En los seis meses iniciales de mandato, el jefe de Gobierno porteño no pudo exhibir logros importantes frente a las principales demandas de la sociedad. Las encuestas muestran que la gente no recuerda medidas de su administración y que cree que no cumplió con las expectativas. La subejecución presupuestaria, las dificultades para definir su equipo de trabajo y la inacción en algunas áreas dan una sensación de parálisis contraria a la renovación que Macri dijo encarnar.

Preocupación. La dura puja electoral llevó a Macri a presentar propuestas de difícil realización en plazos cortos. La opinión pública hoy le pasa factura por eso.

Polémicas, denuncias, intervenciones de entes autónomos, censo de personal, conflictos con la Justicia, gremios y dirigentes de la oposición, paro de empleados, renuncia de funcionarios y leyes para flexibilizar la burocracia estatal. Todo eso dejaron los primeros seis meses de Mauricio Macri al frente del Gobierno de la Ciudad.

Fueron 183 días de una gestión acalorada, con decenas de ruedas de prensa cargadas de anuncios y denuncias, pero alejadas de la impronta ejecutiva que el PRO anunció como proyecto de cambio. En una maraña de problemas quedaron atrapados los temas claves reclamados por los porteños, como seguridad, limpieza de calles, bacheo y mejora en el tránsito.

El macrismo asegura que “avanza”, que está “haciendo Buenos Aires” y desterrando los “bolsones de corrupción”. Sin embargo, no son pocos los actores que señalan que la administración porteña “tarda demasiado en adaptarse y arrancar”. Incluso el termómetro de la percepción pública está mostrando inconformidad por la gestión Macri, incluso entre aquellos que lo votaron.

Las encuestadoras Management & Fit, Ricardo Rouvier, CIO Research y Universidad Abierta Interamericana (UAI) aseguraron a PERFIL que los últimos sondeos muestran que el jefe de Gobierno mantiene una imagen positiva relativamente alta (entre 45 y 62 por ciento), pero no ocurre lo mismo con la percepción de su gestión, en donde se percibe un creciente descontento.

Por ejemplo, en la medición de la UAI casi 40 por ciento respondió que Macri no tomó ninguna medida de gobierno, y 43,1 por ciento dijo no saber qué hizo en la gestión. Del mismo modo, el 40 por ciento de los consultados por Rouvier dijo reprobar los primeros seis meses de Macri al frente de la Ciudad, y la mayoría de ellos opinó que “no hace nada, no cumple las promesas de campaña”. “La imagen de gestión está en el umbral de la insatisfacción, un tercio de la gente la reprueba. La sociedad piensa que es una persona capaz, ejecutiva y correcta, pero sus votantes tienen mucha más expectativa”, explicó Rouvier a este diario.

Los balances de la oposición hacen eje justamente en la inacción, algo que Macri criticó por doquier en campaña. “No quiero ser injusto, pero si tuviera que mencionar una acción en los seis meses de gobierno, sólo recordaría la intervención a la Obra Social de la Ciudad (ObSBA)”, dice el ex jefe de Gobierno Enrique Olivera, hoy jefe del bloque de la Coalición Cívica en la Legislatura.

Los consultados por la UAI no difieren de esta percepción, ya que 37,1 por ciento contestó “ninguno” cuando se le preguntó qué aspecto de la gestión porteña era el mejor, y 34,6 no supo qué contestar. “Aprobó leyes especiales para arreglar escuelas y sólo reparó dos. No hay insumos en hospitales y tiene muchos problemas de gestión. Macri tiene una fuerte subejecución de obras y para colmo se endeudó”, evaluó el ex jefe de Gobierno y hoy legislador Aníbal Ibarra.

Subejecutados. La subejecución de presupuestos fue reconocida por el propio Ministerio de Hacienda, que informó que la mayoría de las áreas apenas invirtieron 20% de las partidas aprobadas por la Legislatura el año pasado. La cifra en algunos casos llega a menos de 10%, como en Ambiente y Espacio Público (7,8% en el primer trimestre), en equipamiento de salud (0,45%) y en obras en salud (1,8 %).

Pero este tema no genera preocupación en Bolívar 1. El secretario general de la Jefatura de Gobierno, Marcos Peña, consideró que la gestión Macri logró en seis meses “consolidar la deuda flotante, reorganizar las compras y contrataciones y sentar bases para sí en el segundo semestre solucionar los problemas de la gente. Necesitábamos hacerlo porque recibimos un gobierno desastroso, con un parate en las obras”.

Cuando se le preguntó por el escaso registro que tiene la gente de la acciones del Gobierno, Peña explicó a PERFIL que el conflicto entre la Nación y el campo hizo “correr el foco de las noticias”. De este modo contradijo a quienes sostienen que, por el contrario, la crisis del agro le permitió a Macri ganar tiempo y asentarse en la gestión.

El presidente de CIPPEC, Miguel Braun, consideró la subejecución de partidas un “fenómeno sistemático” de todos los nuevos gobiernos, y no es sólo por mala gestión. Sí cuestionó en cambio la no promoción de leyes de ética pública y la prórroga de la elección en las 15 comunas.

Igual reclamo realizó la titular de Poder Ciudadano, Laura Alonso, quien exhortó a Macri a aprobar normas de transparencia en la Legislatura, y constituir la agencia contra la corrupción, una de las propuestas del PRO.

Fuentes de dos órganos de control de la Ciudad, que solicitaron reserva, advirtieron que los mecanismos de Macri para gestionar se “asemejan al método kirchnerista”. Según afirman, las flamantes agencias de Medio Ambiente y Turismo, así como otras cinco que se preparan, logran evadir los controles tradicionales de la Auditoría General de la Ciudad.

En concreto, durante la transición y los seis meses de gestión Macri, la Auditoría dejó de controlar más de 15 proyectos, entre ellos el Instituto del Juego y la Línea H de subtes. Otro método kirchnerista que le atribuyen a Macri es la distribución de cargos en órganos descentralizados, como el Instituto de la Vivienda y la Corporación Buenos Aires Sur. Esta última entidad se hará cargo por mandato macrista de la urbanización de villas y la construcción de viviendas sociales. Las obras se regirán por la Ley de Contratos de Trabajo –destinada a empresas– y no por la Ley de Compras y Contrataciones, que intenta trasparentar los negocios del Estado.

El control externo no fue el único perjudicado por las medidas oficiales. Al menos eso considera el jefe del bloque K en la Legislatura, Diego Kra-vetz: “No se están produciendo cambios de fondo, las agencias de Control Comunal y de Ambiente no están haciendo nada. Lo dicen los mismos inspectores, el control que hay ahora es similar al que había antes de Cromañón”.

Incomunicado. Con o sin controles, pocos recuerdan alguna acción de Macri. Y no fue precisamente porque no se esforzó en darlas a conocer: hubo siete ruedas de prensa para difundir hechos de corrupción e ineficacia en gestiones anteriores. Fue la principal estrategia mediática del nuevo gobierno.

El 24 de enero, Macri denunció excesos de licencias médicas entre empleados públicos e intervino el área de Medicina Laboral. Un día después advirtió sobre irregularidades en la compra de alimentos para comedores populares. En febrero acusó a funcionarios de Jorge Telerman por alquilar remises de lujo para controlar la higiene urbana, y más tarde dio a conocer que 750 mil pesos en alimentos e insumos hospitalarios fueron hallados vencidos en un depósito alquilado.

La denuncia más polémica ocurrió el 13 de marzo, cuando alertó sobre irregularidades en Control Ambiental por supuestos pedidos de coimas para levantar clausuras. Y la más mediática fue el 28 de mayo, cuando echó a una funcionaria de la Dirección de Infracciones por quitar multas a agentes públicos.

Pero Macri quedó preso de una especie de “esquizofrenia mediática”, ya que fue el primero en salir a hablar a los medios para denunciar, aunque retrocedió sin dudar cuando su imagen podía ser herida. Algunos ejemplos: ante reclamos de vecinos y la oposición decidió desplazar a su amigo Nicolás Caputo, mantuvo en funcionamiento el canal Ciudad Abierta, anuló obras en Parque Chacabuco y Almagro por pedido de vecinos, y levantó en tres horas medidas para instaurar carriles doble mano en varias avenidas porteñas. Cuando el jueves pasado anunció un vasto plan de reordenamiento vehicular debió aclarar que no daría marcha atrás aunque las medidas fueran criticadas.

La embestida macrista contra lo que denominó “bolsones de corrupción” comenzó cuando unos 2.400 empleados supieron que la Comuna no renovaría sus contratos temporales. Los gremios iniciaron un paro y Macri debió aflojar: en vez de despidos masivos inició un censo. “La medida fue apresurada, ATE denunció que hay gente que estafa a los contribuyentes, pero no son todos”, expresó a PERFIL Rodolfo Arrechea, secretario adjunto del gremio. Un funcionario a cargo del relevamiento dijo a PERFIL que a fines de mayo ya había “más de 2.000 personas sin justificar su trabajo, más de 400 en el Hospital Fernández”.

Menos clara resultó la batalla con Suteba por la intervención de la ObSBA. Macri promovió una ley que autorizó la intervención, denunció al gremio, plantó cámaras en la puerta de la mutual para verificar el robo de información y apeló dos decisiones de la jueza Elena Liberatori.

“De la noche a la mañana, Suteba aceptó la intervención, y los dirigentes de la ObSBA nunca más volvieron”, aseguró a PERFIL un empleado de la mutual, que solicitó reserva. Un asesor de la CTA que conoce del conflicto confió que “Macri entendió que no se puede llevar puesto a cualquiera con el voto de la gente. Fijate que nunca más se habló de la libre opción de obra social”. Suteba evitó responder los llamados de PERFIL.

Entre peleas y denuncias, poco espacio le quedó a Mauricio Macri para encarnar el rol de líder de la oposición. Por propia voluntad decidió mantenerse al margen de los conflictos que jaquearon a la Nación: inflación y conflicto con el campo. Apenas lanzó una tibia crítica cuando sus asesores intentaron evitar que quedara en off-side. Para los voceros macristas y los operadores de la Nación, “la relación entre Macri y el gobierno K fue madura, salvo por algún chispazo con la Provincia”.

En las calles, mientras tanto, la primera campaña de autopromoción de la comuna es, al menos, sugestiva: “Haciendo Buenos Aires”. Postal de un gobierno que recién se apresta a poner primera.