Mientras la Auditoría General de la Nación (AGN) crece exponencialmente en cuanto a notoriedad púbica en base al aumento de la cantidad de informes realizados, herramientas de difusión de su trabajo hacia la ciudadanía o el presupuesto asignado, la realidad de su par porteña es completamente distinta.

Tal vez, la principal diferencia entre la Auditoría General de la Nación y la porteña, se basa en que la primera tiene una Comisión ad hoc en el Congreso de la Nación, como es la Comisión Mixta Revisora de Cuentas y la AGCBA no. A partir de esa situación se da, por ejemplo, que la Auditoría porteña hoy trabaje sin que su Plan de Acción 2017 esté aprobado por la Legislatura porteña, donde ingresa al recinto como cualquier proyecto de Ley. En ese sentido, tampoco cuenta con una partida presupuestaria asignada por Ley, sino que es un monto fijo y en caso de necesitar una ampliación debe solicitarlo ante el Poder Ejecutivo que es, en muchas oportunidades, el organismo auditado. En definitiva, se trata de un organismo de control sin independencia económica.

En cuanto a la visibilidad de su trabajo, es prácticamente nula de principio a fin. Desde el vamos, las reuniones del Colegio de Auditores de la AGCBA son privadas. A diferencia de lo que sucede en la AGN, ningún vecino de la ciudad, ni medios de comunicación puede presenciarlas. Además, si un ciudadano desea realizar un pedido de información, deberá hacerlo personalmente en la sede del organismo y no a través de la Web.

Otro claro ejemplo donde se refleja que la comunicación no forma parte de las políticas institucionales del organismo es que en 2008 se dejaron de realizar las visitas de la Auditoría a las escuelas porteñas, donde a través de charlas, explicaban a los más chicos cómo trabajaba el organismo. Asimismo, en la Web solo figura la décima edición de la Revista Contexba, que data de noviembre de 2014, mientras que los nueve números anteriores no se pueden visualizar.

La información que ofrece el portal oficial de la Auditoría porteña sobre sus tareas de control es bastante escasa o, por lo menos, fue bajando su caudal con el correr de los años. Sobre 2016 no aparece ningún informe aprobado y el 2017 ni siquiera aparece entre las opciones de búsqueda.

Según los datos que brinda la AGCBA en su página Web, en el 2000, el año de su creación, se aprobaron 148 informes mientras que en 2015 solo se aprobaron 24. Si vamos al detalle de las direcciones, se puede apreciar que en el 2000 la Dirección de Obras y Servicios Públicos produjo 15 informes y a partir de 2015, ninguno. Algo similar sucede con la Dirección de Educación y Cultura, que hace 17 años realizó 24 informes y en 2015 apenas cuatro.

Según los propios números de la AGCBA, se puede concluir que la gestión de Horacio Rodríguez Larreta fue, y es, poco auditada, o por lo menos que la cantidad de informes planificados y posteriormente realizados bajó considerablemente a partir de 2015.

El dato llama la atención si se tiene en cuenta que la composición de las autoridades de la AGCBA es similar al de la Auditoría General de la Nación: su Presidenta, Cecilia Segura, pertenece a la primera minoría de la Legislatura Porteña, que es el Frente Para la Victoria. Los otros seis auditores que integran el colegio pertenecen tres al oficialismo, dos a ECO, dos a la Coalición Cívica y el restante también al Frente Para la Victoria.