El país anfitrión permite que se construya la ciudad y la supervisa. A estas ciudades se les llaman ciudades libres, porque las personas optan libremente ser parte de ellas, aceptando sus reglas.

Las ciudades libres comienzan como un pequeño proyecto pero, a medida que crecen, pueden convertirse en modelos de una buena política, justicia y prosperidad. Ya que estas ciudades comienzan siendo pequeñas y dentro de las fronteras nacionales, entrar o salir de ellas es fácil y seguro. Incluso una nación pequeña puede contar con varias ciudades libres las cuales compiten entre sí para ofrecer a sus ciudadanos mejores leyes y servicios públicos.

Las ciudades libres refinan la idea de "zonas libres", a veces llamadas "zonas económicas especiales o zonas de desarrollo. Estas zonas son pequeños parches de tierra con diferencias en política fiscal o legislación. Muchas de estas zonas han creado empleos y atraído inversiones, pero han hecho poco para abrir el acceso a herramientas para la iniciativa empresarial de los pobres del mundo.

En vez de enfocarse únicamente en los impuestos, las ciudades libres traen el juego completo de herramientas que los pobres necesitan para construir un negocio exitoso y tener una vida mejor.

Es el momento de dar a los pobres las mismas herramientas que cualquier empresario necesita. Con las ciudades libres podemos democratizar el acceso a una buena ley y gobernanza. Podemos incluir a todas las personas en el crecimiento de una nación al permitir que incluso el empresario más pobre tenga la oportunidad de florecer.

Las ciudades libres son una nueva oportunidad para otras importantes innovaciones en cuanto a gobernanza y la comunidad. Las ciudades pueden probar una transparencia del gobierno radical para combatir la corrupción, utilizando nueva tecnología que puede no ser adecuada en ciudades existentes.  Las redes de telecomunicaciones, el nuevo diseño urbano y la arquitectura amigable con el medio ambiente pueden todas encontrar un espacio en nuevas ciudades libres.

Cuando las ciudades libres compiten, los ciudadanos ganan. Podemos dar a los pobres las herramientas que necesitan para dejar que sus ideas tomen vuelo. No es necesario que más personas mueran o abandonen a sus familias para cruzar una frontera tratando de crear una vida mejor. En su lugar, ellas pueden encontrar un brillante futuro en una ciudad libre.

Miembro de Free Cities Institute. Universidad Francisco Marroquín, Guatemala.