Marisa Giráldez: "Es difícil alcanzar el hambre cero en 2030"
La directora General del Banco de Alimentos de Buenos Aires aporta su mirada sobre el objetivo que plantea el segundo ODS. Asegura que para lograr esa meta es indispensable disminuir el índice de pobreza. Además, cuenta cómo trabaja la organización.
Publicado en el suplemento
Acciones para la Participación Ciudadana, en Diario Perfil
Lograr el hambre cero es uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), cuyo cumplimiento está previsto para 2030, aunque la pandemia parece haber obligado a rever los plazos establecidos.
Según el último informe del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), que analiza el segundo semestre de 2020, dos de cada 10 hogares urbanos registraron inseguridad alimentaria.
Marisa Giráldez se sumó al Banco de Alimentos de Buenos Aires (BDA) en 2007 y es su directora General desde 2010. En diálogo con Acciones, aporta su visión sobre la problemática y relata el trabajo que realiza la organización.
-¿Cómo se determina que una persona sufre hambre?
Nosotros, más que de situación de hambre, hablamos de inseguridad alimentaria, que puede ser severa o no. Si lo es, se pasan varios episodios de hambre de manera frecuente y más de una vez en el mes. Ahí, yo lo asociaría a aquellas personas que están en situación de indigencia.
El otro caso es que no puedan tener cuatro comidas diarias. Si eso se da varias veces a lo largo del mes, se está en situación de inseguridad alimentaria que no es severa.
Podríamos decir que el hambre es no tener acceso a suficiente alimento para cubrir determinadas calorías diarias.
En el mundo, año pasado, unos 880 millones de personas no tuvieron suficientes alimentos. En Argentina, el 8,8% sufrió situaciones de inseguridad alimentaria severa, según datos del Observatorio de la Deuda Social.
-¿Qué trabajo realizan desde el Banco de Alimentos?
Somos una de las organizaciones que trabaja en cuestiones de alimentación. Nuestra misión es ayudar al que sufre hambre y lo hacemos a través de nuestro principal programa, de donación y rescate de alimentos. Con eso, colaboramos en reducir el hambre, mejorar la nutrición y evitar el desperdicio de alimentos. No somos la única solución, pero ayudamos a paliar la situación de alguna manera en nuestra área de intervención que es en la Ciudad de Buenos Aires y en todo el conurbano bonaerense.
- ¿Cómo funciona el programa?
Solicitamos a empresas alimenticias, supermercados y productores agropecuarios artículos que, en su gran mayoría, salieron del circuito comercial por alguna razón, pero que están perfectamente aptos para ser consumido. ¿Por qué no se venden? Porque tienen fecha de vencimiento cercana, problemas en el packaging secundario o con la estacionalidad, como puede ocurrir con los productos que se consumen en las Fiestas. En el caso de la fruta y la verdura, productos valiosos en la dieta, por ahí el tamaño no da para el mercado comercial. Puede ser el caso de una mandarina más chica que lo habitual o una zanahoria con alguna deformación. Está apto para ser consumido, el mercado no lo recibe tan bien, pero nosotros sí.
Captamos esas donaciones, que van a un depósito propio, donde contamos con la logística aceitada para poder repartirlas en organizaciones comunitarias, sociales, cuya misión fundamental es dar de comer a personas en situación de vulnerabilidad.
- ¿A qué refieren con organizaciones comunitarias?
Son desde un comedor social como todos conocemos hasta un merendero, un hogar que está atendiendo a chicos en situación de judicialización, adultos mayores, adolescentes y adultos en situación de calle. La mayoría tiene una misión institucional relacionada con la educación, el trabajo o la atención, pero también la de cubrir la necesidad alimenticia.
- El ODS N° 2 habla de lograr el hambre cero en 2030 ¿Lo consideran viable o es una utopía?
No quisiera decir utopía, pero es difícil. Con estos niveles de pobreza, es complejo desde mi lugar decir si en 2030 va a estar erradicado el hambre. Es correcto que esté planteado y que se trabaje para eso. Tenemos que ver que se vaya reduciendo a lo largo de los años el número de personas que pasan por estas situaciones.
- ¿Qué cosas faltan o son necesarias para lograr ese objetivo?
Cuando partimos de estas definiciones básicas que tienen que ver con la disponibilidad de los alimentos, creo que la baja de la pobreza va a contribuir a disminuir el hambre. También el desarrollo, el trabajo y la educación contribuyen a la reducción de la pobreza. Hay que sostener, impulsar y mantener programas alimentarios, algunos estatales y otros de organizaciones vinculadas a algún credo, hasta que se den las condiciones para que el índice de pobreza disminuya.
- ¿Hay alguna franja etaria más afectada por el hambre que otra o es una cuestión que atraviesa a toda la familia?
Los más afectados son los chicos. Teniendo en cuenta la población en general, la pobreza es del 44,7%. En niños, niñas y adolescentes, alcanza al 64,6%, según datos del último trimestre del año pasado.