El actual sistema educativo mexicano carece de un sistema efectivo de rendición de cuentas. Sucede que no hay una metodología precisa para supervisar lo que sucede en el interior de las aulas de clases en más de 273.000 escuelas. 

Según el diario El Economista de México, “la Secretaría de Educación Pública, junto con el Congreso, es la fuente de los programas, cursos modelos y planes. Estas políticas posteriormente son implementadas a través de agencias estatales, dejando poco espacio para la retroalimentación de las entidades”. En consecuencia, la educación pública limita la participación de los verdaderos interesados: los padres, maestros y estudiantes. Esta cuestión se da porque la enseñanza se reduce exclusivamente a la competencia gubernamental, lo cual impide el desarrollo de una conciencia más amplia.

A esta situación se le suma la burocracia. Según el periódico mexicano, “existen por lo menos 15 niveles jerárquicos entre el secretario de Educación Pública y los profesores”.
 
De acuerdo con el presidente del Consejo de la Institución Asociada del Centro de Estudios de Postgrado de Administración de Empresas (CEPADE), Gildardo Gutiérrez Méndez, una manera de cerrar efectivamente la brecha entre la administración y el aula es “simplificando la estructura organizativa en el sistema educativo a través de la reducción efectiva de los niveles jerárquicos”.

Lo que se propone para evitar la corrupción y fomentar la rendición de cuentas de las escuelas es crear un sistema de educación horizontal en el que las responsabilidades se compartan y se repartan entre todos los niveles.

“Es el momento de cerrar la distancia entre el sistema educativo y sus beneficiarios. Es hora de saber lo que realmente sucede en el aula”, aseguró Gildardo Gutiérrez Méndez.