El programa La Ciudad Crece con los Chicos del Gobierno Porteño busca "garantizar el crecimiento y desarrollo saludable de niños y niñas de entre 45 días y cuatro años en situación de vulnerabilidad social a través de una atención integral que incluye estimulación temprana, educación, capacitaciones y asistencia nutricional".

Este plan se gestiona en forma asociada con ONGs y hasta 2011 contaba con 25 Centros de Primera Infancia (CPI). La Auditoría General de la Ciudad de Buenos Aires (AGCBA) evaluó 14 de estas instituciones y visitó nueve de ellos. 

En sus visitas, la AGCBA detectó, entre otras cuestiones, que "el almacenamiento y conservación de los alimentos perecederos y no perecederos es inadecuado y que en muchos casos no hay rótulos nutricionales ni están etiquetados". Por ejemplo, "las verduras, los huevos y las frutas que necesitan refrigeración estaban a temperatura ambiente, la leche en polvo que estaba fuera de su envase original, no tenía especificada la fecha de vencimiento y se mezclaban alimentos crudos y cocidos".

Pero esta no fue la única irregularidad detectada en materia alimentaria, los auditores descubrieron que "las porciones de alimentos entregadas a los chicos era menor a lo indicado en el pliego de contratación". Esa disminución podía ir del 36,47% al 90,11% menos.

Además, el informe sostiene que "ocho de los establecimientos no cumplen con el menú estipulado de entrada, plato principal y postre". De los nueve evaluados en materia alimenticia "el único que cumplió con este ítem fue La Legión de Buena Voluntad", ubicado en Floresta.

Un dato alentador es que "las preparaciones servidas en los almuerzos, en líneas generales, tienen una buena presentación, respetan la forma de preparación y el tiempo de cocción", con la excepción de un "rebelde": el centro El Conejo Travieso de Mataderos.

Equipo técnico

Entre 2012 y 2013 los auditores porteños evaluaron la gestión de los Centros de Primera Infancia durante el 2011 y observaron que "once de ellos no tenían psicólogos, otros tantos no contaban con docentes de plástica, nueve no tenían profesores de educación física, dos carecían de psicomotricistas y uno no tenía psicólogo".

En el descargo, que es la instancia en la que el organismo auditado lee el resultado de la evaluación y puede hacer salvedades, la Dirección General de Fortalecimiento de la Sociedad Civil informó que "en la resolución N 407 MDSGC/ 2013 se hicieron modificaciones en relación al personal con el que debe contar el equipo de trabajo de cada Centro de Primera Infacia". Este nuevo escenario va a ser evaluado en una próxima auditoría.

Mejoras edicilias

En las visitas que realizó el equipo de la AGCBA se detectaron "graves deficiencias edilicias", que en cinco de los 14 centros visitados llegaban a representar "un riesgo para la población infantil". Sin embargo, el organismo auditado en su descargo señaló que muchas de esas irregularidades estaban solucionados o en vía de mejora.

La AGCBA observó que el Centro Pimpollito de Vida "tenía una escalera sin protección, sumamente empinada, lo que constituía un riesgo para los chicos". A ello se le suma "una estufa de pared sin tiro balanceado". En su descargo, la Subsecretaria de Promoción Social informó que las instalaciones "se habían mudado a un nuevo establecimiento más amplio y con óptimas condiciones edilicias".

Otro de los casos citados en el informe, aprobado a fines de 2013, fue el del Centro Gurises. Allí los auditores observaron que "los baños no tenían puerta, por lo que los niños no tenían intimidad". La respuesta del auditado en este caso fue que "se realizaron refacciones y en la actualidad cada sala cuenta con nuevos baños propios".

También se notificó que "están trabajando articuladamente con la Dirección General de Infraestructura Social en el control, supervisión y monitoreo de todas las medidas de seguridad e higiene en todos los Centros de Primera Infancia". Una próxima auditoría de seguimiento podrá evaluar las mejoras notificadas en el descargo

Controles

Los Centros están  bajo la modalidad de "Gestión Asociada",  que por decreto establece que "el Gobierno porteño asume la responsabilidad de supervisar las actividades administrativas y de campo desempeñadas en cada establecimiento". Por su parte, las Organizaciones de la Sociedad Civil "tienen a su cargo la ejecución e implementación de los programas".

A fin de cumplir con su rol, siete agentes realizan tareas de supervisión. "Cada uno de los profesionales hacen guardia un día a la semana en la Dirección General de Fortalecimiento y el resto de los días hacen trabajo de campo a los centros". Hasta acá parece funcionar todo bien, pero los auditores detectaron que "los informes se realizan verbalmente", lo que significa que "no hay un formato escrito en el que se releven las novedades de la supervisión salvo que existan irregularidades y por ello se lo solicite por escrito".

Ante esta situación, la AGCBA remarcó que "la importancia de las supervisiones no es menor ya que es una de las bases de la gestión" y al no quedar registro "no es posible determinar la periodicidad de las visitas".

Cabe señalar que, según los libros de actas de 2011, "en diez centros se realizaron supervisiones mientras que en cuatro no hay referencia de visita alguna".

Registros

Los auditores le solicitaron al organismo auditado información sobre la cantidad de niños y niñas asistentes y las planillas con los presentes mensuales para determinar las vacantes efectivas y la cantidad de docentes por sala. En respuesta, se envió a la AGCBA "un promedio anual de los niños que hay en el total de los Centros". Con esta información "no se pueden conocer las vacantes ni los maestros por curso" y, en consecuencia, "no se sabe si el Programa satisface la demanda".