, cumpla los cien años de duración.