San Martín Gobernador: un ejemplo de líder y estadista exitoso
Cuál es el legado de uno de los padres fundadores de la Patria. Sus aportes a cargo del gobierno de Cuyo y su papel en la declaración de la Independencia.
Próximos a cumplir los 40 años ininterrumpidos de democracia es oportuno rescatar las enseñanzas de los hombres y mujeres que fundaron la Nación, quienes con una sólida formación y preparación intelectual, pero al mismo tiempo con gran esfuerzo y sacrificio, fijaron el rumbo de los primeros años de existencia y sus enseñanzas son “luces del pasado que siguen alumbrando nuestro presente” al decir de la historiadora Fabiana Mastrangelo.
Agosto es un mes de efemérides sanmartinianas. Un día 10 de agosto pero de 1814 el director supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Gervasio Antonio de Posadas, nombró a José Francisco de San Martín como titular de la Gobernación Intendencia de Cuyo, con sede en Mendoza tal como reza del decreto de designación: “a su instancia y solicitud”. Así el plan de liberación continental que San Martín que había terminado de redondear en el Norte, en consulta con su amigo y camarada Manuel Belgrano y otros militares norteños y alto peruanos, concretaba su primer paso hacia la libertad: la Gobernación de Cuyo.
Como gobernador, San Martín inició una intensa actividad administrativa para convertir a la provincia en una nueva fuente de recursos para la causa de la independencia activando los sentimientos patrióticos de sus habitantes y obteniendo así la colaboración del pueblo de San Juan, San Luis y Mendoza. Desde su "Ínsula Cuyana" mantuvo comunicación con todos los referentes políticos y militares de las Provincias Unidas del Río de La Plata convirtiéndose en el principal impulsor y guía del Congreso de Tucumán, en tanto que puso en pie de guerra al Ejército de los Andes, condujo la guerra y delineó la epopeya del Cruce de Los Andes.
Mientras comenzaba una relación de esfuerzo y trabajo mancomunado con los cuyanos para poner en pie de guerra la región, agudizaba su comunicación con Buenos Aires solicitando los recursos para la formación del Ejército Libertador, al tiempo que recababa información de lo que sucedía en el Norte, en la Banda Oriental y en Buenos Aires. En Cuyo, dio impulso a la economía, la agricultura y la industria, impuso un severo plan de ahorro y ajuste fiscal de las cuentas públicas y desplegó su plan político - militar desde la cuna de la libertad.
San Martín convirtió la Gobernación Intendencia de Cuyo en un Estado presente, fuerte y omnipresente en todos los aspectos de la vida de sus habitantes impulsando la salud, la educación, el reordenamiento territorial, la organización de la hacienda pública y el desarrollo económico como principales herramientas de su gestión gubernativa, pues necesitaba una provincia fuerte y pujante que le diera los recursos necesarios para llevar a cabo la suprema misión de la Libertad de América.
Siguiendo los preceptos y principios económicos expuestos por su amigo y aliado Manuel Belgrano, el primer economista argentino, comprendió que el fomento de la agricultura, la regulación y ampliación del comercio y la promoción de la industria constituían la fuente de recursos que necesitaba para solventar la empresa de la libertad de América.
Entre octubre de 1814 hasta enero de 1817, Mendoza, San Juan y San Luis dieron todo lo que tenían para satisfacer las demandas del líder americano. El mismo San Martín se asombraba de lo que los cuyanos habían logrado y de allí su famosa frase: "...estoy en la Inmortal Provincia de Cuyo y aquí todo se puede, todo se hace...". Las familias y los principales dirigentes de aquellas provincias destacaron el esfuerzo mancomunado en pos de la causa y dos dirigentes fueron claves en la estrategia de colaboración ciudadana y desarrollo económico: el doctor José Ignacio de la Rosa en San Juan y el coronel Vicente Dupuy en San Luis.
Impulsor del Congreso de Tucumán
San Martín cumplió una labor política fundamental convirtiéndose en el principal impulsor de la reunión del Congreso de Tucumán, tal es así que su pluma inquietó a la clase política de Buenos Aires y del antiguo Virreinato orientando los ánimos hacia la independencia de América,
A partir de mediados de 1815, luego de la caída del directorio de Alvear y hasta la Declaración de la Independencia, su prédica la realizó a través de las cartas que le envió enviadas al diputado por Mendoza Tomás Godoy Cruz. En una carta el 24 de Mayo de 1816, San Martín le respondía: “Veo lo que usted me dice sobre el punto de la independencia: no es soplar y hacer botellas; yo respondo a usted que mil veces me parece más fácil hacerla que el que haya un solo americano que haga una sola(botella).”.
De esta forma a través de los diputados por Cuyo Francisco Narciso de Laprida y Fray Justo Santa María de Oro por San Juan; Tomas Godoy Cruz y Juan Agustín Maza por Mendoza y Juan Martín de Pueyrredón por San Luis, todos quienes actuaban bajo el influjo y órbita política de San Martín, pugnará hasta el cansancio por la reunión del Congreso de Tucumán y la Declaración de la Independencia, neutralizando las opiniones en contra y tratando de zanjar las diferencias: en el Litoral entre el Gobierno Central y Artigas y en el norte, entre Güemes y Rondeau, en tanto en las provincias los caudillos comenzaban a jugar un rol central.
Las diferencias internas entre los principales líderes de las Provincias Unidas del Río de la Plata lo ponían en alerta y desde Mendoza San Martín no cesará en su prédica de unidad a través de sus amigos Belgrano y Guido, el director supremo Juan Martín de Pueyrredón y gran parte de los diputados que integraron el Congreso Soberano; así desde la tierra mendocina intentó encauzar y contagiar a todo el espectro político y militar del Río de la Plata, Chile y Perú de la flama libertadora, sorteando obstáculos, muchas veces sólo, en una lucha desesperada contra el tiempo y con pocos recursos; pero siempre con la mente, la voluntad y el espíritu fijo en su misión: la Libertad de América.
El gran americano que hoy evocamos, modelo de líder en todo el mundo y que antepuso su destino, familia, bienestar y a veces hasta su propia vida en pos de la misión a la que se consagró, demostró en su vida una total coherencia de pensamiento, palabra y acción lo que, como él mismo decía "le dio el derecho a ser creído" pues su palabra empeñada se traducía en una cuestión de honor, en cada batalla librada, acción de gobierno, proclama, ley o decreto que salió de su pluma, nos legó su ejemplo de gobernante probo, honesto y transparente consagrado al servicio del pueblo y la libertad e independencia de América.
En este año en que nuestra República recuerda aquel gran logro de unidad y agenda común de la recuperación de la Democracia, el legado de los padres fundadores cobra un sentido muy especial.