Publicado: 28-06-2011

Capital Federal.- Fue una iniciativa que nació en 1985 para capacitar a futuros funcionarios. Se hicieron cuatro llamados y hubo 207 egresados, pero la última convocatoria fue en 1993 y la carrera se mantiene en suspenso. Hay 165 en actividad. Eran reconocidos por sus conocimientos sobre los resortes de las políticas públicas. Tenían una preparación integral y prácticas obligatorias en varias dependencias.
 
En 1985 la Argentina, bajo la presidencia de Raúl Alfonsín, tomó la decisión de fomentar la profesionalización en el ámbito de la administración pública, tal como lo había hecho Francia en 1945 con la creación de su Ecole Nationale D’Administratión (ver nota aparte).
 
Fue así que surgió el programa de formación de Administradores Gubernamentales, una fuerte apuesta a tan solo dos años del retorno a la vida democrática. Pero desde aquel entonces hasta el día de hoy, existieron cuatro llamados a la carrera (1985, 1986, 1988 y 1993), y de un total de 9.153 aspirantes, solo hubo 207 egresados. A partir de 1993 se dejaron de realizar las convocatorias, lo que dejó en suspenso la continuidad del curso.

“Una aspiración de todos nosotros es que se siga dictando la carrera, siempre hay un pedido a que se hagan nuevos llamados”, confesó a gestionpublica.info Hugo Dalbosco, Administrador Gubernamental de la primera camada. Según  explicó, “en los 90’ hubo una concepción distinta acerca de cómo encarar la profesionalización, y entonces, más allá de ese cuarto llamado que se llevó a cabo en el 93´, no se hizo ningún otro. Creo en el fondo hay beneplácito de los gremios, que tienen un enfoque un poco más masivo”.
 
El programa de Administradores Gubernamentales estaba a cargo del Instituto Nacional de la Administración Pública (INAP), y su ingreso, según la web del organismo, se realizaba a través de un concurso público “estricto y transparente”, abierto a todos los interesados. Los aspirantes debían tener “como mínimo un título universitario correspondiente a un plan de estudios no inferior a cuatro años y hasta 35 años de edad, además de superar un proceso de selección que consistía en dos exámenes, uno de comprensión de textos, ejercicios de razonamiento lógico y preguntas de información general, y el otro era la entrega de un dossier respecto a un tema específico”.

Una vez superadas esas instancias, el programa tenía una extensión de 24 y 30 meses “con dedicación exclusiva y a tiempo completo, incluyendo una pasantía en una organización pública”, continúa el administrador, y añade que, además, se abarcaban temáticas como “economía, derecho público y administrativo, sociología del Estado, políticas públicas, tecnologías gerenciales, cambio organizacional, proyectos, gestión de recursos públicos, escenario internacional e integración regional y otras temáticas vinculadas al campo del Estado”.
 
Al egresar, los Administradores Gubernamentales tenían el compromiso de prestar al menos seis años de servicios a la Administración, rotando por diferentes organizaciones públicas. Según información del INAP, “la movilidad en la asignación de destinos permite diversificar la experiencia de los integrantes del Cuerpo, promoviendo el conocimiento y la ejecución de las políticas sectoriales desde diversos ángulos, más allá de la formación específica de cada funcionario”. En la actualidad, de los 207 Administradores Gubernamentales (egresados de los cuatro programas de formación), “165 continúan en actividad, 99 hombres y 66 mujeres, los cuales llevan adelante funciones de planeamiento, asesoramiento, organización, conducción y coordinación en toda la Administración Publica Nacional y en las aéreas y proyectos que la autoridad política considera de mayor importancia y prioridad”.

Pese a que la carrera aún no desapareció por completo, Dalbosco reconoce que si no sucedió todavía “es porque estamos nosotros, pero de seguir así tiene un límite vegetativo, y en algún momento se extinguirá”. “Hay promesas de todos los secretarios de la Gestión Publica que han pasado; ahora, desde la nueva subsecretaria, dicen que lo van a proponer, incluso Abal Medina (Juan Manuel, ex secretario de Gestión Pública) se comprometió en hacer todo lo posible para que haya un nuevo llamado, pero terminó su gestión (hoy encabeza la Secretaría de Comunicación Pública), y no paso nada”, insistió.
 
Consultada al respecto, María Matilde Ollier, politóloga y profesora de la Universidad de San Martín, reconoció que “eran importantes los Administradores Gubernamentales y la prueba está en que son buscados porque tuvieron una buena formación, es una pena que se haya cortado ese programa”. “Los que tuvimos la oportunidad de trabajar con un Administrador pudimos descubrir que contaban con un gran conocimiento del Estado y de cómo hacerlo funcionar mejor”, completó.
 
Para Dalbosco, el gran aporte que tiene la carrera es “la profesionalización y poder encargarse del funcionamiento de la maquinaria que hace posible las políticas públicas”, y explicó: “Las políticas publicas no son efímeras, a veces duran años, las cosas que el Estado hace tienen que estar instaladas durante mucho tiempo. Alguien las tiene que manejar con continuidad, vocación de servicio, etc. La vocación política es por escalar posiciones de poder; la administrativa, es una vocación por manejar políticas, instituciones, los resortes del Estado para el servicio público. Es decir, vocaciones confluentes pero diferenciadas”.

La Asociación de Administradores Gubernamentales
Los egresados de la carrera están asociados gremialmente en la Asociación de Administradores Gubernamentales, una entidad civil sin fines de lucro con personería jurídica.  El objetivo es la representación gremial de los administradores gubernamentales, además de “llevar adelante las acciones necesarias para asegurar el desarrollo profesional y la capacitación permanente de sus asociados, así como promover la vinculación científica, técnica y cultural con entidades afines, nacionales o extranjeras”.

La confusión entre lo político y lo técnico
Por María Matilde Ollier*
“El riesgo que tenemos, en relación a cómo enfrentar el tema del mejoramiento de las políticas públicas y la gestión pública, es pensar que se trata de un problema técnico. Esto no implica que no haya que tener en cuenta consideraciones de índole técnica; porque si me mandan a hacer algo en salud y no tengo la más pálida idea, no podré hacerlo. Efectivamente se necesita personal técnico, pero el diseño de la política pública es político y la vocación porque eso se prolongue en el tiempo también lo es”.
*Politóloga e historiadora, Universidad de San Martín