Excepto en el 2020, la isla de Santorini es la más elegida por el turismo mundial que recorre el Mediterráneo. Pero no es un solo bloque. La parte habitable forma parte de un archipiélago, un anillo de islas volcánicas pequeñas en el extremo sur del Mar Egeo, a 250 kilómetros de tierra firme. Fue elegida por la Unión Europea para expandir los estudios vulcanológicos.  

El lugar, rocoso, con casas blancas pero con marcos de ventana y puertas azules muy parecidas a las de Marruecos o Túnez, fue llamado a lo largo de la historia con distintos nombres. Hoy se eleva a 300 metros de altura. Se trepa a lomo de burros o utilizando un cablecarril moderno.

En varios sitios de la isla, para poder desplazarse hay que caminar de azotea en azotea (los vecinos no se enojan). Pero también hay calles transitadas. Son las de venta de objetos llamativos para turistas.

Ya no queda agua potable. La aporta una planta desalinizadora moderna. Fue un enorme problema cuando se hundió cerca de la costa el crucero "Sea Diamond", en abril de 2007, derramando petróleo en eso que se asemeja a la boca de un gran volcán. El barco, de 140 metros de eslora y un desplazamiento de 22.465 toneladas, había encallado en la isla donde existen promontorios bien subrayados en los mapas de navegación.

Hubo que crear una logística especial para trasladar el agua desde la costa griega. En 2011 se padeció intensa actividad sísmica. En la actualidad los cruceros tiran anclas lejos de la costa. Se accede a Santorini desde los barcos con botes grandes a motor. 

Se la conoció por siglos, como Théra, Tera, Thira. También Kallisté, que la traducción admite como "la más hermosa", en idioma griego. Efectivamente es muy bella. Santorini lleva un nombre italiano elegido por los navegantes y comerciantes venecianos que se instalaron allí por mucho tiempo. Antes la abordaron los fenicios, los más brillantes comerciantes del mundo antiguo. Hoy está habitada por aproximadamente 14.000 personas y recién perteneció a Grecia por un tratado firmado en Londres, en 1840, que tuvo la intención de evitar más guerras de las que asolaban Europa. 

Estudios arqueológicos contemporáneos hallaron objetos y pinturas conservadas que pertenecían a un rico conglomerado humano que habitó el lugar el lugar en la antigüedad. Junto con la isla de Creta, la de Santorini era una de las grandes civilizaciones que dominaron el Mediterráneo del Este durante un milenio y medio, en la Edad de Bronce. El pueblo minoico que la habitaba era culto y refinado, amaba la escultura, la pintura y las joyas. Las pinturas tenían un vívido realismo: allí estaban monos, pescadores vendiendo su mercadería, damas elegantes y niños jugando.

La bahía que hoy se observa desde arriba en todo su esplendor es, de hecho, el borde de un volcán. Una columna de humo y cenizas de colores negro, gris y rosa se elevó hasta 30 kilómetros de altura. La explosión volcánica junto con un terremoto se habría oído en el centro de África hasta Escandinavia y desde el Golfo Pérsico hasta lo que ahora es el peñón de Gibraltar. Se cree que este desastre marcó el comienzo del declive de la rica civilización minoica.

Con el trabajo de los arqueólogos se la está considerando a Santorini como "la Pompeya del Egeo". Se descubrieron calles y plazas, sistemas de alcantarillado y desagües. Algunos creen es la Atlántida perdida, esa tierra que Platón describía como "una maravillosa confederación de reyes". La isla teórica de Atlántida, quizás producto de la fantasía, desapareció hundiéndose en el mar. 

También podría ser que la altura de las cenizas causó la explosión fuera "la columna de fuego" de la que habla la Biblia. La misma que guió a Moisés y a los judíos cuando huían Egipto. Ciertamente debió ser visible desde el río Nilo, elevándose hacia el cielo.