La lucha contra la corrupción en Argentina vista desde afuera
Un artículo del Center Duke for Latin American & Caribbean Studies de Carolina del Norte, hace un breve repaso sobre la lucha contra la corrupción en el país desde la experiencia de un miembro de la Universidad de Duke, que llegó poco después de la crisis del 2001 para trabajar en la campaña de la ONG Poder Ciudadano vinculada a Transparencia Internacional.
Poder Ciudadano es una organización sin fines de lucro vinculada a Transparencia Internacional, que trabaja en propuestas para combatir la corrupción dentro del sistema político como la promoción de un proyecto de ley que obliga a un mayor acceso a la información pública, el cambio de las leyes electorales, así como la creación de una base de datos de información sobre todos los representantes en el gobierno. Sara Hernández llegó a Buenos Aires con la tarea de recopilar esta información para la base de datos (tipo de vehículos, número de teléfono, empleo previo, carrera cursada, etc.).
La compilación de estos datos la llevó a cambiar el rumbo de su investigación: “Mientras la necesidad de una reforma política en la Argentina no tiene fin, mis observaciones y estudio de la cultura en general me llevaron a creer que cualquier política pública viable, basada en solución a la actual crisis económica, política y social, se sustenta únicamente en la capacidad del país para restaurar la fe popular en sus instituciones democráticas. Muchos argentinos no se dan cuenta que la corrupción en el gobierno es un reflejo de sus propias normas culturales”.
Para Hernández la corrupción se puede ver en todas las facetas de la vida cotidiana, ya sea “en un poder judicial corrupto, la fuerza policial, la compra de votos en la legislatura o en el hecho de que el 75% de los porteños no paga el pasaje de autobús correcto, el 70% tiene televisión por cable ilegal o que el 90% no pagan sus multas de tránsito”.
Así comenzó a trabajar con los ciudadanos, estuvo dos meses observando, investigando y participando en la campaña popular de Poder Ciudadano para mejorar la capacidad de respuesta política y reconstruir la confianza pública en el gobierno. Desde su experiencia en el proyecto educativo pudo detectar actitudes e inquietudes relativas a la corrupción. Este proyecto, que pretende inculcar un sistema de valores positivos en los niños, tiene la creencia que la aceptación de un sistema corrupto se inicia en la edad temprana y que ello desalienta a las personas para exigir rendición de cuentas y competencia de su gobierno. A través del programa los colaboradores van a las escuelas y trabajan con los niños las diferencias y similitudes entre la corrupción en el gobierno y la corrupción en la escuela, como copiar y hacer trampa en los ejercicios o pruebas.
Según el artículo, los argentinos de todas las edades son muy conscientes de las deficiencias y fallas de su sistema político. Muchos niños querían saber por qué se meten en problemas cuando hacen trampas y los políticos no. "¿Por qué es malo para mí hacer trampa en una prueba insignificante, cuando un político roba al país millones y nunca es procesado? o ¿Por qué es malo para mí pagar a alguien para hacer mi tarea cuando es normal que mi padre pague el oficial de policía cuando es detenido por una violación de tráfico?".
“Me encontré con el mismo tipo de actitud entrevistando a adultos para mi investigación. Cuando se les preguntó qué clase de corrupción observan o participan en el día a día, nadie era tímido acerca de admitir un cortocircuito en el sistema. Si no se paga correctamente pasajes de autobús, se tiene cable ilegal, se paga a agentes de policía o cobra un precio diferente para un artículo dependiendo del cliente, los argentinos están acostumbrados a la corrupción en la vida cotidiana”, sostiene Hernández.
Finalmente, el artículo concluía señalando que “Argentina es un país interesante, con sus abundantes recursos tiene tanto potencial para crecer como convertirse en una fuerza en el mercado y la comunidad global. Su fuerte recuperación económica a partir de 2001 indica la posibilidad de un futuro brillante con la modificación de algunos defectos inherentes incrustados en el sistema político y el entorno social en general. En un intento de limpiar la corrupción en este país, la gente va a tener que cambiar su forma de hacer política, la forma de hacer negocios, y la forma en que desempeñan sus vidas. No tanto por la ley o el reglamento sino por la necesidad reconocida de mejorar su nivel de vida”.