Publicado: 09-01-2011

CABA.- Parecía difícil, pero lo lograron el domingo pasado: los hijos de dos oscuros brigadieres emparentados a Malvinas y Menem, y la peor dictadura militar, dejarán al menos provisoriamente el reino de los cielos con peor pedigrí que sus progenitores.

Eduardo y Gustavo Juliá y Gastón Miret fueron apresados por la Guardia Civil en el aeropuerto de El Prat, Barcelona, al comprobar que la bodega del avión de la empresa Medical Jet cargaba 900 kilos de cocaína apenas disimulados en paquetes multicolores que, en las imágenes difundidas por la policía ibérica, parecen ladrillos de plastilina. La empresa traslada pacientes e insumos médicos y Gustavo Juliá es el principal accionista.

Su padre, José Antonio Juliá, fue el comandante de la Fuerza Aérea de Menem entre 1989 y 1993, y uno de los estrategas en la calamitosa derrota bélica en las Islas Malvinas, como jefe de operaciones de la Fuerza Aérea Sur. El brigadier mayor José Miret, padre del tercer ocupante, había ocupado desde 1978 uno de los cargos más próximos a Jorge Rafael Videla: secretario de Planeamiento Estratégico. En 1999, cuando el dictador guaraní Lino Oviedo pidió asilo, le alquiló su casa quinta.

El martes los reos hicieron su descargo –se mencionó un cuarto detenido que luego quedó libre– y quedaron arrestados en la Jefatura de Policía de Cataluña. Al cierre de esta nota, y cumplido el plazo de 72 horas, el juez instructor debía decidir si confirmaba el encarcelamiento por narcotráfico de los empresarios voladores o los dejaba en libertad.

La hoja de ruta del jet parece iniciarse en el aeropuerto de Morón, con una primera escala en las islas de Cabo Verde, un archipiélago africano frente a las costas de Senegal, y paraíso del narco por la laxitud de sus controles. Allí se habría aprovisionado con el cargamento de 944 kilos de cocaína.

"Si no lo hubieran embarcado ahí, no se justifica la escala. Lo más común es rodear la costa latinoamericana hasta Fortaleza, Brasil, y de ahí cruzar el Atlántico para llegar a Madrid", explica a Miradas al Sur el diputado nacional y ex secretario del sindicato de Personal Aeroportuario, Ariel Basteiro. La puerta de acceso a la vieja Europa era Barcelona, y un posible destino final Amsterdam, la perla holandesa. Era el primer viaje a Europa del lujoso Challenger 604, matrícula N600AM, desde que lo habían incorporado a la flota de la compañía, en noviembre. El resto habían sido vuelos cortos. Cuando recalaron en el aeropuerto catalán de El Prat, el domingo a las tres de la tarde, la policía local los esperaba con sus sabuesos.

No fueron muy precavidos con la casi tonelada de blanca de máxima pureza valuada en 45 millones de euros: ni siquiera hicieron los viajes de prueba limpios para relojear los controles aduaneros, sólo dos viajes como mundanos pasajeros de línea en diciembre pasado a Barcelona y a Madrid.

Ahora, la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) pide que se investigue un vuelo a Santa Cruz de la Sierra de los mismos tripulantes entre marzo y junio de 2010, en la que viajaron seis presuntos provedores de Angie Sanclemente, conocida como la narcomodelo.

El aeropuerto de El Prat fue la última estación para el licenciado en informática Gustavo Adolfo Juliá. Heredó el control de Medical Jet luego de la muerte de su padre, en 2005. El brigadier la había fundado en 1994, al dejar la Fuerza Aérea, con la ayuda de Alfredo Yabrán, con quien había negociado desde el Estado. Entre 1997 y 1999, estafó al Pami –según la investigación penal promovida por la Oficina Anticorrupción y elevada a juicio oral el 19 de mayo pasado– sobrefacturando vuelos sanitarios por un monto de 4,8 millones de pesos. Medical Jet y Federal Aviation SA, ambas de la familia Juliá, eran favorecidos por César López Eleorraga, jefe de traslados y yerno de Víctor Alderete, a pesar de los presupuestos inflados que presentaban Juliá y otro cómplice de nombre premonitorio, Fernando Currais. Además, la pesquisa estableció que se hacían vuelos innecesarios: hasta por una fractura de fémur. Los 7.586 pesos que se gastaron para eventuales traslados de afiliados en 1996, aumentaron a 4.461.802 pesos en el lapso del desfalco.

Gustavo también fue contratado como gerente económico-financiero del Pami durante el interinato de Duhalde, en febrero de 2003, gracias a la gestión de Luis Barrionuevo, que utilizó su flota para su campaña política en Catamarca. En junio, Juliá fue acusado por la Auditoría General de la Nación porque contrataba desde su cargo ejecutivo a las empresas propias y de su padre. Además, quedó envuelto en un presunto caso de coimas con el ultrabarrionuevista Reinaldo Hermoso, ex director del organismo en representación de la CGT, por el pago de casi 4 millones de pesos a un proveedor de audífonos por apenas 20 unidades.

En 1989, José Juliá asumió el mando del arma para investigar a Edcadassa, la empresa mixta formada por la Fuerza Aérea y Villalonga Furlong, manejada por testaferros de Yabrán. Pero no lo hizo.

"Villalonga Furlong era conocida como la empresa de los brigadieres y Juliá era uno de los accionistas –precisa Basteiro–. Tenían impunidad a través del manejo de Depósitos Fiscales, el lugar por donde se importa y se exporta. Bajaban aviones por la noche y después les daban salida sin ningún tipo de control aduanero por unos portones al fondo del hangar, que se llaman los chivatos", detalla.

No sólo eso: según investigó Miguel Bonasso, Juliá preparó en 24 horas los decretos firmados por Carlos Menem, para otorgarle la concesión de los duty free shops y el servicio de rampa a Intercargo e Interbaires, dos empresas que pertenecían –aunque no lo admitía– al Cartero. Estas y otras maniobras le valieron a Juliá –junto a su antecesor, Ernesto Crespo y otros señores del Cielo– su inclusión en un clan que fue conocido como la "mafia de los brigadieres".

"Estos pibes tuvieron como enseñanza el manejo discrecional que hacía su padre de la Fuerza Aérea y las empresas que funcionaban dentro del aeropuerto, por eso no me extraña lo que hicieron", concluye el diputado de Nuevo Encuentro.