Publicado en el suplemento

Acciones para la Participación Ciudadana, de Diario Perfil.

El Día Internacional de la Mujer dejó de suponer, hace ya tiempo, alegrías o festejos para pasar a promover la reflexión alrededor de las situaciones que atraviesa el género femenino en todo el mundo, así como las inequidades y violencia que enfrentan día a día.

En el ámbito deportivo, las desigualdades se arrastran hace años, pero la ilusión de avanzar en materia de derechos, oportunidades y reconocimientos sigue vigente. Incluso, hay casos puntuales que son una luz de esperanza.

En agosto de 1971, futbolistas de Dinamarca, Italia, Inglaterra, Francia y Argentina se encontraron en Méjico para disputar la Copa Mundial Femenina. Si bien ese torneo no tuvo carácter oficial, sentó las bases para el desarrollo de la disciplina. Allí, una zurda con la diez en la espalda se lució defendiendo la camiseta albiceleste. Elba Selva marcó los cuatro goles del Seleccionado en la apabullante victoria sobre el conjunto inglés. El Estadio Azteca recibió en aquel entonces a miles de hinchas que siguieron de cerca cada partido. El conjunto nacional viajó sin entrenador ni médico. Tampoco tenían botines.  Cincuenta  años después, la realidad es muy distinta, pero se siguen reclamando políticas más justas para las mujeres que quieren dedicar su vida al deporte.

En septiembre de 2020, en medio de la pandemia, desde la Confederación Argentina de Deportes se hizo oficial el lanzamiento del Foro Argentino de la Mujer en el Deporte (FAMUD). Se trata de un espacio que, siguiendo la agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), tiene como desafío sumar en la construcción de un deporte sin discriminación, más igualitario, inclusivo y con participación real de la mujer.

En esta edición, Acciones dialogó con deportistas argentinas destacadas, que contaron cada una de sus historias.

Pelear por más justicia

Alejandra Oliveras, más conocida como Locomotora, dedicó –aún lo hace- su vida al boxeo. En 2006, se consagró campeona mundial en peso supergallo de la WBC, cuando venció por knock out a Jackie Nava, en Méjico.

La boxeadora jujeña, que vive en Santa Fe, tiene más de 30 victorias en su haber, pero sus inicios no fueron sencillos. “El boxeo era solo cosa de hombres. Me decían ‘vos sos mujer, ¿qué hacés acá?’”, recuerda. Así comenzó su difícil camino. Hoy, agradece haber podido hacer semejante carrera por el cariño que recibió de la gente.

“Fue muy duro iniciarme en este deporte tan machista. Cada día, minuto y segundo me propuse demostrar que las mujeres podemos hacer lo mismo que los hombres y que no se deja de ser mujer por ser boxeadora. Es un deporte, un trabajo, una pasión”, asegura la dueña de seis títulos mundiales.

También confiesa que la vida que se imaginó era muy distinta. “Pensaba que cuando llegara a ser campeona del mundo iba a tener una casa nueva, mi auto. Yo entrenaba en gimnasios donde había campeones y los veía llegar en su moto o camioneta nuevas. El mundo del boxeo es totalmente diferente para la mujer: hay que trabajar para pagar la carrera, es necesario vivir de otra cosa”, asegura. Entre sus sueños, admite, está el ser campeona argentina y poder llevar la bandera de la mujer y la igualdad a lo más alto. Su experiencia alrededor del mundo le demostró que ser mujer le haría las cosas más difíciles y que el dinero que ganara en las peleas, sería mucho menor al que reciben los hombres que practican el mismo deporte.

“Me metí en un mundo donde no recibía dinero. Era solamente pelear, sufrir, aguantar, endeudarme, gastar toda la plata en los sponsors y en entrenadores. Siempre seguí adelante”, cuenta. Si volviera a nacer, elegiría nuevamente el boxeo “para pelear por todas las mujeres”.

“Valoro a la mujer que lucha, que no se deja vencer ni pisar. No existen mujeres débiles, existen personas débiles”, sentencia.

En mayo de 2019, salió el decreto por el que también peleó Locomotora: la licencia profesional para chicas y chicos trans. Ahora, los boxeadores y boxeadoras transgénero pueden obtener su licencia profesional y hasta competir por títulos mundiales. En un mundo al que describe tan machista, esto es, sin dudas, otra pelea ganada.

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