La revolución científica de Darwin
El primer científico que elaboró una teoría sobre el origen de la vida fue Charles Darwin (1809-1882), biólogo, investigador de la historia del hombre. Lo logró viajando alrededor del mundo, detallando en dibujos excepcionales las transformaciones y los mínimos detalles en las distintas especies.
Fue repudiado en un comienzo por muchos de sus colegas, la lectura de sus libros produjo manifestaciones en favor o en contra en Estados Unidos y la conducción de las distintas iglesias existentes en el mundo lo insultó y trató de denigrar. La revolución en las ideas que gestó Darwin fue casi una explosión en el siglo XIX que procuró destruir todos los pensamientos mágicos y sin fundamento.
Por eso mismo los maestros y profesores que creyeron en él sufrieron censuras y fueron llevados a los Tribunales (hubo dos ó tres casos muy nombrados por la prensa). Sin habérselo propuesto, Darwin hizo trizas las concepciones ultras y hasta medioevales por lo que toda su vida sufrió agresiones y descalificaciones. Se convirtió en el principal faro de los estudios científicos debidamente comprobables.
Fue el creador de la teoría sobre la evolución por selección natural, que explica casi todo lo que se sabe sobre el origen de las especies. En una carta a un amigo que se conoció años después de su muerte, presentó ideas de cómo podría haberse formado la primera vida en el planeta. Otro golpe al dogmatismo. 150 años después esa carta, parece notablemente adelantada a su tiempo, incluso profética.
Darwin fue el primero en proponer que las especies evolucionan. Así, esbozó el mecanismo de esa evolución: la selección natural. La idea que los animales de una especie compiten entre sí por la comida, o por el refugio, o por la capacidad de reproducirse. Solo los más aptos, es decir, los que se adapten mejor al entorno, lograrán reproducirse (esos rasgos se trasmitirán a la generación siguiente). Por ejemplo, las primeras jirafas tenían el cuello corto por lo que no se podían alimentar suficientemente. El cuello largo que luego consiguieron, facilitó su ingesta. Este fue uno de los temas que trató en 1859 en su trabajo "Sobre el origen de la especies".
En el siglo XX los teóricos nazis y sus líderes se aferraron al pensamiento que los más aptos eran los que reinaban en el mundo, desvirtuando el propósito cientificista de Darwin. Eso mismo provocó una catástrofe en Europa con la Segunda Guerra Mundial y los distintos holocaustos.
La investigación sobre el origen de la vida no comenzó hasta la década de 1950. Muchos estudiosos sospechaban que la vida comenzó en los océanos. Pero hubo propuestas anteriores en la misma línea de interpretación. Por ejemplo, en los trabajos de un biólogo soviético en 1920, Aleksandr Oparin.
En 1953, Stanley Miller, un avanzado estudiante universitario demostró que los aminoácidos, los componentes básicos de las proteína, podían formarse en un aparato simple que imitaba al océano. Esa teoría perduró varias décadas. Emergió, sin embargo, la reflexión de que los océanos son enormes. A menos que se produzcan sustancias químicas a base de carbono en cantidades asombrosas, quedarían a la deriva y nunca se encontrarían.
En aquella carta a un amigo que se descubrió después de su fallecimiento, Darwin proponía que la vida pudo comenzar en una masa de agua más pequeña en tierra, que era rica en sustancias químicas. La teoría en este punto era incompleta. Él imaginaba que la vida comenzaba con una proteína pero nadie sabía qué eran las proteínas. Fue así hasta 1902, año en el que se entendió que las proteínas son cadenas de aminoácidos.
En la segunda mitad del siglo XX se supo que la radiación ultravioleta de la luz solar puede impulsar la formación de sustancias biológicas clave, especialmente el ARN, un ácido nucleíco similar al ADN.
Todo tiene un comienzo y en Darwin fue cuando embarcó en el barco "Beagle", capitaneado por Robert Fitzroy. Salieron del puerto de Plymouth, Inglaterra, en diciembre de1831. Regresaron en octubre de 1836. Cada lugar que visitó amplió una colección de muy variadas especies y sedimentos rocosos. En Brasil quedó fascinado por el bosque tropical.
En Punta Alta y en los barrancos de Monte Hermoso, cerca de Bahía Blanca, en Argentina, encontró fósiles de enormes mamíferos extintos junto a otros restos. Cabalgando con gente que lo custodiaba, tierra adentro pudo acceder a restos que lo empujó a formular la teoría de la mutabilidad de las especies. Estuvo en Tierra del Fuego, donde intercambió informaciones con los aborígenes. En Chile fue testigo de un terremoto. Al levantarse el terreno encontró valvas de mejillones por encima de la marea alta y restos de otras piezas de mejillones en las alturas de los Andes, así como árboles fosilizados .
Sus escritos son el acta fundamental de la biología. Darwin no perdió tiempo y se profesionalizó en la geología. Todo le apasionaba. Un científico fuera de serie. La evolución, señalaba, advierte que especies aparentemente distintas son parientes lejanos.