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Publicado: 10-10-2013

CABA.- Por Atilio A. Boron. Los recientes acontecimientos de la escena internacional –la crisis Siria, el fiasco de las amenazas del tandem Obama-Kerry y la vertiginosa reaparición de Rusia como un actor de primer orden en el tablero geopolítico mundial- son pródigos en múltiples derivaciones. Quisiéramos en esta ocasión examinar una de ellas, particularmente referida a América Latina: el desaire de Dilma Rousseff a Barack Obama al cancelar, unilateralmente, su presencia en la única visita de estado dispuesta por la Casa Blanca para el corriente año. Pocas veces el gobierno de Estados Unidos fue humillado de esa manera.

Pero era apenas cuestión de tiempo para que algo así tuviera que ocurrir. La gravedad de las acusaciones lanzadas por la presidenta brasileña, sobre todo en lo tocante a un delito común, penado por todas las legislaciones como el espionaje industrial, efectuado sobre la más importante empresa del Brasil, no podía sino tener la respuesta que tuvo.

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