Estados Unidos no ha podido superar la cruel Guerra de Secesión (1861-1865) que dividió al Sur esclavista del Norte decidido a crecer sin distinciones, guiado por Abraham Lincoln. La grieta no se cerró. El odio racial sigue vigente. La policía persigue y humilla a los afroamericanos más que a los blancos. No consiguieron derechos civiles ni acceso a los altos estudios hasta la mitad de los años 60 del siglo pasado. Eso costó el asesinato y la persecución implacable de sus líderes. Fueron y son las víctimas de la desigualdad: los más pobres y más desocupados en el país.

Pelearon y murieron, pero integrando batallones separados de los blancos en la guerra civil, en la Primera Guerra Mundial (Estados Unidos participó entre 1917 y 1918), en la Segunda Guerra Mundial y en la Guerra de Vietnam. En esos conflictos armados eran los encargados de llevar el armamento y las cargas más pesadas o funcionaban como cocineros, como si se tratara de soldados de segundo rango.

Recién después de Vietnam fueron reconocidos como oficiales con altos rangos, no solo en la Marina y en el Ejército sino también en los sistemas de seguridad del país, incluyendo la policía o la centrales de "inteligencia" como la CIA y el FBI.

Pero el racismo, como problemática, no concluyó. Y reverdece en tiempos de crisis económicas y políticas. La elección de Barack Obama, en su momento, como presidente, fue casi un milagro. Sus opositores, los integrantes del Partido Republicano, en especial Donald Trump, lo acusaron de haber nacido en África y por lo tanto no correspondía ser elegido para la más alta autoridad nacional. Pero Obama llegó lejos, a la titularidad de la Casa Blanca, aunque no pudo o no lo dejaron solucionar montones de conflictos tras la tremenda crisis financiera de los créditos subprime, una estafa deliberada que se expandió por el mundo llevando a muchos bancos al cierre y a una altísima desocupación mundial en el año 2008.

Prometió, pero no pudo cumplir la retirada de las tropas en Irak y en Afganistán que todavía siguen allí, bajo los tiros de los extremistas.

En estos días el presidente Donald Trump, muy rechazado por la mayoría de la ciudadanía por sus torpezas e ignorancias (en especial en el manejo de la pandemia provocada por el COVID-19) salió a acusar a la elegida como candidata a la vicepresidencia por el Partido Demócrata, un partido también apoyado ahora (sorprendentemente) por varios líderes republicanos vergonzosos de la gestión de Trump. Todo se decidirá el próximo 3 de noviembre y sin campañas proselitistas, por la pandemia.

La candidata se llama Kamala Harris y es una combatiente senadora, joven (con respecto al candidato a presidente Joe Biden, de 77 años). Es conocida como una ardiente defensora de los derechos civiles y por sus preocupaciones por la desigualdad económica. Kamala es víctima de dos prejuicios: el sexismo y el racismo. Es norteamericana de nacimiento, hija de inmigrantes que no son blancos. Su padre es jamaicano y la madre de la India.

En situación de crisis ante las elecciones, Donald Trump volvió al recurso de acusarla de no ser estadounidense (birther conspiracy), el mismo manual que utilizó contra Obama, poniendo en duda si legalmente puede ser elegida.

Trump se basó en un artículo periodístico firmado por el conservador John Eastman, en la revista Newsweek, quien difunde la idea que la Constitución no concede la ciudadanía "por nacimiento". Agregó el articulista que los padres de Kamala eran "visitantes temporales" (no es cierto) y por lo tanto su nacimiento es la de "un niño ancla", de padres foráneos.

Sin embargo, la ley y la jurisprudencia benefician en todo a Kamala. La enmienda 14 de la Constitución (1868) le da la ciudadanía a las personas nacidas en territorio estadounidense. El status inmigratorio de los padres es indiferente. Y Trump lo sabe. En 2018 él mismo anunció que intentaría acabar con la ciudadanía por nacimiento con una orden ejecutiva pero nunca lo hizo. O le dijeron que era una locura su pretensión.

Importantes juristas aseguraron que la nota del articulista Eastman equivale a decir que la tierra es plana. Trump se dedica a difundir conspiraciones en especial con sus rivales políticos y los que no son blancos. Además, califica a la candidata como "la pregonera del fin del país". En materia de comunicación política es "el discurso del miedo". Las encuestas no lo favorecen en absoluto.

Todos los otros candidatos demócratas que renunciaron a la carrera por la presidencia felicitaron a Biden por su elección. Kamala representa otra generación y su pensamiento es muy liberal (al estilo norteamericano), tiene una preocupación por la desigualdad.

El sistema electoral norteamericano es muy intrincado. Pesan los Colegios Electorales y no los votos, lamentablemente. En la elección en la que salió favorecido Trump, la más votada fue su contrincante demócrata Hilary Clinton, una política de talento. Sin embargo,el actual presidente fue ungido por el sistema electoral. La misma suerte corrió el demócrata y anterior vicepresidente Al Gore frente a George Bush en el año 2000.