El primer impulso, luego del decreto que estableció la suspensión de clases presenciales a raíz de la pandemia, fue trasladar inmediatamente la experiencia educativa, tal como se conocía, a la modalidad virtual. La escuela se vio obligada, por la situación inédita que atraviesa, a reinventarse.

• Nuevas formas de aprender y enseñar en aislamiento

La educación a distancia apareció como un instrumento para evitar que los chicos pierdan sus clases y no se atrasen con los contenidos previstos en la currícula. Pero a medida que pasaron los días, se dejaron entrever varios obstáculos con los que docentes y estudiantes tuvieron que aprender a lidiar. No solo aquellos relacionados a la tecnología y al uso de nuevas plataformas, sino también las desigualdades económicas, que en muchos casos se traducen en limitaciones en el acceso a la conectividad y a la falta de recursos tecnológicos o materiales escolares. 

En este contexto, la Fundación Éforo realizó una encuesta a docentes de escuelas privadas y estatales (91,3% y 8,7% respectivamente) con el fin de conocer las formas de enseñanza que están utilizando en estos tiempos y comprender con qué dificultades, desafíos y oportunidades se encontraron.

En lo que respecta a la educación a distancia las principales fallas que se observaron van, desde dificultades en la conectividad (60,9%) hasta cuestiones pedagógicas y falta de respuestas de los estudiantes (52,2% ambas). Así como también el desconocimiento de las herramientas digitales (43,5%) y la escasa comunicación con las familias.

Los equipos docentes tuvieron que elaborar, en poco tiempo, estrategias para poder afrontar una modalidad totalmente distinta. Esto implicó, en la mayoría de los casos, tener que trabajar el doble para asegurar la continuidad pedagógica. En ese sentido, uno de los datos más llamativos del relevamiento es que el 100% de las personas encuestadas consideró que su trabajo se incrementó desde la suspensión de clases.

Al mismo tiempo, debieron adaptarse al uso de nuevas herramientas y plataformas tecnológicas. Entre los recursos más utilizados actualmente por los educadores, se destacan: las clases en vivo (78,3%) a través de sitios como Zoom o Google Meet, seguido de tareas (56,5%) y videos (39,1%). Otro de los aspectos que requirió adaptación urgente fue la comunicación con estudiantes. En este sentido, el 78,3% de los docentes aseguró que el medio más utilizado es el campus virtual, el 56,5% consideró el correo electrónico y el 47,8%, el sitio web o blog de la escuela. 

Frente al desafío que significa incorporar esta nueva modalidad de enseñanza, algunos maestros señalaron que “no estaban preparados para enfrentar estos cambios”, otros manifestaron que “nada puede reemplazar la clase presencial y el vínculo directo con el alumno”. También hay quienes piensan que “en este marco se ve parte de la desigualdad educativa” y algunos remarcaron el agotamiento “por la corrección que demanda una respuesta personalizada”.

Sin embargo, la mitad de los encuestados afirmó que de todas maneras se presentaron oportunidades en sus tareas, entre las cuales se destacan: el aprendizaje de herramientas tecnológicas, un mayor diálogo personal con los estudiantes, capacitaciones, nuevas formas de acercar el contenido a los alumnos y el trabajo colaborativo en red, entre otras.

Estos datos, por un lado, demuestran el gran trabajo que están haciendo los docentes hoy en día, ante un escenario que presenta trabas y dificultades que los exceden y que atraviesan su tarea, pero que también presenta nuevos aprendizajes. Y, por el otro, invitan a reflexionar sobre lo que viene. Frente a los nuevos lineamientos nacionales y las nuevas medidas para garantizar la vuelta a clases, es válido preguntarse: ¿cuáles de estas prácticas se conservarán en las nuevas propuestas de educación bimodal? ¿Será posible pensar en una educación que no vaya a ser igual? ¿O finalmente volveremos a las pautas tradicionales de aprendizaje? ¿Cómo se configurarán los nuevos formatos? 

Es necesario que los cambios que se hagan y las decisiones que se tomen se lleven a cabo en conjunto. Asegurando abrir espacios para escuchar a todos los actores involucrados y contemplando todas las realidades que se atraviesan.