"¿Dónde estás? Buenos Aires no te reconozco, desde nuestro balcón veo la esquina, el cordón, pero no estás". Ese balcón, en el barrio porteño de Caballito, es el de Claudio “Coty” Serfilippo, es el que lo inspiró durante los últimos días de marzo, cuando los rayos del sol aún calentaban. Coty escribe, pero no canta, en verdad sí lo hace, pero de manera aficionada. Hace 15 años trabaja en la Auditoría General de la Nación y la voz “angelical” que necesitaba para este 2x4 estaba cerca de su oficina en la AGN. Es la de Cecilia Giménez, a quien conoce desde los 15 años y que por una de esas lindas casualidades de la vida hoy es compañera de trabajo en el organismo de control. Esta es la historia del tango de la cuarentena, como lo bautizaron algunos medios, que nació entre las oficinas del edificio Raúl Alfonsín y el balcón Claudio en Caballito.

¿Qué hacés en AGN y como llegaste al organismo?

- Trabajo como Auditor de Campo en el sector financiero del sistema no financiero. Previamente fui director de Control de Gestión de Auditoría y de Rentas de la Ciudad. Pero hace 15 años estoy en la AGN. Tengo la fortuna de trabajar en algo que me apasiona tanto como escribir, que es mi otra vocación.

¿Cómo es trabajar desde casa para un auditor de campo?

- Soy paciente de riesgo. Lamentablemente en el 2016 me descubrieron un linfoma terrible. Pasé 15 operaciones, quimioterapia y un trasplante de médula. Por eso estoy haciendo teletrabajo y hasta creo que rinde más. A veces en las empresas estatales que auditamos hay mucho ruido, movimiento y se está intranquilo. Esto es más cómodo y manejás tus tiempos, pero hay veces en las que tenemos que estar presencialmente en los lugares que auditamos. El auditor no puede fallar. Auditor que falla, no es confiable. No podemos cometer errores, ni en un centavo.

¿Cómo nació el tango de la pandemia?

- Con la coautora de este tango, que es Cecilia Giménez y trabaja en el área de personal de la AGN, hicimos otra canción hace cinco años. Tengo la ventaja de que Cecilia es mi amiga de hace mucho. Estaba en mi balcón y entre el aislamiento y el clima caluroso de marzo me rondaba esa idea de dónde está Buenos Aires al ver que la esquina de mi barrio, donde siempre hay mucho movimiento, estaba vacía. Escribí todo con lápiz en papel y luego corregí, porque soy muy puntilloso. Se lo mandé a Cecilia para que me haga un tango y en dos horas me mandó una zapada. Ahí dijimos ¡nació el tango! Lo trabajamos casi dos meses, no lo podíamos cerrar y se lo mandamos al maestro Oscar Laiguera, que lo agarró e hizo una belleza. Ahí nos pusimos pretenciosos y apareció el piano, el violín y el bandoneón con Luca Laurito como co compositor musical. Hace poco salió la versión final y quedamos satisfechos.

¿Y lo que vino después?

- Increíblemente me conecté con una productora de TN, que me recomendó otro amigo de AGN, y le mande el tango. Al otro día me dijo que salía, pero al final quedó relegado por el banderazo y terminó saliendo en otro programa, al que fue Cecilia porque yo no puedo salir de casa. No pensábamos que iba a tener ese impacto, lo bautizaron “el tango de la pandemia”. Hice la reserva legal del tema, pero no lo pude registrar de forma online. Todos los derechos van a ser donados al Hospital de Niños Gutiérrez.

¿Cómo es tu relación con el tango?

- Dicen que pega a los 40, pero a mí me pego de chiquito. Mi viejo cantaba tango. Recuerdo tener 10 años y estar sentado en la mesa viendo a Goyeneche. Mi papá sabía que me gustaba escribir, pero me pedía que estudie otra cosa para poder vivir. Nunca paré de escribir y cantar de manera aficionada. Con Cecilia cantamos en un montón de reuniones, pero ella es profesional.

¿Qué más escribiste además de tus canciones?

- Edité dos libros de poemas, que son ediciones de autor y ya están agotados. Estoy trabajando en el tercero, que se llama Mantel porque son poemas que escribí en los manteles de papel de un restaurante que tuve hasta 2017. A la mañana trabajaba en AGN y a la noche en el boliche. Volvía de quimioterapia y me quedaba hasta las dos de la mañana escribiendo poemas.

Toda tu vida entre tus dos pasiones: AGN y la escritura, incluso durante el tiempo de tu tratamiento

- Estoy muy agradecido de trabajar en la AGN, amo mi trabajo en la Auditoría. Cuando pasó el trasplante de médula me hice un tatuaje en agradecimiento a todos los médicos que me salvaron la vida, en especial por el doctor Jorge Korín que me mantiene sobre el nivel del mar. Y también me tatué a la AGN en el brazo, en agradecimiento a los muchos amigos que tengo ahí. A los amigos los conocés cuando te enfermás y por eso tengo tatuada a la Auditoría. No sé cuántos la tendrán, pero yo sí.