El informe aprobado este año por la Auditoría General de la Nación (AGN) sostiene que “fueron poco significativas” las fiscalizaciones realizadas por la Dirección General de Aduanas a las empresas con regimenes aduaneros domiciliarios, durante 2009.

Estas empresas, entre las que se encuentran Volkswagen con una importación anual para 2009 de U$S 1.394.775.204, Toyota - U$S 1.274.280.472-, Ford y Siemens, entre otras, se encuentran definidas bajo la categoría de Grandes Operadores Aduaneros. Se trata de aquellas compañías que mueven volúmenes tan importantes para importaciones y exportaciones, que disponen en sus propias fábricas de una “aduana domiciliaria o de factoría”. Empresas que hacen las veces de Aduana.

Aún así, cabe señalar que “no existe normativa una específica que establezca los parámetros para definir el perfil del contribuyente como gran operador aduanero”.

Una nota publicada en 2005 por Página 12, menciona la misma insuficiencia de controles: “Según este régimen, instaurado en 1998, las mercaderías entran al puerto sin ser revisadas y son trasladadas directamente hasta la propia empresa, donde se inspecciona una porción ínfima de las mismas, porque el esquema se basa en la “confiabilidad fiscal” de las firmas y en las auditorías ex-post que debería realizar el Estado sobre la documentación de las operaciones. Sin embargo, según pudo constatar el titular de la Aduana, Ricardo Echegaray, desde que se creó el sistema casi no hubo auditorías, por lo que el control de unos 5000 millones de dólares del comercio exterior (entre importaciones y exportaciones) quedó a merced de la “buena voluntad” de las empresas”.

El informe de AGN, aprobado este año sobre datos de 2009, dice que durante el periodo analizado la Dirección de Aduanas controló únicamente el 1 por mil de las importaciones de este tipo de contribuyente. En tanto, el área auditada solo alegó que contaba con “recursos humanos limitados”.

No solo se controla poco, sino que además la Auditoría detectó que “estas fiscalizaciones no se hicieron en forma conjunta con la Dirección General Impositiva (DGI)”.

Además, “el Departamento de Grandes Operadores no implementó un tablero de comando para llevar a cabo controles centralizados”, situación que la AGN ya había observado esta situación en un informe aprobado en el año 2005. Tampoco se tuvo evidencia de que el área efectuara tareas de control de los inventarios físicos en las aduanas factorías y domiciliarias.


Lo decide el semáforo

La Auditoría explicó que “la intensidad de los procedimientos de control aplicados para la liberación de las mercaderías depende de un proceso de “selectividad” definido a través de distintos canales (verde, naranja o rojo)”. Los procedimientos de fiscalización van en escala creciente según se trate del tipo de canal (menos intensivo en el verde, mayor rigurosidad y control en el rojo).

La AGN encontró que los porcentajes de operaciones de selectividad, según canales, “no muestran un comportamiento uniforme”. Es decir, por qué, por ejemplo, Ford tuvo casi un 70% de sus operaciones con menor nivel de control y Toyota tuvo que someter el 25% de sus operaciones a los controles más rigurosos.

A continuación, algunas de las situaciones:

Controles “poco significativos” de la Aduana hacia los grandes del comercio exterior