Un informe aprobado en 2018 por la Auditoría General de la Nación (AGN) reveló que los sindicatos no cumplen con la Ley de Cupo Femenino que, entre otras cuestiones, establece un piso del 30% de mujeres en comisiones directivas. Carla Pitiot es diputada Nacional del Frente Renovador y dirigente sindical de APOC. En diálogo con ElAuditor.info y Gestionpublica.info hace un análisis sobre el rol de la mujer en los gremios.

¿Cómo ves la aplicación de la Ley de Cupo Femenino? ¿Por qué razones cuesta llegar a los órganos directivos?

- Las mujeres participan muchísimo en los sindicatos pero cuando se definen los cargos directivos no tienen las mismas posibilidades. La Ley de Cupo Sindical fue un paso enorme, pero en muchos casos no se cumple. De acuerdo a los últimos datos oficiales, las mujeres están a cargo del 18% de las secretarías o subsecretarías de los sindicatos, de las cuales el 74% corresponden a áreas de igualdad, género o servicios sociales.

Son siempre las mujeres las que estamos al frente de las marchas en las calles pero no se da la misma situación cuando hay que conformar las listas ¿Por qué? Porque la estructura sindical no escapa a la realidad de la mayoría de los ordenamientos de poder a nivel mundial. Hay un modelo que no favorece a la participación de las mujeres en la toma de decisiones, pareciera ser que la conducción es cosa de hombres. No gusta que las mujeres comencemos a disputar espacios de poder y de liderazgo. En esta lucha aún falta avanzar mucho y por eso es tan importante instrumentar políticas dirigidas a promover la participación sindical de las mujeres y su inclusión en los cargos electivos.

- El año pasado, en el marco del 8M, la auditora Graciela de la Rosa expresó que a las mujeres todo nos cuesta mucho más ¿Crees que en estos años de Ni Una Menos y movilizaciones masivas para el 8 de marzo la situación cambió?

- Creo que a partir de la marcha Ni Una Menos y del primer Paro de Mujeres del año 2016 hubo una reconfiguración del escenario en las calles, en la casa y en los lugares de trabajo. Las demandas y los reclamos se visibilizaron como nunca. De todas formas, todavía nos queda un largo camino de trabajo y desafíos para una transformación en la vida política, sindical y en toda la sociedad. Es algo que debemos lograr juntos varones y mujeres.

Es importante que entendamos que en este nuevo escenario, los sindicatos también entramos en ebullición reconociéndonos como espacios de amplificación de militancia. Hay, sin dudas, un estado de movilización y de interpelación que supone un desafío particular para que demos debates sobre las inequidades de género y eso es muy positivo.

- ¿Cuáles son los ejes que se van a trabajar para este 8M desde APOC?

- Comenzamos a programar la actividad en enero y si bien aún estamos trabajando en el armado, puedo adelantarte que este año pondremos el foco en la importancia de la participación y en los reclamos de las mujeres sindicalistas desde una visión federal. Es imposible no abordar la problemática de violencia de género porque nos atraviesa socialmente. A su vez, este año queremos hacer un reconocimiento a las mujeres de APOC que hacen de la acción gremial una vocación, una forma de vida, una oportunidad, un desafío y una verdadera revolución.

- El año pasado se aprobó en la AGN un protocolo contra la Violencia Laboral promovido e impulsado por APOC. También se firmó una carta compromiso para trabajar la temática con la Defensoría Bonaerense ¿Cuál es la importancia de contar con estas herramientas?

- Sin exagerar, la concreción de los protocolos y el compromiso de trabajar en ellos son uno de los mayores logros gremiales que tuvimos en APOC en 2018. Lo veo así porque cristalizan el trabajo que venimos realizando hace muchos años a nivel nacional e internacional ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y es fruto de una acción continua y sostenida desde el sindicato pero en conjunto con los afiliados y las autoridades de los organismos. Desde ya, contar con un protocolo de abordaje nos brindará un marco de actuación para la prevención, difusión y capacitación en situaciones de violencia laboral, lo que se traduce tanto en una herramienta de protección para los trabajadores y trabajadoras como un instrumento fortalecimiento institucional. Pero creo que lo más valioso será el trabajo que se pueda hacer desde la sensibilización, capacitación y prevención para no llegar a situaciones de violencia laboral.

Con la Defensoría Bonaerense, desde la firma de la carta compromiso, estamos trabajando en conjunto para aprobar el protocolo lo antes posible, con el apoyo del INADI. En tanto, en la Auditoría General de la Nación lo aprobamos en diciembre, en el último Colegio de Auditores, por lo que este año ya comenzará a implementarse.

- ¿Creés necesario contar también con protocolos para violencia de género dentro del ámbito laboral?

- En los protocolos que estamos trabajando se contempla la violencia de género en los ámbitos de trabajo como un tipo de violencia laboral. En términos generales, la violencia laboral atenta contra los derechos humanos, el trabajo digno y la integridad de las personas y esto comprende a la violencia de género. Al fin y al cabo la violencia laboral es una forma de abuso de poder en un ámbito específico.

Para la redacción de los protocolos trabajamos teniendo en cuenta acuerdos internacionales y leyes nacionales, como por ejemplo la Ley 26.485 que en su artículo sexto define a la violencia laboral contra las mujeres como aquellos actos discriminatorios, en los ámbitos de trabajo públicos o privados, que obstaculizan el acceso al empleo, los ascensos o la permanencia. También hace referencia a preguntas o decisiones basadas en el estado civil, la maternidad y la edad.

- Para terminar, teniendo en cuenta la pérdida de puestos de trabajos en estos años y los cierres de fábricas y pequeñas empresas ¿Cómo ves el panorama laboral para este año electoral?

- Muy complicado. Tenemos que trabajar para generar nuevos empleos, para reactivar la economía. Algunas estimaciones ubican una tasa de desempleo cercana al 10% para 2018.

Nuestro país contiene y reproduce un profundo atraso estructural que genera diferencias cada vez más crecientes entre los argentinos y en la distribución del ingreso. Las causas de esta brecha social son múltiples pero, entre ellas, las asimetrías territoriales son en gran medida responsables de esta situación. Los ricos son más ricos y los pobres son más pobres: la distancia entre ambos sectores sociales se amplió.

Mientras la OIT le pide a los gobiernos que se comprometan a adoptar mediadas a fin de hacer frente a los desafíos generados por los cambios sin precedentes en el mundo del trabajo, los sindicatos no debemos quedar afuera y tenemos que brindar herramientas a los trabajadores y trabajadoras que permitan promover el trabajo decente, sostenible y orientado a promover la igualdad de género, cuidar el empleo, aprovechar la tecnología para ampliar oportunidades y capacitación y estar preparados para el nuevo escenario laboral. Allí estará dado nuestro mayor desafío gremial.