Análisis del Pacto para el Futuro y la decisión de Argentina de disociarse del acuerdo
El acuerdo es una nueva agenda para impulsar políticas públicas efectivas. Disociar al país de la agenda mundial, abre un debate sobre las razones para esa postura y las implicancias para Argentina.
En la Cumbre de Futuro convocada por la ONU, los líderes mundiales aprobaron el Pacto para el Futuro que incluye un Pacto Digital Global y una Declaración sobre las Generaciones Futuras. El Pacto cubre una amplia gama de temas como la paz y la seguridad, el desarrollo sostenible, el cambio climático, la cooperación digital, los derechos humanos, el género, la juventud y las generaciones futuras, además de la transformación de la gobernanza global.
El acuerdo firmado por 193 países, y del cual Argentina anunció su disociación, representa un esfuerzo global para abordar desafíos apremiantes, y una continuidad, en cierta forma, de la Agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS): incluye 56 acciones concretas que buscan fortalecer la gobernanza global con un nuevo rol de los organismos internacionales, regular y normativizar las redes sociales y su impacto, especialmente el uso de la Inteligencia Artificial.
En una revisión, y hasta autocrítica del relativo cumplimiento de la agenda de desarrollo sostenible fijada para el período 2015 – 2030, el Pacto para el Futuro representa una nueva agenda para impulsar políticas públicas efectivas en los países. Entre los puntos destacados contempla también estrategias frente al cambio climático, en tanto busca renovar el compromiso de las naciones con el multilateralismo y la cooperación internacional.
Además, el Pacto incluye un compromiso renovado con el desarme nuclear y la regulación del espacio exterior, buscando evitar la aceleración de la carrera armamentista, que en este contexto mundial es preocupante. Entre estos aspectos centrales, enfatiza la necesidad de abandonar los combustibles fósiles y acelerar la transición hacia energías renovables, lo que resulta crucial para mitigar el cambio climático, en tanto presenta una oportunidad para potenciar la creación de empleos y emprendimientos verdes, y el desarrollo de tecnologías limpias en línea con la economía verde y la sustentabilidad.
En cuanto a la revolución que está provocando a pasos acelerados la IA y otras tecnologías, resulta oportuno la inclusión de la regulación de la misma como así también de otras herramientas tecnológicas emergentes como uno de los pilares del acuerdo, especialmente del pacto digital. "Reconocemos la necesidad de determinar y mitigar los riesgos y garantizar la supervisión humana de la tecnología para promover el desarrollo sostenible y el pleno disfrute de los derechos humanos", se indica en el punto 3 del acuerdo entre muchos otros aspectos interesantes para el análisis a través de los cuales la ONU busca establecer marcos que aseguren el uso ético y seguro de estas tecnologías, evitando su mal uso y garantizando que sus beneficios se distribuyan equitativamente en toda la población.
Otros de los aspectos centrales para rescatar es el avance de la desigualdad y pobreza, en tanto el pacto aborda, como ya lo había hecho la Agenda 2030, la creciente desigualdad y el incremento de la pobreza a nivel global, en tanto propone medidas para fortalecer los sistemas de protección social y promover un desarrollo económico sostenible e inclusivo, tratando de asegurar que nadie quede atrás en el progreso global.
Una decisión sorprendente abre un debate necesario
Desde un enfoque integral, y en un primer análisis, el Pacto para el Futuro tiene el potencial de transformar significativamente la gobernanza global y puede alcanzar un impacto positivo, impulsando una agenda de políticas públicas sostenibles hacia el interior de las naciones. Porque al abordar temas críticos como el cambio climático y la inteligencia artificial, se espera que los países adopten medidas más estrictas y coordinadas para enfrentar estos desafíos, impulsando la cooperación internacional por sobre el aislamiento y la agresividad de los nacionalismos a ultranza emergentes.
Además, es importante el énfasis renovado en el progreso sostenible reimpulsando los ODS y apuntando a mejorar la calidad de vida en vastas regiones del mundo. Es precisamente por ello que es sorprendente la decisión del Ejecutivo Nacional de disociar al país de la agenda mundial, lo que sin duda abre un debate sobre las razones para esa postura y las implicancias para Argentina.
Al parecer la decisión expresada a través de Cancillería de disociarse del Pacto del Futuro fue justificada por el Gobierno como una medida para preservar su autonomía y evitar la imposición de agendas internacionales que consideran incompatibles con sus prioridades nacionales, en tanto que se indica que muchos de los puntos del pacto son “retardatarios” y no reflejan la nueva agenda del gobierno argentino, que busca soluciones más adaptadas a sus necesidades y contextos específicos.
En un análisis preliminar, la disociación de Argentina del Pacto para el Futuro podría afectar las relaciones diplomáticas con otros países que apoyan el acuerdo. También ser vista como un alejamiento de los esfuerzos multilaterales y una preferencia por políticas de corte nacionalistas; así el país podría enfrentar desafíos adicionales de esfuerzos individuales o aislados, en áreas como el cambio climático, inclusión y disminución de la desigualdad, seguridad, donde la cooperación internacional es crucial.
Por otro lado, la falta de alineación con los objetivos globales podría limitar el acceso a recursos y apoyo internacional. Y un detalle no menor es que dicha postura es similar a la adoptada por Rusia, Irán y Corea del Norte, lo que podría influir en la percepción internacional y la alineación geopolítica.
En conclusión, esta decisión muestra una tensión entre la cooperación internacional y la autonomía nacional. Aunque parece fortalecer la autonomía del país, también plantea desafíos en términos de relaciones diplomáticas y acceso a recursos internacionales, así como la posibilidad de enfrentar acciones integrales frente a problemas y desafíos que son claramente globales.
Será importante observar cómo esta postura afecta la política interna y externa del país en los próximos años. Mientras tanto, el Congreso Nacional tiene una función importante de monitoreo y evaluación de esta decisión, como órgano representativo por excelencia del pueblo de la Nación, toda vez que Argentina deberá considerar las implicancias de su decisión y buscar formas de colaborar con la comunidad internacional, incluso fuera del marco del pacto, para no quedar rezagada en los esfuerzos globales por un futuro sostenible y equitativo.