El hierro es más duro, menos trabajoso y más abundante que otros metales como el cobre y el bronce. Cada tramo de la historia del hombre está signado por los devenires, usos y costumbres de cada metal. Pero el hierro posibilitó el surgimiento de las primeras e importantes civilizaciones. 

Las espadas y las lanzas perforaban escudos y defensas enemigas. Las oleadas de guerreros mejores pertrechados gracias al hierro vencían a los que lo hacían con armas de bronce, una aleación de cobre y estaño.

No solo sirvió para la guerra. Fue un elemento decisivo en la expansión de la agricultura. Mediante su uso, las cosechas fueron mucho más generosas por lo que se pudieron guardar para los tiempos de escasez, por los destrozos del clima o de las guerras, que eran constantes. Azadas y cabezas de arado lograron hacer productivos terrenos que nunca se habían aprovechado.

El hierro abunda en la corteza terrestre. Los científicos aseguran que el planeta, en su núcleo, está formado por ese metal y níquel  que generan un campo magnético. Tan significativa fue su presencia que signó un importante tramo de la historia: la "Edad del Hierro". Es que tiene una formidable aplicación en los últimos tiempos, es el elemento por excelencia en la industria siderúrgica. Pero para llegar a esa etapa pasaron siglos, según los pueblos y sus culturas. 

Hubo que esperar milenios. Hay, siguiendo este caso, distintos tipos de acero. Los hay dúctiles, blandos, que se utilizan en la producción automotriz. Los aceros más resistentes mejorando sus propiedades se usan en distintas labores de ingeniería.

Todas las civilizaciones de la antigüedad mencionaron al hierro en sus creencias religiosas y mitológicas. Está consignado en el Libro de Isaías de los hebreos y por Homero en La Ilíada. La civilización sumeria, la egipcia, las arcaicas de la región de Anatolia, en Turquía, ya poseían objetos de hierro durante las edades del cobre y del bronce. Carecían de tecnología para elaborarlo masivamente porque el hierro necesita temperaturas más elevadas y un tratamiento más complejo que el cobre, por ejemplo, o el bronce. Los sumerios llamaban al hierro "el metal del cielo".

La importancia de "Hispania" (España) en el Imperio Romano se basaba en importantes minas férricas (Cantabria y Toledo, entre otras). Allí mismo se extraía, depuraba  y fundía. Esos yacimientos obligaron a crear puertos y ciudades y dieron nacimiento a las primeras corporaciones obreras del mundo romano. Un nuevo aporte conocido como "fragua catalana" cambió las técnicas a partir del siglo XIV. El sistema era capaz de generar temperaturas altísimas, inimaginables (1.200 C).

Utilizado masivamente en el siglo XVIII en Inglaterra, fue el proceso que desencadenó la Revolución Industrial. Las temperaturas elevadas de los altos hornos consiguieron hierro colado, más fuerte y más elástico que el forjado. Estos logros permitieron construir puentes colgantes, buques de vapor, trenes y sus vías, maquinaria textil y estructura de nuevos edificios.

En el siglo XX, un avance siderúrgico fue el acero inoxidable que fue patentado en los años de la Primera Guerra Mundial. Fue el comienzo de las ciudades contemporáneas.