La legitimidad del modelo en las urnas
Por Facundo Martínez*. El contundente triunfo de Cambiemos en las elecciones de medio término pone sobre relieve la aceptación popular que tienen en el electorado las medidas políticas y económicas del Gobierno de Mauricio Macri.
Una legitimidad sostenida en los números con los que impuso en la mayoría de las provincias, incluyendo la de Buenos Aires, donde el candidato a senador Estaban Bullrich le sacó 4 puntos de ventaja a la ex presidenta Cristina Fernández; la de Córdoba donde obtuvo 48 puntos, 18 más que la lista del gobernador Juan Schiaretti; Santa Fe, donde incluso consiguió dar vuelta el resultado de las PASO y se impuso con el 38 por ciento frente al candidato de Unión Ciudadana, Agustín Rossi (25 por ciento) y frente a la lista del oficialismo socialista que se quedó con el tercer puesto y apenas un 14 por ciento; Mendoza, con un amplio triunfo del oficialismo que superó el 45 por ciento; Entre Ríos, donde también se impuso frente al oficialismo peronista con un 53 por ciento de los votos.
Triunfos todos contundentes a los que hay que sumarle la indiscutible victoria de Elisa Carrió en la Ciudad de Buenos Aires, donde arrasó con un 51 por ciento. Y lo que ocurrió en Santa Cruz, donde Cambiemos se imponía con un 43 por ciento, casi 12 puntos por arriba de la lista del Frente para la Victoria impulsada por la gobernadora Alicia Kirchner.
Cambiemos se impuso en trece provincias pero lo más significativo es que logró superar incluso su proyección de las PASO, mejorando sensiblemente los porcentajes que había obtenido hace tres meses y ganando en provincias en las que no había ganado entonces.
Con los diputados y senadores que sumó a sus bloques en estas elecciones, Cambiemos mantendrá, aunque mejor nutrida, su condición de primera minoría en la Cámara Baja y probablemente se establezca también como primera minoría en la Cámara Alta, que sigue contando con una mayor porción de senadores peronistas y del Frente para la Victoria.
En principio, no haber alcanzado la mayoría propia no será un impedimento para el Gobierno que con el respaldo de gestión obtenido a nivel nacional logró el impulso que necesitaba para llevar a cabo una serie de reformas que ha venido anunciando en materia laboral, política, fiscal y judicial, para las que necesita gestionar alianzas con otras fuerzas políticas. La habilidad en este sentido la ha demostrado en las más de cien leyes que lleva aprobadas en el Congreso desde diciembre de 2015.
Confirmamos nuestro compromiso con el cambio, así resumió Macri el triunfo de Cambiemos en estas elecciones. Está claro que se inicia una nueva etapa en la Argentina, de profundización del modelo económico y político, tanto como quedó clara la posibilidad que, a partir de ahora, se abre delante del Presidente para ir por un segundo mandato en 2019. Claro que para eso todavía falta mucho. Dos años que estarán marcados, sin dudas, por el rumbo económico y por los resultados de las reformas en danza.
La reforma fiscal, de la comenzó a hablarse en el último mes contempla, cambios en lo tributario y lo previsional, que el Gobierno considera claves para tentar a los capitales productivos del mundo para que inviertan en el país. Esta reforma incluye también la eliminación de impuestos y contribuciones de los empleadores que tiene como finalidad, entre otras cosas, el blanqueo de trabajadores en negro, pero lo más importante una nueva etapa en las relaciones de trabajo marcadas por una mayor flexibilización. El desafío laboral requiere reformas pero no planteando etiquetas ideológicas que nos alejan de la realidad, sino mesas concretas de trabajo para generar más y mejores condiciones de trabajo, había adelantado la semana pasada el jefe de Gabinete, Marcos Peña.
Por su parte, los ministros del Interior, Rogelio Frigerio, y de Hacienda, Nicolás Dujovne, vienen trabajando con el consenso de los gobernadores en un proyecto de ley que apuntan a reducir el gasto y, por ende, el déficit fiscal de las provincias.
En el plano judicial, el 2018 contempla la introducción de cambios en el Poder Judicial, con la modificación del Consejo de la Magistratura y las reformas del Código Penal, entre otros objetivos. Y, en el plano político, el Gobierno trabaja en una ley para reformar el INDEC, instituto al que pretender otorgarle autarquía e independencia patrimonial. También buscará concretar la reforma electoral que no pudo imponer en estos primeros dos años de gobierno, con modificaciones en el régimen de las PASO, el financiamiento de las campañas políticas y el establecimiento del voto electrónico.
Tendrá espacio y aire el Gobierno para revisar su actuación en el caso de Santiago Maldonado, mientras la investigación continúa su curso con el objetivo de establecer las causas, las circunstancias de su muerte y, por supuesto, las responsabilidades de todos los actores intervinientes.
La oposición tendrá su propio trabajo para los próximos años. El kirchnerismo deberá primero analizar las causas de los resultados finales en Buenos Aires, donde CKF sufrió su primera derrota en comicios nacionales, y deberá atender la dificultad que tiene para romper su techo a nivel nacional. Tendrá dos espadas de peso en las ambas cámaras, la ex presidenta en la Alta y el santafesino Rossi en la baja. Sin embargo, tanto esta fuerza como el peronismo fragmentado de estos días, deberán realizar un trabajo interno importante para buscar el fortalecimiento que vienen perdiendo desde la derrota frente a Cambiemos en 2015. Reclamarán espacios en este sentido los gobernadores aliados como el puntano Alberto Rodríguez Saá, que consiguió el domingo dar vuelta los resultados de las PASO para ganar dos bancas en el Senado, así como el formoseño Gildo Isnfrán, otro de los flamantes ganadores en estas elecciones junto al tucumano y ex ministro de Salud del gobierno de Cristina, Juan Manzur, o el pampeano Carlos Verna, otro que consiguió reponerse, aunque por mínimas diferencias, de los números negativos de las PASO.
La tarea no será sencilla. La presencia de Cambiemos a nivel nacional es ahora grande y el desafío será volver a tener presencia principalmente en esos lugares que se les fueron de las manos. Deberán reanalizar sus posiciones Sergio Massa y Florencio Randazzo, así como Martín Lousteau, los que más capital de votos perdieron en estas elecciones.
*Sociólogo y periodista.