La Legislatura porteña comenzó a buscar soluciones para las irregularidades que dejó al descubierto el derrumbe en el boliche Beara, en Palermo. La presidenta de la Comisión de Planeamiento Urbano, Silvina Pedreira (del bloque peronista) presentó dos proyectos de ley: uno para incluir el uso de "Casas de Fiestas Privadas" en el Código de Habilitaciones y Verificaciones; y otro para definir esta actividad en el Código de Planeamiento Urbano.

La propuesta plantea la eliminación de los rubros que se consideran obsoletos y que funcionan a través de "otros ya definidos y reglamentados, con el fin de evitar las desvirtuaciones de rubros", es decir, para evitar que los pubs y bares funcionen de noche como boliches bailables.

Luego de la tragedia de la calle Scalabrini Ortiz, Tiempo Argentino reveló que 110 locales aparecían registrados como salas de fiestas privadas, una categoría que no existe en el Código de Habilitaciones, pero que era aplicada por la Agencia Gubernamental de Control por medio de una resolución provisoria. Este ardid administrativo permitió a muchos propietarios de bares aprovechar el vacío legal para ofrecer pequeños recitales en sus instalaciones y vender entradas, ambas actividades prohibidas para esta categoría de locales.

De acuerdo a los fundamentos del proyecto de Pedreira, "las salas de fiestas privadas", no están "reglamentadas en ninguno de los dos códigos, motivo por el cual el otorgamiento de una habilitación y su fiscalización resulta arbitraria y discrecional por parte de los organismos de control".

El nuevo proyecto define como Casa de Fiestas Privadas al "establecimiento de diversión destinado a su alquiler para la celebración de festejos, agasajos, reuniones de carácter social, que incluye entre sus actividades propias el ofrecimiento de bebidas y comidas para los asistentes, baile, reproducción o ejecución de música en vivo o variedades". Una característica totalmente distinta a Beara, que era un pub que funcionaba como boliche.