En el Gran Chaco, una de las regiones más ricas en biodiversidad de Argentina, la deforestación avanza sin control bajo el manto de una práctica silvopastoril. Lo mismo sucede en la provincia de Santiago del Estero. Según un informe de Greenpeace, este método encubre un modelo de ganadería intensiva que destruye los bosques nativos y viola la Ley Nacional de Bosques.

“La deforestación para la ganadería que quieren ocultar”, es el nombre del último informe realizado por la ONG ambientalista en el que se expone que desde 2007, cuando se sancionó la Ley de Bosques, hasta junio de 2024, más de un millón de hectáreas fueron deforestadas en Santiago del Estero y 535.000 en Chaco, y más de la mitad de estas intervenciones se realizaron en zonas protegidas. 

El manejo silvopastoril es una práctica que combina la producción de ganado con la presencia de árboles en un mismo terreno y que promueve una integración sostenible entre la ganadería y los ecosistemas forestales. Desde el punto de vista técnico, los árboles deberían aportar sombra, mejorar el suelo y favorecer la biodiversidad, mientras que el ganado puede aprovechar el pasto y otros recursos sin la necesidad de afectar al medio ambiente. 

Desde 2007 hasta junio de 2024 se deforestaron más de un millón de hectáreas en Santiago del Estero y 535.000 en Chaco.

En comunicación con El Auditor.info, Hernán Giardini, coordinador de la campaña de bosques de Greenpeace, explicó que “la práctica silvopastoril debería ser sostenible y restringida a áreas donde el desmonte no está prohibido. Sin embargo, se utiliza para expandir la frontera ganadera y perjudicar a los bosques, ecosistemas y a comunidades locales”. 

Gracias al monitoreo satelital, los especialistas lograron medir el impacto negativo que esta práctica genera en los bosques. La organización analizó 1.881 lotes intervenidos bajo manejo silvopastoril. "Utilizamos imágenes satelitales desde el año 2000 hasta 2022, complementadas con relevamientos aéreos. Observamos una clara disminución de la cobertura leñosa, que se redujo del 37% al 10,6% en estos lotes", señaló Giardini y advirtió que "este proceso ha transformado los bosques en pastizales destinados a la ganadería".

El documento revela que las tierras intervenidas perdieron, en promedio, la mitad de su vegetación leñosa. El 70% de las áreas afectadas ya no funcionan como bosques, y su densidad arbórea es comparable a la de parques urbanos en Buenos Aires, con apenas 55 árboles por hectárea, similar a espacios como el Parque Centenario. Esto indica una pérdida drástica no solo de árboles, sino de toda la biodiversidad asociada a estos ecosistemas. "La pérdida de biodiversidad es enorme", enfatizó Giardini.

La deforestación no solo afecta a la flora y fauna, sino también a las comunidades indígenas y campesinas que dependen de estos bosques para su subsistencia. “Especies de plantas, insectos, reptiles y mamíferos que dependían del sotobosque ya no pueden sobrevivir en estas áreas degradadas. Solo algunas especies arbóreas maduras y algunas aves persisten, pero la mayoría de las especies están siendo desplazadas”, puntualizó.

🌳 DEFORESTACIÓN | ODS 15

Crisis climática

Por otro lado, es fundamental señalar que Argentina se encuentra entre los países más vulnerables a los efectos del cambio climático en la región. Según el Global Climate Risk Index 2023, que analiza la exposición y vulnerabilidad a eventos climáticos en 180 países, Argentina ocupa el puesto 49. El ranking refleja la alta susceptibilidad del país frente a fenómenos climáticos extremos.

Las prácticas de desmonte continúan a pesar de que la Ley Nacional de Bosques las prohíbe en zonas categorizadas como amarillas.

En este contexto, la destrucción de los bosques nativos es una de las principales fuentes de emisiones de gases de efecto invernadero. Según datos de Greenpeace, el sector de Agricultura, Ganadería y Silvicultura es responsable del 39% de las emisiones totales en el país. Además, la pérdida de bosques está relacionada con problemas como inundaciones, desertificación y desplazamientos forzados de comunidades.

Otro de los puntos críticos denunciados en el informe es la complicidad de las autoridades provinciales con las nacionales: a pesar de que la Ley Nacional de Bosques prohíbe el desmonte, en muchas zonas estas prácticas continúan. Entre 2016 y 2017, el manejo silvopastoril fue responsable del 40% de la deforestación en Santiago del Estero y Chaco. Esta práctica, que debía limitarse a la ganadería de bajo impacto, se convirtió en un desmonte gradual, pero continuo. "Lo que vemos es un desmonte diferido. Al principio se dejan algunos árboles en pie, pero con el tiempo, esos también desaparecen", señaló Giardini.

Casi el 70% de los lotes analizados que ejecutan la práctica silvopastoril sufrieron cambios de mediana y alta intensidad en la estructura y el  funcionamiento del bosque.
Casi el 70% de los lotes analizados que ejecutan la práctica silvopastoril sufrieron cambios de mediana y alta intensidad en la estructura y el funcionamiento del bosque.

El informe es una herramienta para tomar acción urgente y frenar la deforestación. "Es necesario prohibir estas prácticas y fortalecer los controles para detener los desmontes ilegales", subrayó Giardini. Además, expresó preocupación por la reciente eliminación del fideicomiso para la protección de bosques nativos, que afectará directamente la capacidad de las provincias para controlar la deforestación y prevenir incendios.

Auditorías sobre el tema

La Auditoría General de la Nación (AGN) reiteró en varias ocasiones el incumplimiento de la Ley de Bosques en Argentina. En una auditoría aprobada en 2021, se identificó la falta de reglamentación de las metas e indicadores necesarios para un seguimiento efectivo del ordenamiento territorial, revelando que 16 provincias tenían ordenamientos desactualizados, la mayoría con más de cinco años de antigüedad. Además, se detectaron debilidades en los procesos participativos, como conflictos con comunidades originarias y la ausencia de mecanismos de difusión y registro documental.