Publicado en el suplemento

Acciones para la Participación Ciudadana, de Diario Perfil

En noviembre del año pasado, ya con la pandemia golpeando fuerte, se concretó un proyecto en el que trabajaban desde hacía tiempo. La Universidad Nacional de Tierra del Fuego (UNTDF) estableció un cupo laboral del 2% para personas víctimas de trata, estableciendo un hito en América Latina. El proyecto había sido presentado por la la Secretaría de Extensión de Bienestar Universitario, previamente elaborado por las trabajadoras del área de Protocolo de Género y Sexualidades.

Fany Rodríguez pudo salir del infierno de la trata e ingresar a trabajar en la Universidad. Sin embargo, su incorporación fue previa a que se estableciera el cupo: la había recomendado Alika Kinan, víctima de explotación sexual, que cuenta con un lugar en la casa de estudios. Hay una planta de 120 empleados no docentes, sobre la cual se calcula el 2%, que equivale a poco más de dos personas.

Fany tiene 48 años, es cordobesa y comenzó a trabajar en la calle cuando tenía solo 12, ni bien terminó la primaria. Su mamá le dijo que no había para comer y que era necesario salir a buscar plata. Fue a pedir trabajar a una oficina ubicada en una galería de la provincia. Era un hombre mayor que la manoseó y la llevó a un cabaret. Fue el comienzo de la pesadilla, que terminó en 2016.  

En el medio, llegó a denunciar a uno de sus siete hermanos. “Mi mamá falleció cuando tenía 16 y mi papá, un año después. Después, ya me usó mi familia también. Terminé víctima de mi propia sangre”, asegura.

Después de recorrer todo el país como víctima de trata y con dos gemelos de un año y medio que tuvo junto a quien define como su “último cliente”, Alika la acercó a un lugar en donde le dieron leche y pañales para los nenes. “A mí no me rescató el Estado, lo hizo ella”, dice agradecida.

Un poco antes, en 2015, Juan Castelucci había asumido como rector de la UNTDF. Sus caminos se cruzaron recién en 2019, cuando fue contratada para realizar tareas de limpieza en la Universidad.

Tenías ayuda social, ¿cuándo decidiste que querías comenzar a trabajar?

Fany Rodríguez: No tengo nada de estudios, solo la primaria. Recién ahora voy a empezar la secundaria. Le dije a Alika que quería trabajar, pero no sabía de qué. En febrero de 2019, me llamaron Juan y el secretario General, Diego Machado, y me dijeron que tenían un trabajo para mí. Mi desconfianza hacia los hombres era total. Me contaron que era para limpieza. Yo pensaba que trabajar en la universidad estaba relacionado con haber estudiado algo. No sé mandar mails todavía, me cuesta. Me salvaron la vida.

Juan Castelucci: Ella me dijo que sabía hacer dos cosas: limpiar y la práctica sexual que hizo durante la trata. Le respondí que esto último no podía hacerlo en la Universidad. Hay un edificio pequeño donde Fany se dedica a limpiar, servir café, lo hace con gran orgullo. Para nosotros eso es maravilloso, porque quizás no tiene un currículum para cierto tipo de trabajo y creemos que el Estado tiene que estar presente. También la estamos incentivando a que estudie.

¿Cómo se organizan para que pueda desarrollar su trabajo y cuidar a los chicos?

FR: A la hora que yo quiero limpiar, vengo. Eso no es problema si dejo todo impecable. Me cuesta adaptarme a un grupo de gente. A veces, veo a uno o dos tipos caminando y me agarra la fobia. Acá puedo manejar mis horarios, por eso adoro a esta gente de la Universidad. Siendo mamá, podría no venir a trabajar, pero lo hago porque estoy re contenta.

JC: Ella tiene dos gemelos, que son su prioridad. Los deja en la Primaria y nosotros le damos disponibilidad horaria. Ella tiene que cumplir con su trabajo y debe estar el edifico limpio, no interesa mucho la hora.

¿Te pusiste a pensar qué hubiera pasado si no empezabas a trabajar en la Universidad?

FR: Me hubiese rescatado y puesto en forma para salir a trabajar de nuevo y que me reventaran. Era imposible conseguir otra cosa, nadie me quería ocupar ni para limpiar, los hombres me conocían, es chiquito Ushuaia.

¿Es puntualmente alarmante la situación en Ushuaia?

JC: Tiene la característica del puerto, de que había muchos hombres solos y el puerto era una  fuente de ingreso importante para el tema de trata. Había una población profundamente masculina y los cabarets pululaban y estaban en pleno centro. Hoy, se logró que no haya más en la ciudad. Legalmente, no hay diversiones de este tipo. La trata existe porque hay varones que la consumen.