Andrea Abramo es presidenta del Tribunal de Cuentas de Córdoba desde 2019. “Nosotras que podemos, que estamos en una mejor posición, tenemos que darle la posibilidad a otras mujeres. Esto ayudaría a la lucha y a las pequeñas batallas diarias. El paso a paso va a lograr que en algún momento podamos tener igualdad de oportunidades”, señaló durante la charla con El Auditor.info en la que también se refirió a sus primeros pasos en los organismos de control, los efectos de la ley Micaela y la importancia de alcanzar la igualdad de oportunidades .

- ¿Cómo comenzaste a trabajar dentro del control provincial?

- Siempre digo que soy afortunada porque trabajo de lo que quiero y puedo hacer lo que me gusta. Yo soy contadora, tengo una maestría en negocios y una especialización en costos, trabajo en el sector público desde el 2006 y la verdad nunca me sentí discriminada o tratada diferente por ser mujer. Mi pilar siempre fue la educación, tratar de ser sólida en la preparación de los distintos temas, en las opiniones y en los trabajos que hago con pasión. Pero no puedo desconocer la realidad que se vive. Repito, soy una afortunada de estar donde estoy.

El Tribunal de Cuentas tiene 98 años de historia y la mayoría de las presidencias fueron ejercidas por hombres. En los últimos 15 años podemos nombrar a tres mujeres que formamos parte de las vocalías, dentro de las cuales estoy incluida. La diferencia está, la lucha debe continuar para lograr la igualdad de oportunidades. Es necesario continuar con herramientas como el cupo, una estrategia que al principio no entendía, porque pensaba que los distintos puestos laborales tenían que estar ocupados por las personas más capacitadas y que esto se podía respetar, pero lamentablemente es un ideal que no se da.

El llamado techo de cristal es muy gráfico. Hombres y mujeres indistintamente podrían ocupar cualquier puesto laboral, pero la verdad es que esto pareciera ser una utopía. Creo que la lucha debe continuar, pero siempre trabajando seriamente en lo que nos propongamos. Esa es una de las claves para poder de a poco ocupar esos lugares sólidamente y poder mantenerlos en el tiempo. 

- ¿Fuiste la segunda presidenta en los casi 100 años del Tribunal de Cuentas?

- Si, Graciela Chayep fue la anterior. En casi 100 años de historia solo tres mujeres formaron parte de las vocalías del TC de Córdoba. Esto es un claro ejemplo de que tenemos que seguir trabajando para lograr esta igualdad de oportunidades. Hoy el Tribunal de Cuentas de la Provincia de Córdoba tiene tres vocales, dos hombres y una mujer. Respecto al personal que trabaja aquí, se da la misma tendencia que en otros organismos. El total de los agentes está compuesto por 50% de mujeres y 50% de hombres. Sin embargo, cuando analizamos los cargos directivos y de funcionarios vemos que hay distorsiones. En estos puestos tenemos un 66% de hombres y el resto son mujeres. La mayoría siguen siendo hombres, se está trabajando en estas desigualdades, pero aún es muy difícil llegar a equiparar.

Andrea Abramo: "El techo de cristal es muy gráfico"

- ¿Tienen espacios de debate sobre género en el organismo?

- Estamos tomando las capacitaciones de la Ley Micaela desde el 2020, esta formación es fundamental. Además, hay un protocolo que sacó el ejecutivo que también adoptamos, que aplica ante situaciones complejas que puedan sufrir mujeres al verse afectadas ante violencia o discriminación. Todas las herramientas que están a nuestro alcance tratamos de llevarlas adelante. Nosotras que podemos, que estamos en una mejor posición, tenemos que darle la posibilidad a otras mujeres, esto ayudaría a la lucha y a las pequeñas batallas diarias. El paso a paso va a lograr que en algún momento podamos tener igualdad de oportunidades.

- ¿La Ley Micaela trajo cambios dentro del Tribunal? 

- Creo que puntualmente ayudó a los hombres a poder ver de otra manera a las compañeras de trabajo y se pudieron aggiornar de otras cosas. Nos ayudó a todos los que nos capacitamos en esto, ya que, si bien conocíamos la ley de manera informal, acá se profundizó el tema especialmente. Y a muchos no les quedó otra que saber que existía y saber que así deben actuar, que no hay espacio para ningún tipo de maltrato.

- ¿Cómo ves la participación de las mujeres cuando se encuentran con otros organismos de control? 

- Seguimos siendo minoritarias, pero la voz de las mujeres cada vez es más alta, cada vez nos escuchamos más. Para poder ser escuchadas tenemos que tener opiniones sólidas, estar preparadas, para lograr que nos escuchen, porque nuestras opiniones valen. Así fue mi propia batalla para poder estar donde estoy, basada en el esfuerzo y la educación. Hoy estamos en una lucha en la que tenemos que demostrar que podemos, nuestro esfuerzo es mayor. 

- ¿Qué mejorarías en el ámbito laboral de la fiscalización?

-En muchos organismos vemos que se va accediendo y ascendiendo a los distintos cargos laborales en función del cargo anterior. Una propuesta de cambio y una opción sería no fijarse en la persona que ocupa cargo anterior exclusivamente para determinar ascensos, sino hacer un concurso en función de curriculums, capacitación y lograr que ocupe el lugar vacante quien esté más preparado, no el que está en el cargo anterior que muy probablemente es hombre. De acá a que lleguemos a una situación de igualdad de género, falta mucho y el camino se hace verdaderamente largo.

- ¿Ves posible introducir perspectiva de género a la hora de controlar en los tribunales de cuentas?

- Siempre es posible y ayudan a lograr un punto base para poder alcanzar igualdad de oportunidades. Todas estas herramientas suman, sin dudas, y hay que ponerlas en funcionamiento. Más allá de las distintas herramientas que se vayan poniendo en marcha un consejo personal como mujer y como profesional, es que mantengan siempre la actitud, luchando por nuestros derechos y que nos capacitemos siempre para lo que hagamos.