Acá estás, pero estás lejos. A mi lado, pero lejos. Cambiamos las letras y ya no sabemos ni el idioma ni las palabras que nos acerquen.

Nos hablamos, pero estás lejos. Pretendemos en la voz, en el sonido, encontrar el timbre, la entonación y el volumen que sean audibles razones de distancia.

Nos leemos, pero estás lejos. Con escrúpulo buscamos en ese punto, en esa coma, en ese acento los signos para cancelarnos.

Te fuiste, me fui y estamos lejos. El saludo fue un alivio, la despedida es reconocer una distancia y una ausencia. Ya no está aquello que llamábamos corazón.