Los intelectuales exiliados del nazismo
La llegada de Hitler al poder en 1933 en Alemania obligó a la fuga definitiva al exterior de intelectuales, músicos y científicos, ahogados por la violencia física y persecutoria. La mayoría logró llegar a Inglaterra. Otros arribaron a los Estados Unidos o a América Latina.
En Europa muchos se negaban a emigrar. Entre ellos André Breton, Marc Chagall, Maz Ernst, Alma Mahler y el gran poeta Franz Werfel. En poco tiempo tomaron conciencia que no les quedaba otra alternativa que conseguir otra geografía donde asentarse. Dos puertos eran los puntos de salvataje, pese al peligro de los submarinos que torpedeaban a todo barco que no tuviera la bandera germana: Lisboa y Marsella.
Hubo diferencias entre las naciones receptoras de los exiliados. En Estados Unidos, bajo la presidencia del demócrata Franklin D. Roosevelt, hubo declaraciones antisemitas y xenofobia. Sin embargo, desde abril de 1933, los delegados de la Fundación Rockefeller comenzaron a plantearse la manera de ayudar a los eruditos alemanes.
Por otro lado, los matemáticos estadounidenses observaban la situación de los recién desembarcados y planearon ayudarlos de cualquier manera. Fueron los que más colaboraron: introdujeron en sus cátedras, sin consultar a nadie, a sus colegas germanos.
También llegaron a EE.UU 113 biólogos de relieve, 107 físicos de primera categoría. En la Casa Blanca, Eleonor Roosevelt, la esposa del presidente, convenció a su marido y fundaron el Comité de Rescate Urgente que recaudó en pocos días 3.000 dólares para ofrecerles respaldo a los exiliados.
Muchos artistas y estudiosos huyeron a Ámsterdam, antes de la invasión a los Países Bajos por las tropas germanas. Llegaron a Estados Unidos 104.000 refugiados alemanes y austríacos, entre los que había profesores universitarios y 1500 periodistas. Pronto crearon la institución de la "Liga Libre de Artistas".
Por su parte, en Inglaterra hubo ayuda colectiva. Se fundó, por ejemplo, la Sociedad de Emergencia para Estudiosos Alemanes en el exilio.
Artistas en el exilio
La politóloga Hannah Arendt intentó ocultarse en París pero fue capturada y enviada a un campo de concentración. Sólo una manifestación y reclamo masivo de intelectuales norteamericanos logró rescatarla y llevarla a los Estados Unidos. Allí, Arendt se radicó en Nueva York y, junto con figuras brillantes que habían sido docentes en la famosa Escuela de Frankfurt, fundaron "The High School of Social Research".
La escuela está ubicada a la vuelta de la New York University, en el sur de la ciudad. En ella se formaron filósofos y librepensadores. Desde allí, Arendt recopilaba trabajos y los publicaba como una contribución al esclarecimiento de la crisis mundial y a la casi inminente Segunda Guerra Mundial.
Varios universitarios argentinos han pasado en las últimas décadas por los pasillos de la High School, especialmente los dedicados a las ciencias sociales y al pensamiento crítico. En ella fueron profesores Erich Fromm, Claude Levi-Strauss y Erwin Piscator.
Otro de los emigrados famosos del régimen nazi fue el músico Arnold Shoenberg. De origen judío y convertido al catolicismo, fue acusado de formar parte de una especie de "bolcheviquismo cultural". No le fue fácil a Shoenberg la adaptación: el invierno era crudo, su inglés insuficiente, no contaba con demasiados alumnos y los directores de orquesta encontraban muy difíciles sus composiciones.
Muchos artistas sufrieron cuando los nazis realizaron la exposición del "Arte Degenerado" en Munich en julio de 1937 y mostraron los trabajos que habían abandonado con la urgencia del exilio.
En contraposición, en 1942 Pierre Matisse, el hijo del pintor francés Henri Matisse, organizó una exposición titulada "Artistas en el exilio". Existe una fotografía tomada durante la misma en la que aparecen Marc Chagall, Max Ernst, Fernand Léger, Kurt Seligmann, Piet Mondrian, Otto Dix, Eugene Berman, Hannah Arendt y otros más, muy bien vestidos y con un aire de elegancia. Entre enero de 1933 y diciembre de 1941 (cuando Hitler le declara la guerra a Estados Unidos) los exiliados aportaron todos sus conocimientos a Washington.
Otra muestra de las consecuencias del masivo exilio provocado por Hitler son las conferencias que Benjamín Franklin celebró en la Universidad de Pensilvania durante la primavera de 1952. En nombre de los emigrados hablaron Franz Neumann (ciencias sociales), Erwin Panofsky (historia del arte) y Henri Peyre (estudios literarios).
Por su parte, el escritor austríaco Stefan Zweig encontró amparo en Estados Unidos, pero no quedó conforme. Viajó entonces a Brasil con su segunda mujer, seducido por el trópico. Pero las noticias de Europa eran cada día más calamitosas. La pareja terminó suicidándose con un veneno mientras dormía, en 1942.
Pocos meses después la guerra pegó un viraje increíble cuando los rusos vencieron a los alemanes en la batalla por Stalingrado donde se peleó por meses casa por casa. El remate fue la victoria rusa de 1943 en la batalla de tanques más importante de la historia de la humanidad: Kursk. A partir de esta segunda gran derrota, el ejército alemán comenzó a retroceder hacia su país.