En cinco años, el Zubizarreta mejoró solo la mitad de las falencias observadas por la AGCBA
Tras analizar el funcionamiento del centro de salud en 2010, el organismo de control volvió al barrio de Devoto y notó avances “satisfactorios e incipientes” en cuestiones de seguridad e higiene y en el mantenimiento de respiradores y otros equipos. No obstante, aún faltan enfermeros y se producen “excesivas demoras” para las intervenciones quirúrgicas.
Un informe de la Auditoría General de la Ciudad de Buenos Aires (AGCBA) sostiene que el Hospital Zubizarreta logró mejorar algo más de la mitad de las falencias que el propio organismo de control había detectado en 2010.
En aquella oportunidad, y tras visitar las instalaciones del centro de salud de Villa Devoto, la AGCBA había detallado 55 observaciones relacionadas con cuestiones de seguridad e higiene, mantenimiento de equipos, dotación de personal, controles alimenticios y hasta demoras para acceder a intervenciones quirúrgicas, entre otras.
Cinco años después, los técnicos descubrieron que 13 de aquellas 55 observaciones habían registrado un “avance satisfactorio”, lo que quiere decir que la administración del Zubizarreta adoptó medidas que respondieron adecuadamente con los requerimientos del informe original.
Entre esas medidas, la Auditoría puntualiza las destinadas a la “seguridad e higiene”, y enumera la “colocación de detectores de humo con alarma y sensores de movimientos en todas las áreas del hospital”, más la instalación de “salidas de emergencia en los sectores de Pediatría, Quirófanos y Radiología, todo esto con fondos de la Asociación Cooperadora”.
El informe también remarca: “La guardia ha sido remodelada y cuenta con equipamiento nuevo; el Servicio de Esterilización se encuentra en muy buen estado de mantenimiento, (sumó) protocolos de procedimientos y medidas de seguridad requeridas en estas áreas; y hay avances en el manejo de los residuos peligrosos”.
Por otra parte, la investigación contó unas 15 observaciones del informe de 2010 que actualmente muestran un “avance incipiente”, que significa que algunas de las medidas adoptadas se corresponden con las necesidades del hospital, y que se deben “continuar y profundizar dichos procesos”.
Sobre este punto, la AGCBA hizo especial hincapié en el estado de las herramientas de trabajo. Es que hace cinco años se había observado que “el 80% de los servicios no recibía mantenimiento preventivo de su equipamiento”, a punto tal que en dos tercios de las áreas del hospital se advertía que esta provocaba la “pérdida de precisión de los tratamientos”, y en Hemoterapia, por ejemplo, sólo 8 de las 29 máquinas disponibles tenían algún tipo de chequeo regular de su funcionamiento.
El propio centro de salud explicó que alcanzó a incorporar un bioingeniero en su plantel permanente, con el que “se pretende resolver no solo el mantenimiento correctivo sino también el preventivo, y eventualmente el reemplazo en tiempo y forma de los equipos”. Ese profesional -se añadió- también testea los cardiodesfribiladores junto con el Ministerio de Salud porteño, como ocurre con las tres mesas de anestesia del hospital.
Asimismo, desde el Zubizarreta explicaron que se contrató a tres empresas “para realizar los mantenimientos preventivos y correctivos de los respiradores existentes”.
A partir de estas cuestiones, la conclusión del informe de la AGCBA dice: “Finalmente, de la revisión efectuada, se concluye que la sumatoria de los porcentajes de avance satisfactorio e incipiente de las acciones del Hospital Zubizarreta (el 57,4% del total), guardan una relación positiva en cuanto a la gestión del mismo”.
Lo que falta
Sin embargo, 23 de las 55 observaciones de 2010 tienen un “avance no satisfactorio” (el 42,6%) que, según la clasificación de la Auditoría porteña, equivale a decir que el centro de salud “no ha dado respuestas” a las falencias señaladas con anterioridad.
Como ocurre en casi todos los hospitales de la Ciudad, entre los déficits más importantes se destaca la falta de enfermeros.
En el caso del Zubizarreta hay dos formas de medir la cantidad de enfermeros necesarios: la primera es una norma del Ministerio de Salud vigente desde 1995, que habla de 155 agentes, mientras que la segunda es del área específica del hospital y pide 160.
El problema es que en cualquiera de las dos opciones aparece el déficit, porque la dotación actual asciende a 89 sin contar los que cumplen funciones de jefatura. Y así faltan 66 enfermeros, si se toma el primer parámetro de medida, o bien 71, si se opta por el segundo.
“Se detectó en este último período auditado una mejora con respecto al anterior, no lográndose asimismo un número de agentes acorde para el desarrollo funcional en la atención”, completa la Auditoría porteña.
Un panorama similar se vive en cuanto al personal necesario para controlar la comida que se sirve en el Zubizarreta. Dice el informe que “la División Alimentación no realiza chequeos los días sábados, domingos y feriados”, y que “durante la semana tampoco se verifican las meriendas y cenas”.
Si bien en este tiempo la administración del centro de salud pidió ampliar la dotación de personal para cubrir este faltante, “el grado de avance no es satisfactorio ya que no se han producido modificaciones en el estado de situación”, completó el informe.
En este informe, aprobado en septiembre, figura una observación que, no sólo no mejoró con respecto a 2010, sino que empeoró. Se trata de las demoras para acceder a operaciones de vías biliares (laparoscopía) y de hernias, que ya hace cinco años el organismo de control consideraba “excesivas”, porque llegaban a 151 días y 117 días respectivamente.
La curiosidad es que, si bien el hospital dijo que había logrado disminuir un 10% los tiempos de espera, fue la propia Auditoría la que descubrió que en realidad las actuales tardanzas ascienden a 190 días para las laparoscopías y a 194 días para las operaciones de hernias.
Lo que no se pudo verificar
Para completar, hubo tres observaciones de 2010 que no pudieron ser verificadas en el último relevamiento de la AGCBA. En primer lugar, que “los pacientes de PAMI conseguían turnos con una demora de dos a tres meses”; en segundo, que “el 92% de los encuestados señalaron la imposibilidad de comunicarse telefónicamente para pedir turnos”; y por último que “el 70% de los pacientes entrevistados refirieron una espera de tres horas para ser atendidos, no obstante tener las citas programadas” con los profesionales.
El hecho de no poder comprobar cómo evolucionaron estas falencias, llevó a la Auditoría a adelantar que las tres cuestiones “formarán parte de una futura evaluación de la gestión del hospital”.