Publicado: 02-04-2013   

Sólo en Provincia hay dos clausuras por fin de semana. También ocurre en Capital y ciudades del interior. Se organizan vía Facebook en lugares que no tienen habilitación y venden alcohol a menores.

Es un escenario donde predomina el descontrol: en las improvisadas pistas de baile y sobre todo en las barras. Las fiestas "clandestinas" se extienden en el conurbano y en las grandes ciudades de la Provincia y representan un negocio que crece al margen de toda legalidad. 

En los últimos dos meses, las autoridades bonaerenses clausuraron 15 "megabailes" por falta de habilitación para la venta de bebidas alcohólicas y por carecer de permiso municipal. Es decir, un promedio de dos clausuras por fin de semana. El fenómeno se extiende a Capital y grandes ciudades del interior (ver páginas 4 y 5).

Los inspectores del Registro de Bebidas Alcohólicas (REBA) del ministerio de Salud bonaerense pusieron fajas de clausura en predios donde había más de 4.000 jóvenes, muchos de ellos menores de 18 años. Para tomar dimensión del fenómeno, algunos ejemplos: en Longchamps (en la zona norte del Gran Buenos Aires) se organizó un evento en el aeródromo. La llamaron "Aerofest" y había 1.000 personas. Otra mega fiesta privada, denominada "Proyecto X", reunió a 4.500 personas en Pilar. Allí se cobraban entradas de 300 pesos y hubo venta de alcohol a menores. Y otras dos se hicieron en las afueras de la capital bonaerense: más de 500 menores se habían congregado para bailar en las instalaciones de un predio al aire libre.

¿Cómo funciona la logística de este fenómeno? La clave son las redes sociales. Internet (y en especial Facebook) es el medio de difusión y el eje de la mayoría de las convocatorias. Los responsables o los encargados de la organización son jóvenes con experiencia en la noche que buscan un disc jockey, compran las bebidas y –en algunos casos– hasta se encargan de contratar servicios de seguridad. O sea, los llamados "patovicas".

Los más fiestas clandestinas más sofisticadas cuentan con responsables de Relaciones Públicas (RRPP), que tienen un registro de mailings –listados de contactos de chicos y chicas– y "garantizan" una presencia masiva para que la noche sea un éxito.

Según explicó a Clarín el presidente de la Asociación Empresaria de Hoteles, Gastronomía y Turismo de la provincial, Antonio Papasidero, los lugares donde más se ha extendido esta modalidad son Pilar, Tortuguitas, Lomas de Zamora, Adrogé, Moreno y Ramos Mejía. El empresario admitió que "en esos distritos los comerciantes que cumplen con todos los requisitos tuvieron que modificar sus estrategias de venta y hasta cerraron sus boliches por la competencia desleal ".

Es que de acuerdo con los cálculos que hacen en la asociación, estas celebraciones nocturnas pueden recaudar, en promedio, entre 120 y 250 mil pesos por noche. Según los datos obtenidos por los inspectores, cobran entre 80 y 300 pesos sólo para ingresar. "Venden la entrada y después comercializan las bebidas a precios que son muy bajos comparados a los del mercado legal", aclaró Papasidero.

Las private fest resultan casi indetectables para los organismos de control. No obstante, las autoridades actúan a partir de las denuncias. El año pasado, el ministerio de Salud clausuró seis fiestas en el último trimestre. Allí secuestraron 4.850 botellas de alcohol.

"Las fiestas privadas ponen en riesgo la salud de los jóvenes porque no tienen ningún tipo de control ni seguridad", dijo a Clarín el ministro de Salud bonaerense, Alejandro Collia. El funcionario aseguró que "ahora estamos ajustando los controles en paradores, campings y clubes donde cada vez son más frecuentes este tipo de encuentros".

En Buenos Aires rige una ley (la 14.050) que regula la actividad nocturna. Esta norma contempla la expedición de una habilitación especial para el expendio de bebidas con alcohol.

Las fiestas "clandestinas" tienen su temporada alta sobre fin de año. Es cuando se realizan los bailes de egresados. "Pero ahora notamos un incremento también en el resto del año", admitió Papasidero. El ministerio de Salud controló 300 fiestas entre octubre y diciembre de 2012. Catorce fueron clausuradas porque se detectaron menores consumiendo alcohol y se secuestraron 6.500 botellas.