El Gobierno está a punto de elegir entre seis candidatos para ocupar dos vacantes en la estratégica Cámara Federal porteña. Hay dos postulantes que son amplísimos favoritos: Eduardo Guillermo Farah, ya instalado en este tribunal como subrogante (suplente), y Jorge Luis Ballestero, designado como juez de primera instancia durante el gobierno de Carlos Menem.

El tercero en discordia es Javier López Biscayart, que lleva adelante el caso Skanska desde el fuero Penal Tributario. A sus rivales en este proceso se les asigna alguna relación con distintas oficinas de la Casa Rosada. Si todo sale como está previsto, en unos meses más Farah y Ballestero estarán decidiendo en la Cámara de Apelaciones qué investigaciones contra funcionarios públicos se acercan a un eventual juicio oral y a cuáles les espera su morada final en el archivo.

Farah guarda vínculos con interlocutores del secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini. Porteño, de 42 años, fue compañero de estudios de Javier Fernández, miembro de la Auditoría General de la Nación, histórico operador del fuero y fuente de consulta de algunos hombres del Gobierno, como el ministro Julio De Vido.

Diez años mayor, Ballestero entró a Tribunales recién recibido, como pinche. Es desde entonces que conoce al jefe de Gabinete, Alberto Fernández, que también pasó por ahí muy joven. "Pati" Ballestero fue antes fiscal federal.

Durante la última campaña electoral porteña, tomó una decisión controvertida: citó a indagatoria a Jorge Telerman a partir de una denuncia del albertismo por la utilización de un título de licenciado del que el entonces jefe de Gobierno carecía. Ballestero también dictó fallos pioneros en materia de derechos humanos, como la primera condena por la ley antidiscriminatoria, la primera sentencia contra apropiadores de hijos de desaparecidos y la protección de presos con sida.

Farah se distinguió por coincidir con sus colegas en la despenalización del consumo de drogas y por discrepar en materia de delitos de lesa humanidad: es el único juez de la Cámara que considera que los crímenes de la banda de ultraderecha Triple A se encuentran prescriptos. El mes pasado, además, fue -con Eduardo Freiler- quien anuló una prueba crucial de la causa Skanska, un expediente sobre corrupción pública que inquieta -o inquietaba- al Gobierno.

Fuentes oficiales confiaron a Clarín que organismos de derechos humanos le hicieron saber al Gobierno su preocupación por las resoluciones de Farah sobre la Triple A. Pero ni esto aumenta las chances del tercero, López Biscayart.

En los próximos días, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner enviará al Senado los pliegos correspondientes. Al revés de lo que se preveía, Farah se mudaría en la Sala II, en reemplazo de Eduardo Luraschi, y Ballestero se instalaría en la I, por Horacio Vigliani.

Aun antes de que el Consejo de la Magistratura llamara a cubrir estos cargos se rumoreaba que Farah (70 puntos en el examen, 151.8 en la comisión de Selección) y Ballestero (50 y 139) ganarían los concursos. Los procesos para este fuero no se vienen caracterizando por su celeridad ni su transparencia.

Por pura formalidad, completan las postulaciones un actual juez en lo Correccional, Domingo Montanaro, que supo ser removido como subrogante por no superar un examen psicológico; un juez de Ejecución Penal, Sergio Delgado, y uno de un tribunal oral, Luis Salas.

Pero en la Cámara de Comodoro Py, en el segundo piso del edificio, todavía hay más sillones vacíos: el que ocupaba el ex juez Gabriel Cavallo. Cuando se designe a su sucesor, Cristina habrá nombrado a tres de los seis miembros de este tribunal.