Cromañón después de Cromañón
En noviembre 2018, el local fue devuelto a su dueño Rafael Levy. En junio pasado, el interior fue restaurado y se removieron los objetos que permanecían allí desde 2004. Los sobrevivientes y familiares de la tragedia quieren que el lugar sea expropiado y se convierta en lugar ícono de la lucha contra la corrupción. ¿Museo o espacio de memoria?
En noviembre de 2018, tras 13 años en poder de la justicia, el boliche República Cromañón fue restituido a sus dueños. El Tribunal Oral Criminal 24 le entregó las llaves del local a Nueva Zarelux S.A. una sociedad offshore creada en 1997 en Uruguay y cuyo dueño es Rafael Levy, condenado en diciembre de 2014 a cuatro años y medio de prisión por la muerte de 194 personas y las lesiones de más de 1400 cuando el lugar se incendió.
A partir de eso, los sobrevivientes y familiares de las víctimas impulsan distintas iniciativas para que el boliche, junto con los locales linderos, sean expropiados y se instale allí un espacio de memoria que incluya un centro de atención a las víctimas de distintos delitos y tragedias y que brinde talleres y capacitaciones para todos los actores de la nocturnidad.
Sin embargo, entre abril y junio de 2019, se realizaron trabajos de mantenimiento y restauración dentro del boliche, se refaccionaron y pintaron las paredes y, de ese modo, se borraron las huellas del horror. Además, todos los objetos pertenecientes a quienes acudieron ese día fueron removidos del lugar y los familiares, notificados.
En junio, el sobreviviente de Cromañón Facundo Chidini, que es abogado y además redactor, escribió un artículo que fue publicado en Infobae, en el que plantea la creación de un museo de la corrupción argentina en el lugar donde murieron 194 jóvenes.
"Tiene que ser un lugar para la memoria, para que las nuevas generaciones vean lo que produce la corrupción" señaló Chidini
“Es una iniciativa personal. Solo lo conversé con algunos otros sobrevivientes y la idea es que trascienda a Cromañón para incluir a otras víctimas”, explicó Chidini en diálogo con ElAuditor.info. La idea le surgió luego de visitar el Museo del Holocausto, en Jerusalem, que tiene desde obras de arte hasta objetos de sobrevivientes.
“Tiene que ser un lugar para la memoria y un espacio para que las nuevas generaciones vean lo que produce la corrupción en carne propia. No es que solo falta dinero en las arcas públicas; faltan vidas, se destruyen familias”, agregó Chidini.
Para Chidini, una parte de Cromañón tiene que estar intacta para “generar impacto en lo que se ve”, pero eso dependerá de si se logra expropiar el boliche o todo el bloque, que incluye el hotel lindante.
Este medio también se comunicó con Nilda Gómez, madre de una víctima de Cromañón y presidenta de la ONG Familias Por la Vida, que brinda asistencia a las víctimas de tragedias y recibe denuncias sobre nocturnidad.
Gómez planteó la posibilidad de trabajar en conjunto con Chidini e incluso constituir una comisión de sobrevivientes que trabaje en la planificación de un proyecto para el futuro del boliche, aunque no la entusiasma tanto el concepto de museo. “Lo que nosotros en realidad queremos es un espacio de memoria de lo que pasó allí y una de las causas de lo que ocurrió es la corrupción”, analizó.