Siempre pasa algo. En todos los momentos de la historia las circunstancias están. También pueden percibirse los hechos y sus consecuencias.

Pero interpretar circunstancias, hechos y consecuencias no es para todos. Son pocos los que, al descifrar los giros de su presente, pueden pararse al frente, encarnar los cambios y guiar hacia nuevos rumbos.

Ser padre o madre de algún acontecimiento significa generar, dar a luz, parir. Mary Shelley (sin saberlo) es la madre de la ciencia ficción por la autoría de “Frankenstein o el moderno Prometeo”. Freud y Sarmiento (sin saberlo) son los padres del psicoanálisis y del aula, respectivamente.

Hoy reconocemos a Alfonsín como el Padre de la Democracia y su herencia está cumpliendo 40 años.

Los que vivimos aquellos tiempos podemos caer en la nostalgia y pensar qué diría Don Raúl en estos días. ¿Recitaría el preámbulo? ¿Alentaría que “con la democracia se come, se educa, se cura”?

La trascendencia de Alfonsín radica en que pudo interpretar a los hombres y mujeres de su tiempo, en sus hechos y en sus circunstancias, algo imposible de trasladar a nuestros días.

La democracia argentina NO ESTÁ EN DEUDA, no nos debe nada, somos nosotros, las mujeres y hombres del presente, los dirigentes políticos, sindicales, empresariales, religiosos, sociales, los que debemos interpretar estas horas, construir un ideal común y las instituciones que lo protejan, lo orienten y lo alcancen.

Son 40 años. Acabamos de votar pero a la democracia, para festejarla, hay que seguir haciéndola.