El origen de lo que hoy conocemos como internet se remonta a fines de 1969: un grupo de científicos e investigadores lograron establecer conexión entre dos computadoras instaladas en la Universidad de California en Los Ángeles y el Instituto de Investigación de Stanford, en Estados Unidos, enviando un primer mensaje con la palabra “login”. Esta hazaña tecnológica, que hoy parece insignificante, fue una semilla que germinó y se desarrolló hasta la década del ´90, dando a luz la versión moderna de internet con la World Wide Web y los códigos de programación HTML.

Desde ese momento, internet no paró de crecer consolidándose como una tecnología global que cambió para siempre nuestras vidas: las comunicaciones, la cultura, el entretenimiento, el consumo, los negocios y hasta la educación se transformaron con la irrupción de este fenómeno. Por eso hasta la Asamblea General de las Naciones Unidas ha declarado el acceso a Internet como un derecho humano, por ser una herramienta que favorece el crecimiento y el progreso de la sociedad en su conjunto.

En Argentina, según la Encuesta Permanente de Hogares realizada por el INDEC en el cuarto trimestre de 2022, un 62,6% de los hogares urbanos tiene acceso a computadora (sean de escritorio, portátiles o tabletas electrónicas) y el 92,1%, a internet (sea red fija o móvil). Estas cifras muestran, en relación al año anterior, la paradoja de un crecimiento de la cantidad de hogares conectados a internet y una disminución del porcentaje de dispositivos disponibles. Si consideramos la gran importancia que el uso de internet y las tecnologías tienen en el ámbito educativo, podemos concluir que el sistema educativo se encuentra ante el enorme desafío de garantizar una educación que brinde contenidos y herramientas suficientes para que las nuevas generaciones puedan desenvolverse adecuadamente en el mundo digital.

La inclusión de internet y las nuevas tecnologías en el ámbito educativo tiene una doble función: por un lado busca formar a los estudiantes en competencias digitales necesarias para el desarrollo curricular propiamente dicho, y por otro, busca brindarles las herramientas y el conocimiento necesarios para su desenvolvimiento personal y laboral en el futuro. Si las generaciones nacidas en el Siglo XXI estudian en escuelas ancladas en el Siglo XIX se perderán el tren de la historia. Por eso es de vital importancia contar con instituciones educativas que tengan conectividad y equipamiento suficientes, además de un plantel docente y directivo con la capacitación adecuada.

Analizando el Informe Nacional de Indicadores Educativos, publicado a mediados de 2022 por el Ministerio de Educación de la Nación, encontramos que un 68% de los establecimientos educativos en general cuentan con acceso a internet. El mismo porcentaje se aplica para las escuelas primarias, mientras que para la secundaria es un 79%. 

Estos números, aparentemente positivos, encierra datos que deben constituir un llamado de atención: las desigualdades que atraviesan a las distintas regiones de Argentina también se verifican en materia de conectividad en las escuelas, ya que sólo un 43% de los establecimientos educativos del NOA y del NEA cuentan con acceso a internet, frente a las regiones de cuyo, centro y sur, que alcanzan un promedio de 80%. La desigualdad en el acceso a internet también se verifica si analizamos los establecimientos por ámbito de gestión: un 92% de las escuelas del ámbito privado tienen conexión a internet, mientras que en el ámbito público es sólo un 62%.

El panorama se agrava si consideramos cuántos establecimientos educativos tienen conectividad en sus aulas. El mismo informe establece que sólo un tercio de todo el sistema educativo en general cuenta con estas características, condición necesaria para desarrollar un proceso de enseñanza-aprendizaje basado en las tecnologías de la información y la comunicación. Un 29% de las escuelas estatales y un 47% de los establecimientos del sector privado cuentan con internet en sus aulas. Combinando los indicadores de cantidad de escuelas conectadas y porcentaje de conectividad en las aulas, vemos que sólo la mitad de los establecimientos educativos con internet pueden utilizarlo en las aulas. Esta situación también muestra desigualdades a nivel regional, ya que sólo un 20% de las aulas del norte del país y un 23% de las aulas en zona rural están conectadas a internet.

Detrás de estas cifras se encuentran millones de niños, niñas y adolescentes que reciben una educación obsoleta. Nacidos en un mundo digital e hiperconectado, intentan incorporar herramientas y aprendizajes acuñados en una época que no existe más. Mientras tanto, les cuesta subirse al tren de la historia, que pasa rápido frente a sus puertas. 

Son muchas las deudas de la educación en Argentina: calendarios escolares amputados por múltiples jornadas de paro docente, pobreza y marginalidad que imposibilitan educarse y aprender, directivos y docentes que no logran contener la tragedia social que vivimos y dos tercios de nuestras escuelas sin conectividad ni tecnología. Habrá que hacer grandes esfuerzos para levar el ancla que nos ata al pasado y comenzar un viaje hacia el futuro.