Hubo alguna demora hasta que Larreta decidió proclamar su victoria y comunicar a los militantes del PRO que su contrincante lo había felicitado telefónicamente. La tardanza fue el tiempo que los líderes del PRO consumieron analizando un resultado que, lejos de fortalecer a su líder de cara a las elecciones presidenciales, siembra algunos interrogantes.

Rápidos de reflejos, los encuestadores ensayaron algunas explicaciones a la hora de analizar las fallas en los sondeos y hasta en las bocas de urna que daban ganador a Larreta por una diferencia del orden del 10 por ciento. Los votantes del PRO que se salieron de la Ciudad por las vacaciones de invierno fue una de ellas. Los datos confirmaron una baja en la participación respecto de las PASO del 73 por ciento a un 68,3. Pero lo que resultaba realmente inexplicable era la migración masiva de los votos que Mariano Recalde hacia la cuenta del candidato de ECO, quien a pesar de la derrota pareció anoche ser el único que tenía algo para festejar. Migración que muestra, por otra parte, la debilidad que tuvo la estrategia del PRO con respecto a cierta promoción del voto en blanco que de todas maneras subió del 1,9 al 5,5 por ciento-, y que obliga al macrismo a repensarse políticamente. Prueba de ello fue el discurso que ensayó el líder partidario en el búnker del PRO en Costa Salguero, en el que se notó un claro cambio de rumbo, dirigiéndose a los sectores más esquivos a sus políticas en base a dos ejes conceptuales: la AUH y la nacionalizaciones de las empresas, como YPF y Aerolíneas Argentinas, antes blanco de críticas furiosas. La preocupación principal para Macri radica en el hecho de que Larreta, su candidato predilecto y por quien tanto hizo en todos estos meses, terminó imponiéndose por una diferencia menor a las que el mismo había logrado en los ballotages de 2007 y 2011. Por supuesto que, más allá de las preocupaciones que trajeron los números finales al PRO pensando en las elecciones de agosto, donde el macrismo disputará liderazgo con el radicalismo de Sanz y Elisa Carrió, la obtención de un nuevo y tercer mandato al frente de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires durante otros cuatros años, todo un récord para una fuerza política porteña, habla del apoyo que luego de ocho años de gestión sigue conservando el PRO en su feudo principal. Eso sí, el PRO deberá revisar lo actuado durante la campaña, ya que esta vez, tras haberse impuesto en primera vuelta en las 15 comunas porteñas, el delfín político de Macri, sólo consiguió ganar en seis, ya que en las nueve restantes ganó el ex ministro de economía.

Mientras Macri hace cuentas y orienta su mensaje político hacia las clases populares, Larreta deberá aprender a gobernar la ciudad con una segunda fuerza, la de Lousteau, con la que deberá disputar terrenos en una lucha que se presenta dura, cuerpo a cuerpo. Aunque la batalla por la ciudad tendrá seguramente una tregua al menos hasta que se diriman las candidaturas presidenciales y el Frente Cambiemos, que conforman el PRO y ECO, elija a su mascarón de proa. Las encuestas señalan a Macri como el elegido, sin embargo, los números comienzan a fugarse y de ahí la indisimulable preocupación del ex presidente del Club Atlético Boca Juniors, que ahora deberá reforzar y mejorar sus estrategias previendo los movimientos que la elección muy pareja elección del domingo pueda acaso provocar en el resto de los distritos del país. De hecho, por ahora, la CABA ha sido el único distrito en el que el PRO logró cantar victoria, y lo hizo por una diferencia por demás preocupante. Visto desde este ángulo, resulta clarísima la preocupación y las operaciones de prensa que desde el partido de los globos de colores se ensayaron para intentar bajar al candidato de ECO del ballotaje.

En lo que en definitiva ocurrió, parecía centrarse la preocupación del PRO previa a los comicios y la estrategia fallida de intentar que el candidato del ECO se bajara del ballotaje. Para Lousteau, incluso más allá de la euforia por los números finales a pesar de la derrota, queda por delante el trabajo de afianzar a ECO como segunda fuerza política en la Ciudad, y trabajar para intentar coronar en 2019. Claro que no estarán con el los votos que le llegaron del FpV; el pragmatismo suele ser cortoplacista. Eso sí, nadie podrá discutir que Lousteau ha conseguido algo que en política vale mucho, instalarse como primera alternativa al cambio. Desde ese lugar llamó a recuperar la ética y la honorabilidad en la gestión.

También tendrán mucho trabajo por delante los referentes del kirchnerismo porteño, quienes tendrán seguramente que analizar el cuadro de situación para renovar sus estrategias para intentar seducir a los votantes de la ciudad y acortar la brecha que se le suele presentar en este distrito que históricamente ha sido refractario para el peronismo.

Hoy empieza un nuevo de desafío, remarcó Rodríguez Larreta, economista de profesión, en su primer discurso de Jefe de Gobierno porteño electo. Lo hizo rodeado de su familia y junto a Diego Santilli, quien será su segundo al mando del ejecutivo. Se trató de un festejo contenido, sin dudas. Porque más allá del triunfo, las cuentas finales mostraban una baja del orden de los 8 puntos con respecto a los números que el propio Macri obtuvo en sus dos elecciones previas, una pérdida que se puede estimar en el orden de los 200 mil votos. Lo suyo no es precisamente el carisma, se nota, pero nadie en el PRO pensará acaso en pasarle al futuro Jefe de Gobierno la factura. Como escribió Jorge Luis Borges en su poema Ajedrez, la pieza es movida por la mano, la mano es movida por el hombre, el hombre es movido por Dios, y o que habrá que pensar entonces es qué Dios detrás del Dios, la trama empieza.

(*) Sociólogo y periodista