El próximo domingo 22 de octubre Argentina define quiénes serán los gobernantes elegidos para marcar el rumbo del país. En estos comicios, como en los que se vienen haciendo desde 2012 cuando se sancionó la ley 26.774 que amplió el derecho al voto a ciudadanos de 16 y 17 años, miles de jóvenes se expresarán en las urnas y elegirán a sus candidatos en función de sus maneras de percibir el mundo, sus ideales y las propuestas que más los convencen para definir el destino patrio. ¿Qué los inquieta? ¿Cómo participan? ¿Cuáles son las preocupaciones de los jóvenes hoy? 

Desde hace más de 15 años, la investigadora principal del Conicet, Miriam Kriger, busca conocer la percepción de voto de los jóvenes. En este tiempo ha realizado varios estudios a lo largo de diversas coyunturas políticas que le permiten un análisis sobre cómo han ido modificándose sus acciones e intereses. Desde el Centro de Investigaciones Sociales (CIS, Conicet -Ides), Kriger junto a su equipo viene realizando encuestas en escuelas secundarias públicas y privadas de distintas clases sociales en el Área Metropolitana de Buenos Aires. 

Una de las reflexiones que comparte la investigadora es que “se puede pensar en hacer una política diferente teniendo en cuenta que hay una negativización con los políticos pero no con la política”. Sostiene que en las últimas décadas el interés y la participación política juvenil no dejaron de aumentar tanto en prácticas formales como informales y en relación con las diversas demandas, lo consideró “un logro en la difícil tarea de hacer de los hombres ciudadanos”.

Tres hitos en la politización juvenil

Kriger asegura que con la crisis de 2001 nació un nuevo ciclo de politización juvenil que no dejó de ampliarse en términos cuantitativos aunque fue modificando sus dinámicas. A lo largo de estos 22 años, señala tres hitos: “el argentinazo en 2001”, el conflicto entre el gobierno y el campo en 2008, y la pandemia del Covid 19 en 2020. 

“La primera dinámica se enmarca en el contexto de salida de la crisis”, explica e indica que la caracterizó como “una politización juvenil integradora”, en el marco de una paulatina reconciliación entre la política y la ciudadanía tras el divorcio de diciembre de 2001. “Los jóvenes vuelven a militar y a formar parte de partidos políticos”. La segunda se da a partir de 2008 “en clave polarizada”, asegura. En este sentido, la doctora en Ciencias Sociales señala que es un periodo que se vincula a una reedición de Argentina dividida bajo la metáfora de “la grieta” en el que se restringen las discusiones de sentido y debates ante la binarización.

“En el terreno de las juventudes ese conflicto devino en un hito generacional de una nueva juventud nacida de la conversión de los esquemas morales en disposiciones políticas, con modalidades de activismo no tributarias de la militancia tradicionalmente política sino del voluntariado y el emprendedorismo”, afirma Kriger quien trabajó este tema junto al investigador Juan Dukuen. 

En tercer lugar, marca la llegada de la pandemia como otra dinámica de politización juvenil. “Fue un evento traumático que catalizó muchos de los problemas y procesos presentes en la sociedad, radicalizándolos en todos los planos”, indica. Considera que las medidas que debieron tomarse para evitar los contagios facilitaron una expansión de “ideologías de ultra-derecha libertaria que hasta 2020 eran marginales y que entonces inician un proceso de institucionalización, con la fundación de la coalición La Libertad Avanza y con la que alcanzan en las elecciones del 2021 posicionarse como tercera fuerza política hasta en las últimas paso llegar al primer lugar”, afirma.

Para la especialista, “se trata de una propuesta con impronta juvenil basada en una concepción individualista y neoliberal de la libertad, un discurso ya no solo anti-estatalista sino anti-sistema, reaccionario al populismo y al progresismo. La pandemia resultó crucial para comenzar a comprender la radicalización política entre jóvenes, y también la identidad generacional adoptada por estos grupos. Implicó una 'nueva estatalidad´  y una `nueva normalidad´, signada por la excepcionalidad de las medidas restrictivas ante la emergencia y el alto control estatal y policial de la vida social".

Más allá del voto

“Para la juventudes el voto como ejercicio formal no ha sido ni es la forma de participación política más propia. Generalmente cuenta con expresiones más colectivas, que pueden aparecer en colegios, en acciones plurales. El voto es una acción individual jurídica de gran responsabilidad pero es una de las tantas prácticas de politización que tampoco se reducen a pertenecer a un partido político. Hay muchas maneras de expresarse y hacer política sin que sea partidaria”, aclara. 

En este sentido, Kriger indica que los jóvenes tienen una agenda propia en temas como género, ambiente, entre otros, y que tuvo sus expresiones notorias como cuando se realizaron las movilizaciones por la sanción de la ley sobre el acceso a la interrupción del embarazo.

“El destino político de un país se sigue jugando más allá de las elecciones. Tenemos una historia que nos muestra que muchas veces quienes ganan las elecciones, no gobiernan. Somos un sistema republicano, con tres poderes y lo que se va a definir es la composición que tendrá el Ejecutivo y el Legislativo. La política se juega cada día y seguirá siendo así durante los próximos años”, agrega.