Plaza Crisólogo Larralde: gestión, vocación y amor por el barrio
El espacio verde ubicado en Caballito fue recuperado por los vecinos, quienes se encargan de mantenerlo desde hace más de 30 años. Hablamos con Angélica Rodiño que, junto a su marido, inició la tarea de reconvertirlo.
Angélica Rodiño tiene 77 años y hace 30 que preside la Unión Vecinal de Caballito, organización que recuperó un pulmón verde en el centro geográfico de la Ciudad y que aún mantiene. En 2003 ingresó al área de Obras de la Auditoría de la Ciudad de Buenos Aires (AGCBA). Su trabajo y sus compañeros le permitieron capacitarse todavía más para seguir mejorando el paisaje de Rojas y Yerbal.
- ¿Cómo surgió el interés por recuperar la plaza?
Todo empezó en 1983, cuando se inauguró la plaza. Se iba a hacer una apertura de calles desde Honorio Pueyrredón hasta Rivadavia, pero luego se decidió hacer una plazoleta en Yerbal y Rojas. Al poco tiempo quedó abandonada y cuando la vimos tan mal, mi marido convocó a los vecinos para reconvertir ese potrero. Entre 1985 y 1991 los vecinos se organizaron y lograron el resurgimiento del lugar. Al poco tiempo, mi marido fallece y nos organizamos con otros vecinos y empezamos a ver qué hacer y organizamos eventos, fiestas, pusimos bebederos. Junto con el cuidado del espacio verde, nuestra principal preocupación siempre fue el trabajo social y lo educativo. Mi marido fue el pionero, me acuerdo cosas y me emociono.
- Más allá de la recuperación del espacio ¿Qué otros proyectos hay en la plaza?
Hay uno que se llama "Educando en el espacio público, de la escuela a la plaza". Es una linda iniciativa elaborada con algunas escuelas del barrio y gente especializada para que los chicos se eduquen. Tengo uno pendiente cuando pase la cuarentena: un mural de Sui Generis. Pienso muchos proyectos, pero tengo que ir de a poco porque si no me van a matar.
- ¿Cuál fue la respuesta de los vecinos?
Por lo general, la participación fue de jóvenes que tenían problemas sociales. Trabajaron bajo la conducción de mi marido y eso los mantuvo ocupados. Se van renovando, actualmente somos bastantes y siempre hay cosas para hacer. Trabajamos mucho con la comuna y siempre tuvimos el consenso de los vecinos. Hay de todo, desde indigentes hasta chicos que siempre me apoyan cuando peleo por mejoras. Armamos reuniones de fin de año. Ahora tenemos una empresa que riega, pero en verano también regamos nosotros porque queremos flores en todos los canteros, yo tengo la manguera en mi casa.
- ¿Qué queda pendiente en la plaza?
El mástil no está muy bien hecho, pero tenemos un vecino que nos va ayudar con eso. La plaza hoy está cercada, pero tenemos un proyecto para que los chicos puedan jugar al menos en un sector, con la supervisión de alguien de la comuna como para que los eduque. Nos robaron la copa que identifica a la plaza, pero ya lo vamos a solucionar. Tengo muchas ideas, nunca me quedo tranquila. No es cuestión de tener un espacio verde y no hacer nada más.
- ¿El ingreso a la AGCBA la ayudó con las tareas de mantenimiento de la plaza?
Entré a la AGCBA en 2003 y estuve hasta 2018 que me jubilé. Cuando ingresé no sabía nada y me enseñaron todo. Siempre estuve en obras. Probablemente porque sabían que me dedicaba al arreglo de la plaza. Me ayudaron mis compañeros y todas las direcciones. También APOC estuvo a mi lado cuando los necesité para donaciones y eventos.
- ¿Pudo relacionar una cosa con la otra?
Siempre lo relacioné. Iba al trabajo y ahí mismo pensaba lo que podía hacer y pedía ayuda. Ahora que estoy un poco aislada, me mantengo en contacto con mis compañeros. Dentro de las posibilidades veo algunas cosas por Zoom. Agradezco a la Auditoría y a APOC por todo lo que me ayudaron porque el trabajo barrial también es sagrado para mí.
- ¿Y en lo técnico?
Relacionado al trabajo me sirvió mucho cuando auditamos las villas de la Ciudad y los conventillos. Porque eso está directamente ligado al trabajo social. Mucha gente venía desde la 1-11-14 y con esa auditoría aprendí una barbaridad. No me olvido.
- ¿Cómo lleva el hecho de estar encerrada producto de la pandemia?
En este tiempo me di cuenta que la exclusión digital es un problema muy evidente. La situación obligó a muchos adultos mayores a aislarse para preservar la salud, pero no todos cuentan con los conocimientos necesarios para hacer mejor la cuarentena por medio de la tecnología y la adaptación es muy difícil porque nunca nadie se ocupó de esto antes. A fuerza de insistencia yo me generé las posibilidades para poder seguir trabajando y seguir conectada, porque jamás aflojaría pero hay muchos que no pudieron.
- ¿Su paso por la AGCBA también colaboró para su adaptación a este contexto?
Tener la posibilidad de trabajar en la Auditoría me hizo desarrollar muchas habilidades que luego aplico acá, desde la organización, la oratoria, lo administrativo, la generación de proyectos y el hecho de estar en continua actividad con gente joven y muy activa. Eso me incentiva a seguir haciendo cosas para el barrio. Muchas veces pido asesoramiento para cosas barriales y siempre me lo dan.