Publicado en el suplemento

Acciones para la Participación Ciudadana, en diario Perfil

Desde chico, Lucas Saucedo ya se hacía a la idea de para dónde rumbearía su futuro. Es hijo de Guillermo, uno de los más grandes exponentes de la esgrima argentina, y nieto de Raúl, primer campeón sudamericano de la disciplina y finalista en los Juegos Olímpicos de 1932, que se disputaron en Los Ángeles. Ahí ya había una huella, un camino marcado. Pero para seguir los pasos de ambos, también debería convertirse en maestro, casi a modo de legado.

Y así fue. Lucas tiene 51 años, entrena a la Selección Argentina de esgrima desde los Panamericanos de 2007 y acompañará por tercera vez consecutiva en un juego olímpico a Belén Pérez Maurice, con quien ya se encuentra entrenando en Roma para llegar de la mejor manera posible a la competencia. La deportista es la cuarta argentina en clasificar para tres competencias olímpicas consecutivas: ya participó en Londres 2012 y en Río de Janeiro 2016. 

La esgrima deportiva es una disciplina de combate en la cual se enfrentan dos adversarios con su correspondiente protección y se utiliza un arma blanca, ya sea una espada, un sable o florete. El objetivo es tocar en la parte válida del cuerpo del rival, que varía según el arma utilizada, para recibir un punto.

En diálogo con Acciones, Saucedo cuenta cómo es la etapa previa de Tokio 2020, la preparación, los miedos, el desafío y los cuidados para no contagiarse coronavirus, uno de los principales temores que afrontan los deportistas antes de esta competencia tan particular.

- ¿Dónde das clases?

En la Fundación Argentina de Esgrima, que creé en 2006 después de haber vivido en Estados Unidos, de donde copié la idea. También doy clases en la Universidad de Quilmes (UNQui).

- También competiste en su momento…

Estuve en la Selección Argentina durante mucho tiempo, pasé por todas las categorías: infantil, cadete, juvenil y mayor. Fui a todos los torneos posibles, campeonatos sudamericanos, panamericanos, mundial, pero nunca pude clasificar a un juego olímpico.

- ¿Se puede decir que sos el descubridor de Belén?

Belén trabaja conmigo desde que se inició en la esgrima. En 2001, yo daba clases en el club Círculo Militar, donde ella hacia saltos ornamentales. Pasé por la pileta, donde solía buscar chicos para que se iniciaran en la esgrima, la vi a ella, que por entonces tenía unos 12 años, y creo que el destino nos unió.

- ¿Cómo te imaginás estos Juegos teniendo en cuenta el contexto?

Me los imagino como el juego del no se puede, porque no se puede salir a pasear, a ver estadios, a observar otros deportes, es un juego olímpico extremadamente diferente. Como exatleta y entrenador estamos acostumbrados a soportar ciertas situaciones, pero esta es nueva, es lo que toca y hay que acostumbrarse.

Es un juego con más estrés. Siempre se trata de ganar o perder, pero acá lo primero que hay que lograr es llegar sano a Tokio. Hay atletas que se contagiaron ya en Italia, en la preparación previa. Hay que tener cuidado de no lesionarse, llegar con confianza y no contagiarse un virus que es muy dañino, a unos les toca suavemente y a otros los puede matar. Con ella hacemos el recorrido del entrenamiento a la casa y viceversa, sin volverse loco, pero con mucho cuidado.

- ¿Trabajan con psicólogos o psicólogas deportivos?

No, trabajamos desde el sentido común. Por ejemplo, nos habían invitado a Florencia, donde tenemos amigos, y dijimos que no por peligro a tomarnos un tren y compartir el espacio con otra gente.  Sí tratamos de mantener la calma. Cuando uno se angustia, hay que pensar qué se puede hacer para bajar el porcentaje de peligro. Se puede disfrutar, pero un poco menos. Estar casi sin público es frustrante para un atleta. Uno compite para uno y para el público.

- ¿Cómo será la vida en la villa olímpica, donde solían encontrarse deportistas de distintos países y disciplinas?

Por ejemplo, tengo entendido que para ir a un comedor va a haber una aplicación de celular en la que hay que anotarse y reservar un lugar. Lo mismo para actividades de recreación o contacto con la prensa. Entiendo que va a ser un juego extraño, pero no deja de ser una competencia para la que trabajamos durante cinco años.

- ¿Da tranquilidad saber que están vacunados?

Todos fuimos vacunados con el esquema completo. Fue un requisito de la organización, pero no era obligatorio, aunque teniendo la vacuna hay más libertad de movimiento. Da cierta tranquilidad porque se supone que, si toca la enfermedad, será más leve. Pero cada día se descubren nuevas variantes del virus y eso genera algo también.