El pasado
Ahí está el pasado, siempre presente. El pasado que se empeña en ser cada vez más grande. Que acumula, como un coleccionista morboso y desalmado, daños y heridas calientes.
Un pasado, el propio, el tuyo. El tallador generoso que pule y cincela, buscando en personas y afectos la materia eterna para modelarnos sonrisas, nostalgias y confianza.
El pasado caja fuerte y campo abierto, golpeando y acariciando los proyectos y el futuro.
Ese pasado que en el duelo duele. Que se nos pone, en paradoja, delante y nos impide y, desde la espalda, nos moviliza. Que enseña siempre en modo presencial.
Mi pasado, el tuyo, que hace callos, cicatrices, que abona la tierra. Que nos escribe, de improviso, con la pluma del recuerdo y la tinta invisible del olvido. A ese pasado, lleno de errores y aciertos, le hablo, le susurro y le reclamo, en el orden que corresponda: perdón, gracias.