Según la Auditoría General de la Provincia de Salta, el Hospital Ramón Carrillo de Iruya, Salta, posee Nivel de Complejidad II, pero “no se observaron los requerimientos necesarios para esa categoría” ya que “no dispone de quirófano, consultorio e instrumental de traumatología, ni unidad de cuidados intermedios”.

Tampoco cuenta con “servicio de hemoterapia, sala de espera, infraestructura para guardia médica ni sala de estar para el personal”.

El Ramón Carrillo es la cabecera del área operativa zonal que incluye 19 puestos sanitarios y 7 fijos. Los auditores señalaron que “existe una gran dispersión por cuestiones geográficas de los puestos, a los que se accede con mucha dificultad”. De hecho, “en la mayoría de los casos es con mula o a través de largas caminatas”.

De los $13,7 millones asignados para el 2014, “casi el 98% fue destinado a gastos en personal”, según detalla el informe aprobado en agosto de 2016. Los gastos en bienes de consumo representaron nada más que el 1,4% y encima “fueron subejecutados en un 10%”. Peor suerte corrieron los servicios, función a la que solo le correspondió un 0,6% del presupuesto y de ese total hubo un 40% que no se utilizó.

En relación a éste último ítem, se señala que, por ejemplo, el sistema de calefacción, que es por radiadores de agua caliente, “se encuentra fuera de servicio”. Directamente, “no se dispone del servicio de agua caliente porque las calderas están fuera de funcionamiento”.

Sobre los residuos generados por el Hospital se señala que “son recolectados en forma diferenciada y guardados transitoriamente en el Depósito de Residuos Patológicos que fue construido para dicho fin”.

No obstante, “no se capacitó al personal para una adecuada gestión”. Además, los restos líquidos diluyentes y corrosivos, provenientes de la actividad radiológica, farmacéutica y de laboratorio “se eliminan vía desagües cloacales, sin tratamiento previo”.

Sobre la farmacia, el informe que analizó la gestión 2014 del hospital de Iruya realizó observaciones alarmantes. Por un lado, quienes están a cargo del servicio “no poseen título habilitante de farmacéutico o técnico en la materia”.

Por otra parte, “no tienen un sistema de inventario permanente que les permita saber qué medicamentos ingresaron y egresaron” manifestando “una grave debilidad en el sistema de control”.

La falta de personal no es exclusiva del sector de farmacia. El hospital “cuenta con dos profesionales médicos, uno generalista y otro dermatólogo”. La Auditoría salteña remarcó que “para cumplir con el Nivel de Complejidad II que posee estaría faltando especialistas en pediatría, ginecología y cirugía”.

El Hospital realiza periódicamente pedidos de mediación y material descartable al Ministerio de Salud Provincial. Pero la Auditoría observó que la cartera local “solo le provee lo que posee en stock, lo que vuelve imposible cubrir las necesidades de insumos”. Ante ésta situación, “se utilizan recursos de arancelamiento para suplir la carencia”, es decir, se compran con fondos del Hospital.

En cuanto a la seguridad edilicia, el organismo de control detectó que “no hay un estudio de seguridad que contenga los mínimos lineamientos establecidos como un plan de emergencias con responsabilidades y funciones asignadas, formas y medios de comunicación en casos de emergencia y un plan de control y mantención de elementos de seguridad”.