María Estela Moreno: “Creo en la auditoría como una herramienta transformadora”
La directora de la Maestría en Auditoría Gubernamental de la Universidad de San Martín aseguró que mediante la fiscalización se fortalece la política pública y destacó que la perspectiva de género gana terreno en el ámbito en los organismos de control.
María Estela Moreno es Máster en Auditoría Gubernamental, Doctora en Ciencias Políticas y de la Administración Pública y, hace casi una década, es directora académica de la Maestría en Auditoría Gubernamental de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). Hace más de 20 años se desempeña como formadora de trabajadores del control habiendo iniciado su recorrido en la Auditoría General de la Ciudad de Buenos Aires (AGCBA). Desde El Auditor.info dialogamos con ella sobre los los desafíos vinculados al género en este universo.
- ¿Cómo ves la participación de las mujeres en el ámbito del control?
- El ámbito del control no es diferente al resto de los espacios de competencia laboral. Como todos, tiene rasgos machistas. La mujeres tienen un rol secundario, un techo de cristal para el ascenso laboral. Si bien no existen brechas salariales, por lo menos en los organismos públicos respecto a los mismos cargos entre hombres y mujeres, sí es absolutamente cierto que en los cargos gerenciales escasean las mujeres. Esto no tiene que ver con un rasgo distintivo del ámbito del control, sino que corresponde a una lógica general del mercado laboral.
- ¿Cómo fue tu carrera? ¿Con qué obstáculos te encontraste?
- Yo soy un rara avis, nunca me sentí diferente por el género con el que nací en mi desarrollo profesional. Mis comienzos fueron en la Auditoría porteña donde ingresé muy joven. Empecé como secretaria de un auditor general, sin saber nada de auditoría, y fue él quien vio en mí el interés de aprender y fomentó el oficio. Se dio cuenta de que tenía inquietudes. Ya era profesional (mi título de grado es la licenciatura en Ciencia Política) y, de a poco, comencé a participar en equipos de auditorías, a ver informes, y a linkear mis conocimientos sobre políticas públicas con las herramientas para controlarlas.
Con los años descubrí una vocación. Cuando me preguntan qué soy, yo soy auditora. Mi oficio es la auditoría y es mi verdadera vocación. Creo en la auditoría como una herramienta transformadora, de colaboración y fortalecimiento de la política pública. En mi recorrido crecí mucho, y nunca sentí un techo para mi desarrollo. Alcancé puestos de alta jerarquía en la estructura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y en la del Gobierno Nacional.
Esta tarea requiere mucha formación, estudio, discusión coyuntural y cintura política. Todo eso es algo que se adquiere con los años. Es un oficio que se gana con experiencia, formación y con tiempo.
En ese camino, seguí especializándome académicamente. Hacer la Maestría en Auditoría Gubernamental de la UNSAM fue una bisagra, ya que me abrió un nuevo panorama sobre el campo de la auditoría. Fui la primera egresada en 2005 y hace ocho años me convertí en la directora académica de la maestría. Luego me especialicé en Alta Dirección Pública, soy Doctora en Ciencias Políticas y de la Administración Pública de la Universidad de Murcia, España. Empecé a trabajar estos temas específicamente, desde la academia, articulando instancias en armonía entre lo técnico y lo político. Uno no puede desentenderse de lo político cuando hace auditorías en el sector gubernamental. De allí nació mi primer libro “El Anfibio”.
- En todo este recorrido, ¿te encontraste con mujeres en la misma situación que vos, profesionales luchando por su carrera?
- Las mujeres siempre tenemos la sensación de que tenemos que demostrar más. Las compañeras con las que coincidí en lo laboral poseen mucha capacidad de trabajo. Tiene ventajas trabajar con ellas. Son más taxativas, multifacéticas, multitask. Mis colegas mujeres son increíbles, a veces me cuesta encontrar perfiles masculinos con esas características.
En el ámbito del control hay grandes mujeres profesionales. Nunca sentí que iba a discutir en inferioridad de condiciones, aún cuando la realidad me muestra que las mujeres lo estamos. No me siento diferente ni disminuida a pesar de entender que tenemos un acceso restringido en un montón de sentidos. La semántica es una construcción muy fuerte que tenemos que profundizar. Cuando te parás frente al otro como un igual, es parte de ganar la batalla.
- ¿Ves que los organismos de control están incorporando perspectiva de género?
- En algún punto creo que la discusión sobre el rol de las mujeres y la igualdad de género está arriba de la mesa y es políticamente correcta. Se impone en un montón de debates y situaciones. Todavía no estoy convencida de que esté culturalmente incorporado. Creo que es un proceso que se viene imponiendo más rápido que hace 20 años pero que todavía nos falta un gran recorrido por delante.
- ¿Se puede incorporar perspectiva de género a la hora de controlar?
- Sí, cada vez más. Poder identificar en las políticas públicas cómo se comienza a sumar la perspectiva de género es lo interesante. Tiene que ver con algo más endémico de cómo se piensan las políticas públicas y ahí es donde tenemos que controlar que la perspectiva de género esté garantizada.
Hace unos años formé parte de un proyecto muy lindo en el que fui la responsable de diseñar el primer manual de auditoría con perspectiva de género para la Contraloría General de la República de Cuba. Con colegas de Colombia y Paraguay, luego dictamos una capacitación para los agentes del organismo a fin de sensibilizarlos sobre sus contenidos, una excelente experiencia en La Habana.
- ¿Cómo lo ves en Argentina?
- Se está hablando del tema. En la Maestría que dirijo muchas de las inquietudes que se están planteando en los proyectos de Tesis tienen que ver con perspectiva de género. Cuando empecé a hablar en congresos, seminarios y cursos sobre esquemas de auditoría de gestión, allá por el año 2005, el tema era tan resistido, que todo el mundo me quería quemar como a las brujas de Salem. Nadie hablaba de eso. Después de 16 años, la auditoría de gestión está absolutamente incorporada y, aunque aún es mejorable, nadie discute que el paradigma ha cambiado. Con la perspectiva de género creo que podría pasar lo mismo. Son procesos. Surgen discusiones en el ámbito del control donde estas cosas se ponen arriba del tapete.
- ¿Por qué es importante introducir estas nuevas miradas, como género y medio ambiente, para que los recursos y políticas públicas se gestionen mejor?
- Todo lo que hace a la igualdad de las personas es importante que esté incluido en las políticas públicas. Desde su género, autopercepción sexual, sus características económicas, acceso a medios y recursos. Todo lo que nos lleve a que tengamos instancias básicas para que el Estado garantice el acceso a la igualdad es imprescindible y debemos controlar que así sea.