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Publicado: 11-08-2014

CABA.- Por Atilio A. Boron*. El tema de la deuda externa ha retornado con inédita intensidad a los primeros planos de la vida política nacional. La tensa negociación con los “fondos buitre” y las sucesivas sentencias del juez Thomas Griesa, la Corte de Apelaciones del Distrito Sur de Manhattan y, finalmente, la negativa de la Corte Suprema de Estados Unidos para revisar el caso, convirtieron proyectaron esta cuestión al tope de la agenda gubernamental. A continuación presentamos algunos aspectos que deben ser tomados en cuenta para una mejor comprensión del problema.

En primer lugar hay que decir que lejos de ser una expresión marginal del capitalismo contemporáneo los “fondos buitre” son, por el contrario, uno de los componentes fundamentales del capital financiero. Y, como es sabido, esta fracción del capital es la que desde la década de los ochentas del siglo pasado comanda el proceso de acumulación a escala mundial. El crecimiento de los “fondos buitre” se vio favorecido por la acelerada desregulación de los flujos de capital resultante de las políticas neoliberales impulsadas durante la Administración Clinton en la década de los noventas. Se trata de un segmento de las finanzas dedicado a operaciones de carácter eminentemente predatorio (por ejemplo, compra de empresas quebradas o bonos defolteados de los gobiernos) para luego aprovechar sus estrechas conexiones con los distintos estamentos del poder judicial estadounidense y con la propia estructura del gobierno para vender en el caso de las empresas, o cobrar, en el de los bonos, a su valor nominal más los intereses correspondientes.

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